Especial de Navidad
13022 millas náuticas
Fotos navideñas
http://www.flickr.com/photos/63568587@N00/?saved=1
Día 97
Este fue el mejor día desde que estoy en la Patagonia. Me había contactado con la Mari y me dijo que llegaba a Natales en buses Fernández a las 10:30. Me arranqué rápido del barco y estaba ahí un rato antes. El bus se demoró mucho en llegar. Me ponía en medio de la calle y esperaba que pasara algo, pero nada. Me acordé de cuando llegué acá y como llovía, llovía y llovía. Cerca de las 11:15 llegó junto a otras dos amigas que van al Paine. Uffff, hace tiempo que no veía a mi gente. Fue una sensación de alivio inmenso. Tomamos las mochilas y fuimos en busca de un hostal donde quedarnos. Tenían un dato de un lugar muy piola y barato. Luego salimos a recorrer el pueblo. Fue muy entretenido mostrarle a alguien lo que veo cotidianamente cuando estoy en tierra. Obviamente una de las primeras paradas fue el cyber café y ahí me entendieron cuando digo que Internet es a leña. Le explicaba a la Mile que una de las primeras cosas que hago cuando vuelvo a tierra es conectarme a Internet para saber como seguía mi vida. ¿cómo te fue? – me preguntó. Me fue poco. “Cuando me vine después de cada vuelta tenía como 20 mails, ahora habían 3 y dos de esos eran spam.” “Así es… yo estuve trabajando 3 meses en Estados Unidos y al principio todos me escribían, pero después la gente se olvida.” – me dijo lapidariamente.
De ahí fuimos a almorzar al Masay. Suelo ir ahí, hacen unos sándwiches gigantescos. Siempre los pedía con bebida, ya que me da mucha lata tomar chela solo, pero ya que estaba acompañado le di a una Austral. Las niñas pidieron una cerveza de la zona que se llama Imperial, que no conocía. Después tuve que pedir una porque estaba muy buena. Seguimos recorriendo el pueblo, ya que querían comprar regalos. En eso me encuentro con Marcelo y Mario que me saludan y se sonríen. Hace un par de días cuando le pedí a Marcelo el día libre argumentando que venía una amiga a verme, me dijo que no había ningún problema: “Si vas a envainar no hay nada que hacer, así que desaparece”. Bueno, eso explicaba la sonrisa. Después de comprar nos fuimos por lugares extraños que no conocía de Natales y después invité a la Mari a conocer el barco. Fue entretenido el cruce de mundos. Creo que quedó sorprendida por la claustrofobia y la presencia del “gran hermano”. Cuando escuché el anuncio que el capitán estaba llegando le dije: “vámonos mejor, viene el big boss”. Así que nos fuimos caminando desde Puerto Bories hasta Natales. Siempre veía un café muy piola, donde también venden libros, pero nunca había ido, ya que me daba mucha lata tomarme un café sólo. El lugar era demasiado agradable. Me sentí completamente descansado, de hecho me olvidé que estaba acá. Fue como estar en Santiago. Hablamos harto rato mientras duró el café. Hablé de mis planes cuando termine con esto, de las cosas que se podrían hacer… fue un alivio existencial. Sentí, un poco, como podría ser mi vida después y me gustó mucho. En ese rato fui muy feliz. Fue un cliché, como esas películas de guerra donde los soldados en la trinchera empiezan a hacer planes de que van a hacer cuando vuelvan. Que se van a comprar una casa con cerco blanco, que se van a casar con la novia y acto seguido les llega un balazo y se mueren. Es un poco así, pero un poco distinto: acá no hay balas, ni tampoco novia esperando.
Las niñas tenían el problema de que las mochilas estaban demasiado pesadas para caminar, por lo que estaban liberando peso. Un rato después salimos a tomar un vino. Hay otro lugar en Natales que encontraba groso, se llama El Living, el dueño es un inglés y está frente a la plaza, van casi puros gringos y consiste en un pub con sillones muy agradables. Lo mismo, me daban ganas de ir, pero encontraba fome ir solo. Pedimos un vino y una tabla de queso, algo bastante adulto joven, pero bueno, si tengo sueldo de adulto fome algo de eso tendré que hacer. Fue un relajo muy grande. Después nos fuimos a recorrer los árboles de la plaza y nos juntamos con Pinda, otro cruce de mundos. Nos fuimos pa’l Chill – e. Ya arriba de la pelota nos fuimos al salón con un taca taca mientras le daba a una ron cola. Ahí llegó Óscar y de a poco fue llegando casi toda la tripulación. Cuando Álvaro llegó me dijo: “¿y por qué no contaste que tenías carrete?” Lo que traducido al español significa: “¿por qué no avisaste que andabai con minas?”. Al poco rato las amigas de la Mari se fueron, más tarde confesarían que se habían sentido joteadas (bueno, la proporción era como 10 a 3 y esos 10 llevan casi 4 meses embarcados). Con la Mari nos quedamos un rato más. En un momento llegó un tipo al local, sacó una cámara digital y dijo que por luca imprimía la foto. Acto seguido sacó de su mochila una impresora y le sacó un par de copias de las fotos. Curioso. Tipo 2, ya muerto de sueño emprendimos el retorno. Estaba lloviendo en Natales.
