Quizás
Día 24 – tercer viaje
4864 millas náuticas
De nuevo en el mar. Se siente tan bien. Una semana en tierra y ya me estaban saliendo raíces. Me desperté con muchas ganas en la mañana para ir a grabar a Torres del Paine. El día estaba frío con lluvia y mucho viento. A mi me encanta grabar con condiciones adversas, pero lo cierto es que el mal tiempo complica enormemente la pega. De hecho, la gente apenas se bajaba del bus. Cuando llegamos al lago Nordenskjöld la fuerza del viento era tal que no sólo me movía el trípode, sino que me movía a mi. Fue entretenido, pero hay caleta de imágenes que tienen un cierto bamboleo.
De vuelta en el muelle la luz estaba perfecta. Eran las 6 de la tarde y el sol acariciaba el mar dándole toda la fuerza a los colores. Aparte, compensando todas las cagadas que me mandé en la mañana en la tarde anduve prendido. Hice una toma que me encantó, pero creo que al capitán le va a cargar. Igual la voy a poner. A través de un vidrio se ve al piloto Marcelo en el puente de comando en un overshoulder. Sólo su cabeza está nítida. En el tercio superior se reflejan las nubes y en el inferior el mar. Lo que me fascinó es la ambigüedad de la toma. Tienes que mirarla atentamente varios segundos para entender qué es y lo maravilloso es que puedes entender distintas cosas, ya que no se ve claramente qué es reflejo y que está frente al lente. Luego que el barco zarpa pasa frente a Puerto Natales y desde ahí queda media hora de señal de celular. Toda la tripulación empieza a llamar a sus casas y a sus piernas (así es como se llama a las esposas / pololas / parejas en el barco). Es un momento triste. Estamos todos pegados al teléfono tratando de decirlas las últimas palabras a nuestra gente en cinco días. Ese momento es el último contacto que tenemos con la realidad.
De ahí me puse a conversar con unos gringos. Un doctor de Chicago (nop, nada que ver con E.R) contó su experiencia en Vietnam. Lo reclutaron recién salido de la universidad y lo tenían en un barco que no tenía equipamiento médico, por lo que cuando llegaba un herido su pega era derivarlo a un hospital en tierra. Contó toda la desorganización y estupidez gringa en la indochina durante los cinco meses que estuvo ahí en 1969. Posteriormente hablamos de política internacional gringa. Ellos eran muy anti – bush, así que fue entretenido. Me preguntaron por Bolivia y Venezuela y me mandé un speech como analista internacional. Me dio la impresión que se compraron mis mentiras (ir a periodismo internacional no fue una pérdida de tiempo).
Día 25
Lo mejor que llegó en este crucero es la doctora. Aparte de ser simpática, es muy bonita. No es exuberantemente rica, sino que piolamente muy agradable para la vista (supongo que también para los otros sentidos); aparte es joven (como 30 años). Anda con su cabra chica que es muy tierna y, lamentablemente, con su esposo / pareja o novio. Es muy cuática su historia porque es de Arica, estudió en Santiago en la Chile y ahora está viviendo en Punta Arenas porque su pareja es geólogo y trabaja en la ENAP. Conversamos en el desayuno y un rato frente al glaciar Amalia. Quiero hacerme amigo de ella para así tener donde llegar en Punta Arenas. Lo que si tengo que calibrar es ser amistoso y no jote (por más que ella merezca ser joteada), ya que en ese caso su pareja no me dejará acercarme a 100 metros a la redonda.
Las condiciones para grabar eran pésimas. En un punto empezó a granizar. El contraste del cielo con el brillo de los glaciares hacía que controlar la exposición fuese una constante apuesta… y el viento que había… ¡ufff que había viento! En el puente me puse a conversar con Marcelo y le pregunté cual era el mayor viento con el que había navegado en este barco. Como 55 nudos – contestó. Al rato voy al indicador del anemómetro y veo 60 nudos. Esos son más de 100 km/h. De hecho, hoy es la primera vez que siento que el barco se menea de a de veraz. En eso llegó el capitán y empezó a conversar del libro que estaba leyendo en el cual una periodista demostraba que la virgen María no era virgen. Que posiblemente Jesús era un extraterrestre e, insistía que Darwin era un copión. Es curioso, pero uno dice algo cuando él está hablando, te mira dos segundos y después sigue con lo que estaba. Es un gran monologador. Al rato partió a su cabina y volvió con el libro y nos leyó una cita. No me acuerdo exactamente, pero decía que en relación a Jesús y María la única certeza que tenemos es el quizás. Que el quizás, en el fondo, era lo que estaba en todos los momentos de nuestra vida. Me pareció una gran cita. Después el capitán nos vio y dijo: “¡Ya!, tómense el pisco sour, sino se va a perder!. Así que obligado a tomar. Le estoy agarrando cariño al viejo. Es imposible no hacerlo… y bueno, así es como ha construido su fortuna.