Día 98
Fue extraño despertar en Natales en un lugar distinto al barco. En la mañana estaba en pausa. Vinieron a buscar a las chicas a las 7:30 para ir al Paine. La despedida me dio una pena inmensa. Por suerte alcanzaré a ver a la Mari el próximo jueves. De todos modos me sentí súper solo. Como que me di cuenta que hasta mayo no veré de nuevo a mi gente. Entré sigilosamente al barco e hice como que trabajaba en la mañana. Era la noticia del día. Pensé que iban a tener material de hueveo por toda la temporada, pero pasó otra cosa, piensan que soy el cabrón del barco, ya que andaba con tres minas. De hecho, supe que el Óscar le dijo a mi compañero: “Oye, el Esteban me dejó chico…”. La hueá graciosa.
Me arranqué durante el almuerzo para arreglar unos asuntos en Santiago y para ir a buscar una encomienda de mi casa con regalos de Navidad. Estaba re’ buena, porque además venía una revista, diarios con reportajes de la muerte de Pinocho, partidos de Puente Alto, etc. Decidí no abrir los paquetes al tiro, para así tener papel de regalo que romper la noche del 24. Entre las cosas que me mandaron fue el nuevo disco de los Beatles: “Love”. Resulta ser que el Cirque du Soleil hizo su último espectáculo con pura música de los Fab Four, pero esta tuvo que ser arreglada para coordinarla con el show. Para mantener la fidelidad se hicieron una especie de remixes usando las grabaciones originales. Todo lo que está es tocado y cantado por los Beatles, pero a veces puesto en otro contexto. Trabajó en el George Martin productor histórico de los Beatles quien, en cierta medida, es responsable de las experimentaciones que se iniciaron en Rubber Soul (según yo, uno de los mejores discos de la banda y uno de los menos conocidos). Así que llegué al barco, puse el disco y me senté a escucharlo. Fue como ver una película. No pude hacer nada más mientras lo escuchaba. Los Beatles tienen una cualidad que ningún grupo actual logra: poner la música en primer plano. Es decir, uno siempre escucha música para relajarse, para conversar, para comer, pero no para escucharla sin hacer nada más. Los Beatles tienen un sonido que se apropia de todos tus sentidos, generando imágenes, sensaciones, olores, gustos. Es alucinante. Traten de escucharlo, sino escuchen cualquier cosa de los Beatles. Termina con “All you need is love”, canción que cada vez me gusta más. Es una melodía tan simple y pegajosa en apariencia, pero tiene capas subyacentes que la hacen ser maravillosa. Abre con la intro de la Marsellesa: liberté, egalité, fraternité. Luego tiene un clavecín puramente barroco. Suenan unas trompetas típicas de swing. Unos pianos jazzeros. Y terminando la canción cuando “love is all you need is love” se funde en un fade out en un ejercicio velazquiano se escucha un “she loves you yeah, yeah!” en una de las primeras citas en la historia de la música popular. Por lo cuál se puede establecer de manera fehaciente que hasta el hip hop es tributario de los Beatles.
En la noche llegó la familia del capitán para el asado. Viajan para pasar la navidad juntos. ¡Que entretenido! Yo pensaba que por lo menos al estar con otra gente que está lejos de casa haces causa común para obviar la nostalgia echando tallas. Ahora vamos a compartir la mesa con otra familia que celebra junta la navidad. Jo, jo, jo.
Día 99
Me desperté muy triste. Camino al Paine no quería nada. Ya no estoy pensando en mayo. Estoy pensando si vale la pena seguir. Tengo la idea que lo que me pasa no es sólo cansancio, sino que tengo una depresión en progreso, porque cada vez estoy con menos ganas. No me sentía así desde que estaba en el colegio. Ya que no me puedo ir a mi casa, lo único que quiero es hacerla lo más corta posible para estar echado en mi cabina y no tener que interactuar con nadie. Me estoy cuestionando si es sano seguir, si es que de verdad estoy camino a deprimirme; ¿esto se me pasara automáticamente cuando vuelva o me costará recuperarme? No quiero nada, de nada, de nada. Siento que ahora empezó la parte difícil, ahora es cuando tengo que aguantar los 120 días que quedan. Y no estoy seguro que pueda o que quiera hacerlo al costo que temo que pueda tener.
Cundo volvimos del paseo me fui a grabar el zarpe, pero no pasaba nada. Bajé y me dijeron que estaba la cagá con los vuelos y que los últimos pasajeros recién iban a llegar a las 6:30 a Punta Arenas, por lo que íbamos a zarpar tipo 9. Ese rato de nada fue muy agradable. Había harta gente en la popa echando la talla. Natales estaba bonito, había algo de sol. Fue muy agradable que se rompiera la rutina. Hubo un pequeño momento de nada que todos disfrutamos. Ya zarpando empezó a quedar el caos. El barco va lleno y hay un montón de pasajeros que tienen atados y que estaban pidiendo hueás. Mi compañero me explicó el perfil de los pasajeros de Navidad, por una parte son familias (hay unas cuantas) y con eso no hay atados, el resto son viejos que nadie quiere porque son jodidos, entonces hacen este tipo de viajes en esta época para no estar solos. Parece que todos vamos a tener una muy feliz navidad.
Día 100
Pensé que no iba a llegar el día 100. Pero llegó y justo en Navidad. El día de hoy fue extremadamente aburrido, como ayer salimos tarde llegamos a las 10:30 al glaciar Amalia, el capitán la hizo muy corta y partió rumbo al fiordo Antrim, pero ya íbamos atrasados, así que no iba a haber paseo. En la tarde leí mucho. La Mari me regaló un libro sobre la cultura y el deporte en el Chile desarrollista que escribió Eduardo Santa Cruz. Tenía una intro teórica que normalmente me hubiese aburrido mucho, no ahora. Ahora me encanta leer cosas que me hagan trabajar el mate, que me obliguen a pensar para poder salir de los clautrofóbicos espacios en los que estoy viviendo. Aparte, el otro día tomé conciencia de lo superficial que es mi trabajo, así que si no hago trabajar la piña se me va a secar. También aproveché de dormir lo más posible. Estaba más triste que la chucha, sólo quería que pasara rápido, rápido.
Como a las 7:30 pasó un camarero repartiendo las galletas que la señora hace para regalarle a la tripulación en Navidad. Estaban re’ buenas, casi me bajo la bolsa leyendo. Una hora antes de la cena llegó mi compañero a la cabina y nos quedamos leyendo esperando para el trámite. Comentamos de lo grinchesco que era todo esto. De repente me preguntó: ¿Cuándo te viniste pensabas que iba a ser tan difícil esto?. Casi sin pensar contesté: “no, pensé que iba a ser peor”. Es cierto, especialmente en cuanto al trabajo yo creía que iba a ser mucho más complicado, más demandante que iba a poder dormir menos de lo que lo hago. Sabía también que iba a ser emocionalmente duro, pero no lo había experimentado, ahora que lo estoy experimentando no me gusta para nada.
Sin que nadie lo quisiera llegó el momento del pavo asado con puré de manzana y papas duquesas. Lo mismo que todas las navidades en mi casa, pero lejos. Pasar la navidad solo debe ser fome, pero por último si hubiese estado trabajando con otra gente en mi misma onda, simplemente hubiese obviado el día y me voy a dormir temprano. No podía tenía que pasar por el fucking rito, pero con otra familia. Peor aún, con la familia de tu jefe. No me gusta la Navidad, si me preguntan cual fue tu mejor Navidad no sabría que decir, pero ciertamente si me preguntan cual fue la peor esta tiene el número uno asegurado. En resumen fue re’ triste. Marcelo también estaba apestado, pero se pudo largar. Luego hubo fiesta, yo me puse a editar y como era poco lo que faltaba puse los Beatles a todo chancho mientras la gente bailaba. A las 12 pasaron con una copa de champagne. No tenía motivos para brindar. Me escondí en mi oficina, pero igual llegó el capitán, la señora y mi compañero para saludarme. A este último le entregué un regalo y luego fui a mi cabina a abrir los que me habían mandado de mi casa. Estaban muy buenos, Seb me regaló un libro con entrevistas a Felini y mi mamá un libro sobre la corrupción en la FIFA, tengo al menos para un mes con entretención.