Después de la cena iba rumbo a la cabina y al pasar por la cocina veo que hay tres tipos pegados mirando al comedor. “¡Uhhh, que rica la doctorcita!” – me comenta Suazo. Para quebrarme le doy toda la info que tengo sobre ella y reflexiono: Esta semana vamos a caer todos enfermos (los doctores rotan cada semana).
En la tarde edité rápido y me arranqué a la cabina para una siesta de 20 minutos. Me quedé dormido de inmediato. Soñé que estaba en la U y me encontraba con amigos. Me acuerdo de la Fla-k, la Evelyn y la Mari. Una de ellas me dice: Eres un fantasma, tu tienes que estar navegando ahora. Luego vamos a una parte del campus Juan Gómez Millas que tiene un muelle en el que estaba atracado mi barco y nos ponemos a carretear en la popa. También estaban los cabros que trabajan de camareros. En eso, ya curados, ellos corren unas tablas y se caen al agua. Yo no sé si correr a avisar que hay hombre al agua o tratar de ayudarlos para que pase piola y no se los caguen. En eso escucho una alarma ensordecedora y me despierto. Faltaba un par de minutos para que sonara el celular. La alarma que me despertó sólo estuvo en el sueño.
Día 26
Los días siguen siendo muy largos. Por ejemplo, me estaba quedando dormido editando y fui a la cabina a una siesta. Como estaba apurado sólo podía dormir 10 minutos. Al sonar la alarma del celular pensé que era otro día, pero no; sólo habían pasado algunos minutos.
En la mañana hacía mucho frío. Hoy tocó paseo en bote al glaciar Pio XI. Mi compañero me pidió que él empezara grabando y yo tomando fotos. Cuando me pasó la cámara mis dedos se empezaron a poner rojos y luego azules. Del glaciar caía un viento gélido. Llegó a ser tanto que cuando tomé la cámara del mango para hacer una toma a ras de agua me costó pescarla. Estaba perdiendo sensibilidad en las manos. Lo mejor de la mañana es que cayó tremendo pedazo de glaciar frente a nosotros y lo agarré con un encuadre decente.
El otro día estaba pensando que una de mis opciones para el próximo año era postular a una beca y estudiar afuera, pero me estoy dando cuenta que aún en Londres o en USC era imposible que aprendiera más que acá. Bueno, de audiovisual no aprenderé mucho, pero creo que he aprendido mucho de la vida. Hoy me sorprendió el desarrollo que ha tenido mi instinto de supervivencia. Ayer, dije, me tengo que hacer amigo de la doctora y su esposo (si están casados – en realidad ella no es tan rica, pero es muy tierna y a uno le dan ganas de regalonear con ella y eso es justo lo que necesito aquí y ahora) para tener donde llegar en Punta Arenas. De vuelta en el barco me puse a conversar con Álvaro y, sin que se lo preguntara, me dijo que intercambiáramos datos para que nos juntáramos cuando fuera a la capital de la XII región.
En la tarde edité y al preparar las cosas para el desembarco en Puerto Edén me encontré con la Señora. “Mijito, se lo voy a decir una vez no más, usted se va a tener que afeitar porque no puede andar así (así es con una barba de candado). Quedé marcando ocupado. Mi compañero me miró y dijo: “Don’t take it too serious”. Al rato después me comentó “Admiro tu capacidad para contener la rabia”. “lo sé… me hace pésimo” ¡Maldición! Tienen el control sobre tu vida, completo control sobre tu vida-. Aparte de tratar de tener algo de estilo (lo que es muy difícil teniendo que usar camisas en tonos pasteles) yo odio afeitarme. No lo hacía hace 3 años. Además lo hago muy mal y termino entero cortado. Este tipo de vello facial me salvaba de afeitarme en dos lugares particularmente críticos.
En Puerto Edén iba con la mierda ardiendo, como dice mi padre. Mi compañero me dijo: “Anda a hablar con el jefe” (todos le dicen jefe, pero a mi me da no sé que y le digo capitán). Si, apenas vuelva al barco hablo con él – pensé - y como me está agarrando buena, lo puede dejar pasar. Después recordé la materia de Relaciones Internacionales (¡wow! Esta semana me he sorprendido porque parece que la universidad fue útil) y apliqué los escenarios prospectivos para los cursos de acción:
1.- Estilo Esteban: No le digo nada a nadie y sigo igual
Pro: puede pasar piola
Contra: la vieja me va a odiar y puede hacer escándalo.
2.- Estilo sumiso: Quedarme callado y afeitarme
Pro: la vieja no me huevea
Contra: Voy a estar una semana echando chuchadas
3.- Que el capitán decida. Parece la más lógica
Pro: Captain’s word is law. Si gano, gano. Si pierdo es palabra de Dios.
Contra: Si el capitán revierte la medida de la Señora, la vieja me odiara por siempre.
Caminar me hizo muy bien. Principalmente para darme cuenta que tengo que pelear las peleas que valgan la pena y no dejar que las nimiedades me afecten. A mi se me pasa la rabia rápido. Además, escribir y saber que me leen es como abrir una puerta a mi mundo y eso me alivia enormemente. Así que decidí por la opción 2, pero con variante. Me dejaré un bigote indecente.
Al volver a editar sentía que el material no estaba bueno y que la gente no iba a enganchar con el video en la muestra. Sin embargo gustó mucho. Especialmente a un Hondureño y a un grupo de brasileros. Estos me dijeron: “Voce e melhor que Coppola” y que merecía el Oscar a mejor fotografía (para los registros estaban bien arriba de la pelotiña). Ante eso sólo pude concluir que no soy un muy buen camarógrafo, pero monto muuuuuuuuuy bien. (ja!, eso querría).
Día 27
Me resfrié. Había propuesto no hacerlo, pero ayer el frío fue demasiado. Este año no me había enfermado nunca y una vez pasado agosto me dije: “Este año saldrás invicto, ya pasó el invierno”. Pero no señor, llegué a las tierras del invierno eterno. En la mañana me afeité la polémica barba y me dejé un bigote que se francamente grotesco (me pongo lentes y parece de esas máscaras de sorpresa de cabro chico). El fiordo Calvo estaba tan hermoso como siempre. En la cabina del bote se discutió ampliamente sobre el incidente de mi vello facial. Decían que estaba mal y que debía habérmelo dejado. Que la señora estaba midiendo fuerzas conmigo y quería ver si me podía mandar. Yo argumentaba que no quería atados por cosas chicas. Después de todo mi situación laboral es un tanto precaria. Todavía no firmo contrato, no tengo seguro de ningún tipo y si al capitán se le ocurre me puede dejar botado en la mierda del mundo. Es decir, soy un Derrick Miller cualquiera. De hecho, uno de los alivios al recibir mi primer sueldo es que ahora tengo plata para poder volver a Santiago.
Después de grabar me puse a conversar con un Hondureño. El tipo es muy buena onda, es profesor universitario y su hijo estudia animación digital en EEUU. Me dio buenos consejos para la vida; como que esté un par de temporadas y ahorre, pero que no me haga adicto a la plata y que por eso me quedé más años acá. Que después haga un posgrado y no tema en endeudarme, porque después me traerá réditos. Me dijo que le gustó mucho el video y que le alegra que el capitán reconozca mi trabajo. ¿Aló? Hello? I beg your pardon? “En la mañana le comenté al capitán de tu video y me dijo, si Esteban hace muy buenas filmaciones…” Lo divertido es que el capitán sólo vio el pedazo del primer video y lo encontró pésimo. Ese comentario al big boss me cae muy bien, muy bien. ¡Grande Honduras! Siempre voy a tener un especial aprecio por este país.
En el almuerzo me empecé a sentir como las pelotas. Dormí siesta con despertador, pero se me pasó el reloj. Por suerte alcancé a editar. En estado zombie, pero editar. En la tarde fui a un lugar increíble, pero la verdad que no me siento como para escribir más… ¡fucking resfrío!
Día 28
Desperté un poco mejor, lo único que quería es que hubiera buen tiempo. Miré desde mi cabina al fiordo de las montañas y estaba lloviendo. Así que ponerle el condón a la cámara (así es como llamamos al recubrimiento para que no se moje) y salir en el bote. Por suerte apenas tocamos tierra y caminábamos hacia el glaciar Bernal dejó de llover y empezó a salir un poquito del sol. Eso me alivió un poco, pero estaba chato. Quería quedarme en cama, no tener que grabar nada. Pero no se puede. Una vez que volvíamos del glaciar se largó a llover en serio. Para peor cuando llegamos al bote a este se le había echado a perder el motor y tuve que estar su buen rato mojándome hasta que llegara el bote de repuesto. De ahí a grabar un poco más del trayecto en el barco, almorzar y ponerse a editar.
Por suerte la pude hacer muy corta y a las 3 de la tarde estaba listo. Es decir, el computador tenía que trabajar codificando los dvd’s. En eso salgo de la oficina y veo que salió el sol y que hay un día precioso. Salgo a cubierta y deben haber hecho sus 12 grados. Poco viento y cielos tan azules como podrían ser. Como no había ningún pasajero, me subí en un pontón y me recosté a ver el cielo. Al rato nos acercamos al paso Kirke. Esa es la indicación de que casi llegamos. Es una angostura de unos 80 metros que después se abre hacia un canal mucho más amplio. Respiré hondo y tomé conciencia donde estaba y la belleza que me rodeaba. Ahí me di cuenta que estaba tan lejos de mi vida.