Luego volví a mi oficina a esperar que la fiesta pasara. La tripulación se buscaba para saludarse. Yo no quería decirle feliz Navidad a nadie, ni que nadie me dijera a mi. Era muy hipócrita, porque para ninguno de nosotros era feliz. En un momento llegó el nieto del capitán (un cabro muy buena onda de cómo 15 años) y me entregó un regalo de parte de sus viejos. Era una corbata. Re’ bonita. Fue un gesto muy amable, pero para mi las corbatas tienen una implicancia horrible. No quiero usar nunca corbata en mi vida y me regalan una.
Todo fue más penoso que la chucha. Esta es la última vez que me alejo de mis afectos por plata, la última vez. Si de algo me he dado cuenta en estos días es lo importante que es querer y ser querido. Solo espero que el próximo año pueda estar con mi gente.
Día 101
La primera Navidad con frío de mi vida. El glaciar Pío XI llovió un poco. No hubiese sido tan complicado, si mi jefe de Santiago no se le hubiera ocurrido ir al bote, tampoco lo hubiese sido si es que no hubiera colado al hijo adentro. Como el bote es chico, cada persona más adentro que se mueva lo hace ser más inestable. Además, como el día anterior grabé poco necesitaba varios minutos, pero algo se pudo hacer.
En la tarde terminé de editar y fui a leer un rato a la cabina. Cada cierto tiempo salía de la cabina para ver si estábamos cerca de Puerto Edén, pero a pesar que el tiempo pasaba no llegábamos. Afuera había una tempestad. Al menos 60 nudos de vientos y un oleaje nunca visto en estos lugares. Ni siquiera el capitán lo había visto. Las olas pasaban por el lado del barco. Salí a grabar y por barlovento no me podía mantener de pie. Un temporal navideño. Bajamos en Edén y los botes se movían mucho. Fue bonito, porque la lluvia puso muy dramático el pueblo, pero fue difícil grabar. Estaba tan mojado que me volví apenas hice las tomas necesarias. Cuando llegué el tiempo estaba realmente malo y los botes no podían acercarse al barco y se llenaban con agua. Luego de media hora los pasajeros se pudieron subir y cuando salimos el barco se escoró y escoró. Casi botando los cubiertos y copas de las mesas.
En la noche mostré el video, para mi sorpresa le gustó a los jefes de Santiago. Mi compañero me dijo: “bien, le tapaste la boca”. A lo que le dije, me da lo mismo, yo sé como es el trabajo que hago. Pésimo, horrible, siento que los videos son cada vez más pelotudos, algunos son bonitos, pero son mongólicos. Piensan que soy modesto porque no me tiro muchas flores por mis videos, pero lo cierto es que me dan una importante dosis de vergüenza.
Día 102
Cuando desperté abrí la ventana de mi cabina para ver otro día de lluvia, pero para mi sorpresa había sol. Después de un mes de días grises y lluviosos pasaba el milagro de Navidad atrasado. Bajé a la oficina, prendí el computador y puse a todo chancho “Here Comes the Sun”, canción que nunca antes me gustó, pero ahora estoy entendiendo su sentido. Probablemente la presencia del sol en Liverpool es similar a la que hay en estos canales y fiordos. Tomé la cámara y me fui a grabar un poco a cubierta. El día estaba precioso, cielo azul con algunas nubes que funcionaban como filtros que suavizaban la luz. Me puse a hacer unas tomas Koyanisqatsi cuando llega el capi y me dice: “No, está muy feo el día, no va a haber paseo en bote… ¡al fin un día bueno por la puta!” Sigo grabando y vuelve a salir del puente. “¿Tú sabes dónde queda Vitacura?”. “En Santiago”, respondo. “lo sé, pero ¿en qué parte”. “Cerca de Las Condes”. “Ahhh, es que me quiero comprar un departamento por ahí”. Acto seguido llega con una revista de Vivienda y Decoración y me muestra un aviso de una inmobiliaria. “¿Qué te parece?” – me pregunta. Mish, mi pega hasta le incluye ser asesor inmobiliario.
Grabar hoy fue un placer. Era tan fácil a dónde apuntara tenía un encuadre bonito. Salieron toninas, un lobo marino, hartos pájaros, incluso no me importó que el jefe se Santiago invitara a todos sus amigos a la proa que es donde yo grabo. Daba lo mismo, era un día para respirar profundo y disfrutar.