Al volver a la oficina los dvd’s estaban listos y había que sacar las copias. El proceso de vender tiene una dimensión estresante y una maravillosa. Es estresante porque me di cuenta que yo les importo en función de que venda videos. Sino vendo suficientes, probablemente busquen a otros. Por otro lado, cada video vendido conlleva una comisión y ver cuando llegan los pedidos y se van acumulando es maravilloso. Yo había pronosticado 12 dvd’s para el viaje. A las 4 de la tarde habían 11 pedidos. Después que bajé me encontré con otro y después llegaron dos gringos que pedían más. Para antes de la cena tenía otros 3 pedidos para completar 17. Tenía razón el hondureño, el dinero es adictivo. Como todas las cosas adictivas te generan una sensación de placer inmensa, pero al largo plazo consecuencias nefastas. Me di cuenta que mi percepción de la vida siempre era cualitativa. Mis desafíos estaban enfocados al cómo. Cómo cuento esa historia, cómo puedo pasarlo bien con mis amigos, cómo puedo ser feliz. Ahora estoy en una estructura que todos es cuánto: cuántos minutos dura, cuántas ventas hiciste, cuántas temporadas llevas. Creo que ese ha sido uno de los mayores quiebres epistémicos a los que me he tenido que enfrentar.
Posteriormente a arreglarse para la cena del capitán. El capitán suele dar speeches para todos los pasajeros. Algunos en los que dice cosas ciertas, pero otros fuera de contexto e incluso delirantes. En la despedida de los pasajeros comenzó hablando de lo maravilloso de la Patagonia, de los recursos que tiene y como en 30 años más se va a instalar en esos canales el alimento del futuro: el salmón. Y habló como 5 minutos de los beneficios que trae el salmón y que ésta será la comida del futuro. Si el señor tuviera algo de visión de futuro entendería que en el momento en que se llene de salmoneras estos fiordos que contaminan como ya lo hacen en Chiloé, su negocio de navegar por territorios prístinos se le va a terminar (traten de ver el documental “Ovas de Oro” ahí explican bien el cuento – ese nos ganó en el festival de Valparaíso).
Después la cena, tan grotesca como siempre. Nuevamente comí sanamente. Sólo carnes blancas: ostiones y centollas. El capitán empezó a reclamar contra el pronóstico del tiempo. “¡No tienen idea! El pronóstico de hoy era una basura, ¿cierto Marcelo?”. El piloto Marcelo contesta “Si, si.” Le pregunto a Marcelo que decía el pronóstico: “Ni lo vi”. Con mi compañero nos cagamos de la risa. Y bueno, esa es la forma de lidiar con el capitán. Es igual que un tempano. Es mejor pasar por su lado que chocar con él e intentar romperlo.” Después de la cena vino el baile. Yo estaba con un ojo mirando hacia la pista de baile, con otro viendo el final del partido de Chile y con otro copiando dvd’s. En una mi compañero se tira una canción que me llevó a otro lugar. No me acuerdo del nombre, ni quien la canta, pero se la letra dice “no tiene talento, pero es buena moza”. Inmediatamente me acordé de Oñoico. Lo divertido es que la oficina tiene un cierto parecido con la sala de radio de Oñoico a donde fui a trabajos voluntarios el 2002 y el 2003. La primera vez anduve con una niña que se llamaba Orietta. A mi me carga bailar, pero parece que yo le caí en gracia y bailábamos todas las noches. Ella bailaba muy bien y al final de los trabajos mejoré bastante. Era bonita, tenía unos ojazos cafés tremendos. Fue curioso, porque sólo el último día nos dimos un beso (lamentablemente nada más) y, aunque nos gustábamos, no nos vimos nunca más. Me pareció tan extraño sentir una reacción entre el lugar más precario el que he estado y, probablemente, el más sofisticado. Pero la canción era la misma y me llevó a acordarme de Oñoico y ponerme a pensar ¿qué será de ella? A toda esta gente con los que pasé una semana tampoco la volveré a ver nunca más en mi vida.
Después se apagaron las luces. Con mi compañero fuimos al bar y tránfugamente le pedimos al barman que nos hiciera una ron cola. Subimos al bar de popa y nos pusimos a ver Mea Culpa. Otro viaje que termina bien. Quedan cerca de 25.
4864 millas náuticas
De nuevo en el mar. Se siente tan bien. Una semana en tierra y ya me estaban saliendo raíces. Me desperté con muchas ganas en la mañana para ir a grabar a Torres del Paine. El día estaba frío con lluvia y mucho viento. A mi me encanta grabar con condiciones adversas, pero lo cierto es que el mal tiempo complica enormemente la pega. De hecho, la gente apenas se bajaba del bus. Cuando llegamos al lago Nordenskjöld la fuerza del viento era tal que no sólo me movía el trípode, sino que me movía a mi. Fue entretenido, pero hay caleta de imágenes que tienen un cierto bamboleo.
De vuelta en el muelle la luz estaba perfecta. Eran las 6 de la tarde y el sol acariciaba el mar dándole toda la fuerza a los colores. Aparte, compensando todas las cagadas que me mandé en la mañana en la tarde anduve prendido. Hice una toma que me encantó, pero creo que al capitán le va a cargar. Igual la voy a poner. A través de un vidrio se ve al piloto Marcelo en el puente de comando en un overshoulder. Sólo su cabeza está nítida. En el tercio superior se reflejan las nubes y en el inferior el mar. Lo que me fascinó es la ambigüedad de la toma. Tienes que mirarla atentamente varios segundos para entender qué es y lo maravilloso es que puedes entender distintas cosas, ya que no se ve claramente qué es reflejo y que está frente al lente. Luego que el barco zarpa pasa frente a Puerto Natales y desde ahí queda media hora de señal de celular. Toda la tripulación empieza a llamar a sus casas y a sus piernas (así es como se llama a las esposas / pololas / parejas en el barco). Es un momento triste. Estamos todos pegados al teléfono tratando de decirlas las últimas palabras a nuestra gente en cinco días. Ese momento es el último contacto que tenemos con la realidad.
De ahí me puse a conversar con unos gringos. Un doctor de Chicago (nop, nada que ver con E.R) contó su experiencia en Vietnam. Lo reclutaron recién salido de la universidad y lo tenían en un barco que no tenía equipamiento médico, por lo que cuando llegaba un herido su pega era derivarlo a un hospital en tierra. Contó toda la desorganización y estupidez gringa en la indochina durante los cinco meses que estuvo ahí en 1969. Posteriormente hablamos de política internacional gringa. Ellos eran muy anti – bush, así que fue entretenido. Me preguntaron por Bolivia y Venezuela y me mandé un speech como analista internacional. Me dio la impresión que se compraron mis mentiras (ir a periodismo internacional no fue una pérdida de tiempo).
Día 25
Lo mejor que llegó en este crucero es la doctora. Aparte de ser simpática, es muy bonita. No es exuberantemente rica, sino que piolamente muy agradable para la vista (supongo que también para los otros sentidos); aparte es joven (como 30 años). Anda con su cabra chica que es muy tierna y, lamentablemente, con su esposo / pareja o novio. Es muy cuática su historia porque es de Arica, estudió en Santiago en la Chile y ahora está viviendo en Punta Arenas porque su pareja es geólogo y trabaja en la ENAP. Conversamos en el desayuno y un rato frente al glaciar Amalia. Quiero hacerme amigo de ella para así tener donde llegar en Punta Arenas. Lo que si tengo que calibrar es ser amistoso y no jote (por más que ella merezca ser joteada), ya que en ese caso su pareja no me dejará acercarme a 100 metros a la redonda.
Las condiciones para grabar eran pésimas. En un punto empezó a granizar. El contraste del cielo con el brillo de los glaciares hacía que controlar la exposición fuese una constante apuesta… y el viento que había… ¡ufff que había viento! En el puente me puse a conversar con Marcelo y le pregunté cual era el mayor viento con el que había navegado en este barco. Como 55 nudos – contestó. Al rato voy al indicador del anemómetro y veo 60 nudos. Esos son más de 100 km/h. De hecho, hoy es la primera vez que siento que el barco se menea de a de veraz. En eso llegó el capitán y empezó a conversar del libro que estaba leyendo en el cual una periodista demostraba que la virgen María no era virgen. Que posiblemente Jesús era un extraterrestre e, insistía que Darwin era un copión. Es curioso, pero uno dice algo cuando él está hablando, te mira dos segundos y después sigue con lo que estaba. Es un gran monologador. Al rato partió a su cabina y volvió con el libro y nos leyó una cita. No me acuerdo exactamente, pero decía que en relación a Jesús y María la única certeza que tenemos es el quizás. Que el quizás, en el fondo, era lo que estaba en todos los momentos de nuestra vida. Me pareció una gran cita. Después el capitán nos vio y dijo: “¡Ya!, tómense el pisco sour, sino se va a perder!. Así que obligado a tomar. Le estoy agarrando cariño al viejo. Es imposible no hacerlo… y bueno, así es como ha construido su fortuna.
Después de la cena iba rumbo a la cabina y al pasar por la cocina veo que hay tres tipos pegados mirando al comedor. “¡Uhhh, que rica la doctorcita!” – me comenta Suazo. Para quebrarme le doy toda la info que tengo sobre ella y reflexiono: Esta semana vamos a caer todos enfermos (los doctores rotan cada semana).