Durante el almuerzo el capitán llamó a Mario y le pidió una Coca Light. Al rato este llegó con la lata y un vaso, el capitán le hizo el gesto que dejara el vaso al lado y apunto con uno de sus cuatro dedos una copa de vino a medio llenar. No me acuerdo específicamente que vino era, pero doy fe que todos los vinos que hay en el barco son muy buenos. Golpee a Marcelo y le dije impactado: “¡se está haciendo un licor de ave!”. Increíble. Un jote. Ese es mi jefecito.
Como los milagros no son eternos, ya a las tres de la tarde estaba nublado y lloviendo. El glaciar brujo estuvo mojado, pero bien. Como ya sabía que tenía buen materia de la mañana la pude hacer corta. Una vez terminada la edición me puse a hablar con uno de los nietos del capitán. El cabro es re’ piola. Super buena onda, aunque en el primer día hubo una situación que me dio mucha pena. Su mamá (gerenta de la empresa) me comentó que me veía mejor con el pelo corto, su hija mayor (que debe tener como 22) me dijo: “Uhhh, que bacán tenías el pelo largo”. Probablemente se lo contó a su hermano y durante la cena me preguntó: “¿por qué te cortaste el pelo?”. Tuve una tentación de decirle: “pregúntale a tu viejo”, pero me contuve y le dije que había sido para trabajar acá. En eso miró a su papá con algo de susto y pena y le preguntó ¿me voy a tener que cortar el pelo también?. Me dieron unas ganas de preguntarle ¿y tu quieres trabajar acá?, pero también me contuve. Me dio mucha lástima estar en un entorno que ya tiene tu futuro pre configurado y que el ya tenga asumido a los 15 años lo que va a ser el resto de su vida.
Día 103
La fgiesta sigue, son las 12:18. Sólo quiero que esto termine, que de una vez por todas el viaje 14 se acabe y que rápidamente pasen los 16 que quedan.
Fotos navideñas
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Día 97
Este fue el mejor día desde que estoy en la Patagonia. Me había contactado con la Mari y me dijo que llegaba a Natales en buses Fernández a las 10:30. Me arranqué rápido del barco y estaba ahí un rato antes. El bus se demoró mucho en llegar. Me ponía en medio de la calle y esperaba que pasara algo, pero nada. Me acordé de cuando llegué acá y como llovía, llovía y llovía. Cerca de las 11:15 llegó junto a otras dos amigas que van al Paine. Uffff, hace tiempo que no veía a mi gente. Fue una sensación de alivio inmenso. Tomamos las mochilas y fuimos en busca de un hostal donde quedarnos. Tenían un dato de un lugar muy piola y barato. Luego salimos a recorrer el pueblo. Fue muy entretenido mostrarle a alguien lo que veo cotidianamente cuando estoy en tierra. Obviamente una de las primeras paradas fue el cyber café y ahí me entendieron cuando digo que Internet es a leña. Le explicaba a la Mile que una de las primeras cosas que hago cuando vuelvo a tierra es conectarme a Internet para saber como seguía mi vida. ¿cómo te fue? – me preguntó. Me fue poco. “Cuando me vine después de cada vuelta tenía como 20 mails, ahora habían 3 y dos de esos eran spam.” “Así es… yo estuve trabajando 3 meses en Estados Unidos y al principio todos me escribían, pero después la gente se olvida.” – me dijo lapidariamente.
De ahí fuimos a almorzar al Masay. Suelo ir ahí, hacen unos sándwiches gigantescos. Siempre los pedía con bebida, ya que me da mucha lata tomar chela solo, pero ya que estaba acompañado le di a una Austral. Las niñas pidieron una cerveza de la zona que se llama Imperial, que no conocía. Después tuve que pedir una porque estaba muy buena. Seguimos recorriendo el pueblo, ya que querían comprar regalos. En eso me encuentro con Marcelo y Mario que me saludan y se sonríen. Hace un par de días cuando le pedí a Marcelo el día libre argumentando que venía una amiga a verme, me dijo que no había ningún problema: “Si vas a envainar no hay nada que hacer, así que desaparece”. Bueno, eso explicaba la sonrisa. Después de comprar nos fuimos por lugares extraños que no conocía de Natales y después invité a la Mari a conocer el barco. Fue entretenido el cruce de mundos. Creo que quedó sorprendida por la claustrofobia y la presencia del “gran hermano”. Cuando escuché el anuncio que el capitán estaba llegando le dije: “vámonos mejor, viene el big boss”. Así que nos fuimos caminando desde Puerto Bories hasta Natales. Siempre veía un café muy piola, donde también venden libros, pero nunca había ido, ya que me daba mucha lata tomarme un café sólo. El lugar era demasiado agradable. Me sentí completamente descansado, de hecho me olvidé que estaba acá. Fue como estar en Santiago. Hablamos harto rato mientras duró el café. Hablé de mis planes cuando termine con esto, de las cosas que se podrían hacer… fue un alivio existencial. Sentí, un poco, como podría ser mi vida después y me gustó mucho. En ese rato fui muy feliz. Fue un cliché, como esas películas de guerra donde los soldados en la trinchera empiezan a hacer planes de que van a hacer cuando vuelvan. Que se van a comprar una casa con cerco blanco, que se van a casar con la novia y acto seguido les llega un balazo y se mueren. Es un poco así, pero un poco distinto: acá no hay balas, ni tampoco novia esperando.
Las niñas tenían el problema de que las mochilas estaban demasiado pesadas para caminar, por lo que estaban liberando peso. Un rato después salimos a tomar un vino. Hay otro lugar en Natales que encontraba groso, se llama El Living, el dueño es un inglés y está frente a la plaza, van casi puros gringos y consiste en un pub con sillones muy agradables. Lo mismo, me daban ganas de ir, pero encontraba fome ir solo. Pedimos un vino y una tabla de queso, algo bastante adulto joven, pero bueno, si tengo sueldo de adulto fome algo de eso tendré que hacer. Fue un relajo muy grande. Después nos fuimos a recorrer los árboles de la plaza y nos juntamos con Pinda, otro cruce de mundos. Nos fuimos pa’l Chill – e. Ya arriba de la pelota nos fuimos al salón con un taca taca mientras le daba a una ron cola. Ahí llegó Óscar y de a poco fue llegando casi toda la tripulación. Cuando Álvaro llegó me dijo: “¿y por qué no contaste que tenías carrete?” Lo que traducido al español significa: “¿por qué no avisaste que andabai con minas?”. Al poco rato las amigas de la Mari se fueron, más tarde confesarían que se habían sentido joteadas (bueno, la proporción era como 10 a 3 y esos 10 llevan casi 4 meses embarcados). Con la Mari nos quedamos un rato más. En un momento llegó un tipo al local, sacó una cámara digital y dijo que por luca imprimía la foto. Acto seguido sacó de su mochila una impresora y le sacó un par de copias de las fotos. Curioso. Tipo 2, ya muerto de sueño emprendimos el retorno. Estaba lloviendo en Natales.
Día 98
Fue extraño despertar en Natales en un lugar distinto al barco. En la mañana estaba en pausa. Vinieron a buscar a las chicas a las 7:30 para ir al Paine. La despedida me dio una pena inmensa. Por suerte alcanzaré a ver a la Mari el próximo jueves. De todos modos me sentí súper solo. Como que me di cuenta que hasta mayo no veré de nuevo a mi gente. Entré sigilosamente al barco e hice como que trabajaba en la mañana. Era la noticia del día. Pensé que iban a tener material de hueveo por toda la temporada, pero pasó otra cosa, piensan que soy el cabrón del barco, ya que andaba con tres minas. De hecho, supe que el Óscar le dijo a mi compañero: “Oye, el Esteban me dejó chico…”. La hueá graciosa.