En la tarde edité rápido y me arranqué a la cabina para una siesta de 20 minutos. Me quedé dormido de inmediato. Soñé que estaba en la U y me encontraba con amigos. Me acuerdo de la Fla-k, la Evelyn y la Mari. Una de ellas me dice: Eres un fantasma, tu tienes que estar navegando ahora. Luego vamos a una parte del campus Juan Gómez Millas que tiene un muelle en el que estaba atracado mi barco y nos ponemos a carretear en la popa. También estaban los cabros que trabajan de camareros. En eso, ya curados, ellos corren unas tablas y se caen al agua. Yo no sé si correr a avisar que hay hombre al agua o tratar de ayudarlos para que pase piola y no se los caguen. En eso escucho una alarma ensordecedora y me despierto. Faltaba un par de minutos para que sonara el celular. La alarma que me despertó sólo estuvo en el sueño.
Día 26
Los días siguen siendo muy largos. Por ejemplo, me estaba quedando dormido editando y fui a la cabina a una siesta. Como estaba apurado sólo podía dormir 10 minutos. Al sonar la alarma del celular pensé que era otro día, pero no; sólo habían pasado algunos minutos.
En la mañana hacía mucho frío. Hoy tocó paseo en bote al glaciar Pio XI. Mi compañero me pidió que él empezara grabando y yo tomando fotos. Cuando me pasó la cámara mis dedos se empezaron a poner rojos y luego azules. Del glaciar caía un viento gélido. Llegó a ser tanto que cuando tomé la cámara del mango para hacer una toma a ras de agua me costó pescarla. Estaba perdiendo sensibilidad en las manos. Lo mejor de la mañana es que cayó tremendo pedazo de glaciar frente a nosotros y lo agarré con un encuadre decente.
El otro día estaba pensando que una de mis opciones para el próximo año era postular a una beca y estudiar afuera, pero me estoy dando cuenta que aún en Londres o en USC era imposible que aprendiera más que acá. Bueno, de audiovisual no aprenderé mucho, pero creo que he aprendido mucho de la vida. Hoy me sorprendió el desarrollo que ha tenido mi instinto de supervivencia. Ayer, dije, me tengo que hacer amigo de la doctora y su esposo (si están casados – en realidad ella no es tan rica, pero es muy tierna y a uno le dan ganas de regalonear con ella y eso es justo lo que necesito aquí y ahora) para tener donde llegar en Punta Arenas. De vuelta en el barco me puse a conversar con Álvaro y, sin que se lo preguntara, me dijo que intercambiáramos datos para que nos juntáramos cuando fuera a la capital de la XII región.
En la tarde edité y al preparar las cosas para el desembarco en Puerto Edén me encontré con la Señora. “Mijito, se lo voy a decir una vez no más, usted se va a tener que afeitar porque no puede andar así (así es con una barba de candado). Quedé marcando ocupado. Mi compañero me miró y dijo: “Don’t take it too serious”. Al rato después me comentó “Admiro tu capacidad para contener la rabia”. “lo sé… me hace pésimo” ¡Maldición! Tienen el control sobre tu vida, completo control sobre tu vida-. Aparte de tratar de tener algo de estilo (lo que es muy difícil teniendo que usar camisas en tonos pasteles) yo odio afeitarme. No lo hacía hace 3 años. Además lo hago muy mal y termino entero cortado. Este tipo de vello facial me salvaba de afeitarme en dos lugares particularmente críticos.
En Puerto Edén iba con la mierda ardiendo, como dice mi padre. Mi compañero me dijo: “Anda a hablar con el jefe” (todos le dicen jefe, pero a mi me da no sé que y le digo capitán). Si, apenas vuelva al barco hablo con él – pensé - y como me está agarrando buena, lo puede dejar pasar. Después recordé la materia de Relaciones Internacionales (¡wow! Esta semana me he sorprendido porque parece que la universidad fue útil) y apliqué los escenarios prospectivos para los cursos de acción:
1.- Estilo Esteban: No le digo nada a nadie y sigo igual
Pro: puede pasar piola
Contra: la vieja me va a odiar y puede hacer escándalo.
2.- Estilo sumiso: Quedarme callado y afeitarme
Pro: la vieja no me huevea
Contra: Voy a estar una semana echando chuchadas
3.- Que el capitán decida. Parece la más lógica
Pro: Captain’s word is law. Si gano, gano. Si pierdo es palabra de Dios.
Contra: Si el capitán revierte la medida de la Señora, la vieja me odiara por siempre.
Caminar me hizo muy bien. Principalmente para darme cuenta que tengo que pelear las peleas que valgan la pena y no dejar que las nimiedades me afecten. A mi se me pasa la rabia rápido. Además, escribir y saber que me leen es como abrir una puerta a mi mundo y eso me alivia enormemente. Así que decidí por la opción 2, pero con variante. Me dejaré un bigote indecente.