Me arranqué durante el almuerzo para arreglar unos asuntos en Santiago y para ir a buscar una encomienda de mi casa con regalos de Navidad. Estaba re’ buena, porque además venía una revista, diarios con reportajes de la muerte de Pinocho, partidos de Puente Alto, etc. Decidí no abrir los paquetes al tiro, para así tener papel de regalo que romper la noche del 24. Entre las cosas que me mandaron fue el nuevo disco de los Beatles: “Love”. Resulta ser que el Cirque du Soleil hizo su último espectáculo con pura música de los Fab Four, pero esta tuvo que ser arreglada para coordinarla con el show. Para mantener la fidelidad se hicieron una especie de remixes usando las grabaciones originales. Todo lo que está es tocado y cantado por los Beatles, pero a veces puesto en otro contexto. Trabajó en el George Martin productor histórico de los Beatles quien, en cierta medida, es responsable de las experimentaciones que se iniciaron en Rubber Soul (según yo, uno de los mejores discos de la banda y uno de los menos conocidos). Así que llegué al barco, puse el disco y me senté a escucharlo. Fue como ver una película. No pude hacer nada más mientras lo escuchaba. Los Beatles tienen una cualidad que ningún grupo actual logra: poner la música en primer plano. Es decir, uno siempre escucha música para relajarse, para conversar, para comer, pero no para escucharla sin hacer nada más. Los Beatles tienen un sonido que se apropia de todos tus sentidos, generando imágenes, sensaciones, olores, gustos. Es alucinante. Traten de escucharlo, sino escuchen cualquier cosa de los Beatles. Termina con “All you need is love”, canción que cada vez me gusta más. Es una melodía tan simple y pegajosa en apariencia, pero tiene capas subyacentes que la hacen ser maravillosa. Abre con la intro de la Marsellesa: liberté, egalité, fraternité. Luego tiene un clavecín puramente barroco. Suenan unas trompetas típicas de swing. Unos pianos jazzeros. Y terminando la canción cuando “love is all you need is love” se funde en un fade out en un ejercicio velazquiano se escucha un “she loves you yeah, yeah!” en una de las primeras citas en la historia de la música popular. Por lo cuál se puede establecer de manera fehaciente que hasta el hip hop es tributario de los Beatles.
En la noche llegó la familia del capitán para el asado. Viajan para pasar la navidad juntos. ¡Que entretenido! Yo pensaba que por lo menos al estar con otra gente que está lejos de casa haces causa común para obviar la nostalgia echando tallas. Ahora vamos a compartir la mesa con otra familia que celebra junta la navidad. Jo, jo, jo.
Día 99
Me desperté muy triste. Camino al Paine no quería nada. Ya no estoy pensando en mayo. Estoy pensando si vale la pena seguir. Tengo la idea que lo que me pasa no es sólo cansancio, sino que tengo una depresión en progreso, porque cada vez estoy con menos ganas. No me sentía así desde que estaba en el colegio. Ya que no me puedo ir a mi casa, lo único que quiero es hacerla lo más corta posible para estar echado en mi cabina y no tener que interactuar con nadie. Me estoy cuestionando si es sano seguir, si es que de verdad estoy camino a deprimirme; ¿esto se me pasara automáticamente cuando vuelva o me costará recuperarme? No quiero nada, de nada, de nada. Siento que ahora empezó la parte difícil, ahora es cuando tengo que aguantar los 120 días que quedan. Y no estoy seguro que pueda o que quiera hacerlo al costo que temo que pueda tener.
Cundo volvimos del paseo me fui a grabar el zarpe, pero no pasaba nada. Bajé y me dijeron que estaba la cagá con los vuelos y que los últimos pasajeros recién iban a llegar a las 6:30 a Punta Arenas, por lo que íbamos a zarpar tipo 9. Ese rato de nada fue muy agradable. Había harta gente en la popa echando la talla. Natales estaba bonito, había algo de sol. Fue muy agradable que se rompiera la rutina. Hubo un pequeño momento de nada que todos disfrutamos. Ya zarpando empezó a quedar el caos. El barco va lleno y hay un montón de pasajeros que tienen atados y que estaban pidiendo hueás. Mi compañero me explicó el perfil de los pasajeros de Navidad, por una parte son familias (hay unas cuantas) y con eso no hay atados, el resto son viejos que nadie quiere porque son jodidos, entonces hacen este tipo de viajes en esta época para no estar solos. Parece que todos vamos a tener una muy feliz navidad.
Día 100
Pensé que no iba a llegar el día 100. Pero llegó y justo en Navidad. El día de hoy fue extremadamente aburrido, como ayer salimos tarde llegamos a las 10:30 al glaciar Amalia, el capitán la hizo muy corta y partió rumbo al fiordo Antrim, pero ya íbamos atrasados, así que no iba a haber paseo. En la tarde leí mucho. La Mari me regaló un libro sobre la cultura y el deporte en el Chile desarrollista que escribió Eduardo Santa Cruz. Tenía una intro teórica que normalmente me hubiese aburrido mucho, no ahora. Ahora me encanta leer cosas que me hagan trabajar el mate, que me obliguen a pensar para poder salir de los clautrofóbicos espacios en los que estoy viviendo. Aparte, el otro día tomé conciencia de lo superficial que es mi trabajo, así que si no hago trabajar la piña se me va a secar. También aproveché de dormir lo más posible. Estaba más triste que la chucha, sólo quería que pasara rápido, rápido.