Al volver a editar sentía que el material no estaba bueno y que la gente no iba a enganchar con el video en la muestra. Sin embargo gustó mucho. Especialmente a un Hondureño y a un grupo de brasileros. Estos me dijeron: “Voce e melhor que Coppola” y que merecía el Oscar a mejor fotografía (para los registros estaban bien arriba de la pelotiña). Ante eso sólo pude concluir que no soy un muy buen camarógrafo, pero monto muuuuuuuuuy bien. (ja!, eso querría).
Día 27
Me resfrié. Había propuesto no hacerlo, pero ayer el frío fue demasiado. Este año no me había enfermado nunca y una vez pasado agosto me dije: “Este año saldrás invicto, ya pasó el invierno”. Pero no señor, llegué a las tierras del invierno eterno. En la mañana me afeité la polémica barba y me dejé un bigote que se francamente grotesco (me pongo lentes y parece de esas máscaras de sorpresa de cabro chico). El fiordo Calvo estaba tan hermoso como siempre. En la cabina del bote se discutió ampliamente sobre el incidente de mi vello facial. Decían que estaba mal y que debía habérmelo dejado. Que la señora estaba midiendo fuerzas conmigo y quería ver si me podía mandar. Yo argumentaba que no quería atados por cosas chicas. Después de todo mi situación laboral es un tanto precaria. Todavía no firmo contrato, no tengo seguro de ningún tipo y si al capitán se le ocurre me puede dejar botado en la mierda del mundo. Es decir, soy un Derrick Miller cualquiera. De hecho, uno de los alivios al recibir mi primer sueldo es que ahora tengo plata para poder volver a Santiago.
Después de grabar me puse a conversar con un Hondureño. El tipo es muy buena onda, es profesor universitario y su hijo estudia animación digital en EEUU. Me dio buenos consejos para la vida; como que esté un par de temporadas y ahorre, pero que no me haga adicto a la plata y que por eso me quedé más años acá. Que después haga un posgrado y no tema en endeudarme, porque después me traerá réditos. Me dijo que le gustó mucho el video y que le alegra que el capitán reconozca mi trabajo. ¿Aló? Hello? I beg your pardon? “En la mañana le comenté al capitán de tu video y me dijo, si Esteban hace muy buenas filmaciones…” Lo divertido es que el capitán sólo vio el pedazo del primer video y lo encontró pésimo. Ese comentario al big boss me cae muy bien, muy bien. ¡Grande Honduras! Siempre voy a tener un especial aprecio por este país.
En el almuerzo me empecé a sentir como las pelotas. Dormí siesta con despertador, pero se me pasó el reloj. Por suerte alcancé a editar. En estado zombie, pero editar. En la tarde fui a un lugar increíble, pero la verdad que no me siento como para escribir más… ¡fucking resfrío!
Día 28
Desperté un poco mejor, lo único que quería es que hubiera buen tiempo. Miré desde mi cabina al fiordo de las montañas y estaba lloviendo. Así que ponerle el condón a la cámara (así es como llamamos al recubrimiento para que no se moje) y salir en el bote. Por suerte apenas tocamos tierra y caminábamos hacia el glaciar Bernal dejó de llover y empezó a salir un poquito del sol. Eso me alivió un poco, pero estaba chato. Quería quedarme en cama, no tener que grabar nada. Pero no se puede. Una vez que volvíamos del glaciar se largó a llover en serio. Para peor cuando llegamos al bote a este se le había echado a perder el motor y tuve que estar su buen rato mojándome hasta que llegara el bote de repuesto. De ahí a grabar un poco más del trayecto en el barco, almorzar y ponerse a editar.
Por suerte la pude hacer muy corta y a las 3 de la tarde estaba listo. Es decir, el computador tenía que trabajar codificando los dvd’s. En eso salgo de la oficina y veo que salió el sol y que hay un día precioso. Salgo a cubierta y deben haber hecho sus 12 grados. Poco viento y cielos tan azules como podrían ser. Como no había ningún pasajero, me subí en un pontón y me recosté a ver el cielo. Al rato nos acercamos al paso Kirke. Esa es la indicación de que casi llegamos. Es una angostura de unos 80 metros que después se abre hacia un canal mucho más amplio. Respiré hondo y tomé conciencia donde estaba y la belleza que me rodeaba. Ahí me di cuenta que estaba tan lejos de mi vida.
Al volver a la oficina los dvd’s estaban listos y había que sacar las copias. El proceso de vender tiene una dimensión estresante y una maravillosa. Es estresante porque me di cuenta que yo les importo en función de que venda videos. Sino vendo suficientes, probablemente busquen a otros. Por otro lado, cada video vendido conlleva una comisión y ver cuando llegan los pedidos y se van acumulando es maravilloso. Yo había pronosticado 12 dvd’s para el viaje. A las 4 de la tarde habían 11 pedidos. Después que bajé me encontré con otro y después llegaron dos gringos que pedían más. Para antes de la cena tenía otros 3 pedidos para completar 17. Tenía razón el hondureño, el dinero es adictivo. Como todas las cosas adictivas te generan una sensación de placer inmensa, pero al largo plazo consecuencias nefastas. Me di cuenta que mi percepción de la vida siempre era cualitativa. Mis desafíos estaban enfocados al cómo. Cómo cuento esa historia, cómo puedo pasarlo bien con mis amigos, cómo puedo ser feliz. Ahora estoy en una estructura que todos es cuánto: cuántos minutos dura, cuántas ventas hiciste, cuántas temporadas llevas. Creo que ese ha sido uno de los mayores quiebres epistémicos a los que me he tenido que enfrentar.
Posteriormente a arreglarse para la cena del capitán. El capitán suele dar speeches para todos los pasajeros. Algunos en los que dice cosas ciertas, pero otros fuera de contexto e incluso delirantes. En la despedida de los pasajeros comenzó hablando de lo maravilloso de la Patagonia, de los recursos que tiene y como en 30 años más se va a instalar en esos canales el alimento del futuro: el salmón. Y habló como 5 minutos de los beneficios que trae el salmón y que ésta será la comida del futuro. Si el señor tuviera algo de visión de futuro entendería que en el momento en que se llene de salmoneras estos fiordos que contaminan como ya lo hacen en Chiloé, su negocio de navegar por territorios prístinos se le va a terminar (traten de ver el documental “Ovas de Oro” ahí explican bien el cuento – ese nos ganó en el festival de Valparaíso).
Después la cena, tan grotesca como siempre. Nuevamente comí sanamente. Sólo carnes blancas: ostiones y centollas. El capitán empezó a reclamar contra el pronóstico del tiempo. “¡No tienen idea! El pronóstico de hoy era una basura, ¿cierto Marcelo?”. El piloto Marcelo contesta “Si, si.” Le pregunto a Marcelo que decía el pronóstico: “Ni lo vi”. Con mi compañero nos cagamos de la risa. Y bueno, esa es la forma de lidiar con el capitán. Es igual que un tempano. Es mejor pasar por su lado que chocar con él e intentar romperlo.” Después de la cena vino el baile. Yo estaba con un ojo mirando hacia la pista de baile, con otro viendo el final del partido de Chile y con otro copiando dvd’s. En una mi compañero se tira una canción que me llevó a otro lugar. No me acuerdo del nombre, ni quien la canta, pero se la letra dice “no tiene talento, pero es buena moza”. Inmediatamente me acordé de Oñoico. Lo divertido es que la oficina tiene un cierto parecido con la sala de radio de Oñoico a donde fui a trabajos voluntarios el 2002 y el 2003. La primera vez anduve con una niña que se llamaba Orietta. A mi me carga bailar, pero parece que yo le caí en gracia y bailábamos todas las noches. Ella bailaba muy bien y al final de los trabajos mejoré bastante. Era bonita, tenía unos ojazos cafés tremendos. Fue curioso, porque sólo el último día nos dimos un beso (lamentablemente nada más) y, aunque nos gustábamos, no nos vimos nunca más. Me pareció tan extraño sentir una reacción entre el lugar más precario el que he estado y, probablemente, el más sofisticado. Pero la canción era la misma y me llevó a acordarme de Oñoico y ponerme a pensar ¿qué será de ella? A toda esta gente con los que pasé una semana tampoco la volveré a ver nunca más en mi vida.
Después se apagaron las luces. Con mi compañero fuimos al bar y tránfugamente le pedimos al barman que nos hiciera una ron cola. Subimos al bar de popa y nos pusimos a ver Mea Culpa. Otro viaje que termina bien. Quedan cerca de 25.
6 Comments:
Qué bueno que montes muy bien; así, ¿cómo no te va a gustar tu pega?
Eisenstein, sacúdete en tu cripta (para los mal pensados, jaja)
Felicitaciones por los 17 DVDs!
Salud.
montar... es muy importante montar.
jjajajajjajajajjaja
Sobre el montaje, bueno... tengo algunas dudas, me gustaría que me explicaras con más precisión sobre tu técnica, porque entiendo que lo destacable es tu técnica, ¿no?.
Entonces, para precisar, quisiera más que nada un acercamiento cualitativo, es decir, una aproximación de carácter
empírico para aclarar ciertos puntos para aprender a montar bien. Quisiera saber si tu tienes algún tipo de facilidad o destreza para la ejecución de una enseñanza útil, enfatizando en la praxis por sobre la teoría, puesto que lo importante es que sepas enseñar a montar de forma óptima.
cuando vuelva a Santiago te muestro
Perfecto, pero ahora tengo otra duda: ¿la enseñanza incluye el uso práctico de la cámara?, si es así, describe brevemente su uso o participación.
¿Y qué me dices de "Show me the way" de Peter Frampton?
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