Como a las 7:30 pasó un camarero repartiendo las galletas que la señora hace para regalarle a la tripulación en Navidad. Estaban re’ buenas, casi me bajo la bolsa leyendo. Una hora antes de la cena llegó mi compañero a la cabina y nos quedamos leyendo esperando para el trámite. Comentamos de lo grinchesco que era todo esto. De repente me preguntó: ¿Cuándo te viniste pensabas que iba a ser tan difícil esto?. Casi sin pensar contesté: “no, pensé que iba a ser peor”. Es cierto, especialmente en cuanto al trabajo yo creía que iba a ser mucho más complicado, más demandante que iba a poder dormir menos de lo que lo hago. Sabía también que iba a ser emocionalmente duro, pero no lo había experimentado, ahora que lo estoy experimentando no me gusta para nada.
Sin que nadie lo quisiera llegó el momento del pavo asado con puré de manzana y papas duquesas. Lo mismo que todas las navidades en mi casa, pero lejos. Pasar la navidad solo debe ser fome, pero por último si hubiese estado trabajando con otra gente en mi misma onda, simplemente hubiese obviado el día y me voy a dormir temprano. No podía tenía que pasar por el fucking rito, pero con otra familia. Peor aún, con la familia de tu jefe. No me gusta la Navidad, si me preguntan cual fue tu mejor Navidad no sabría que decir, pero ciertamente si me preguntan cual fue la peor esta tiene el número uno asegurado. En resumen fue re’ triste. Marcelo también estaba apestado, pero se pudo largar. Luego hubo fiesta, yo me puse a editar y como era poco lo que faltaba puse los Beatles a todo chancho mientras la gente bailaba. A las 12 pasaron con una copa de champagne. No tenía motivos para brindar. Me escondí en mi oficina, pero igual llegó el capitán, la señora y mi compañero para saludarme. A este último le entregué un regalo y luego fui a mi cabina a abrir los que me habían mandado de mi casa. Estaban muy buenos, Seb me regaló un libro con entrevistas a Felini y mi mamá un libro sobre la corrupción en la FIFA, tengo al menos para un mes con entretención.
Luego volví a mi oficina a esperar que la fiesta pasara. La tripulación se buscaba para saludarse. Yo no quería decirle feliz Navidad a nadie, ni que nadie me dijera a mi. Era muy hipócrita, porque para ninguno de nosotros era feliz. En un momento llegó el nieto del capitán (un cabro muy buena onda de cómo 15 años) y me entregó un regalo de parte de sus viejos. Era una corbata. Re’ bonita. Fue un gesto muy amable, pero para mi las corbatas tienen una implicancia horrible. No quiero usar nunca corbata en mi vida y me regalan una.
Todo fue más penoso que la chucha. Esta es la última vez que me alejo de mis afectos por plata, la última vez. Si de algo me he dado cuenta en estos días es lo importante que es querer y ser querido. Solo espero que el próximo año pueda estar con mi gente.
Día 101
La primera Navidad con frío de mi vida. El glaciar Pío XI llovió un poco. No hubiese sido tan complicado, si mi jefe de Santiago no se le hubiera ocurrido ir al bote, tampoco lo hubiese sido si es que no hubiera colado al hijo adentro. Como el bote es chico, cada persona más adentro que se mueva lo hace ser más inestable. Además, como el día anterior grabé poco necesitaba varios minutos, pero algo se pudo hacer.
En la tarde terminé de editar y fui a leer un rato a la cabina. Cada cierto tiempo salía de la cabina para ver si estábamos cerca de Puerto Edén, pero a pesar que el tiempo pasaba no llegábamos. Afuera había una tempestad. Al menos 60 nudos de vientos y un oleaje nunca visto en estos lugares. Ni siquiera el capitán lo había visto. Las olas pasaban por el lado del barco. Salí a grabar y por barlovento no me podía mantener de pie. Un temporal navideño. Bajamos en Edén y los botes se movían mucho. Fue bonito, porque la lluvia puso muy dramático el pueblo, pero fue difícil grabar. Estaba tan mojado que me volví apenas hice las tomas necesarias. Cuando llegué el tiempo estaba realmente malo y los botes no podían acercarse al barco y se llenaban con agua. Luego de media hora los pasajeros se pudieron subir y cuando salimos el barco se escoró y escoró. Casi botando los cubiertos y copas de las mesas.
En la noche mostré el video, para mi sorpresa le gustó a los jefes de Santiago. Mi compañero me dijo: “bien, le tapaste la boca”. A lo que le dije, me da lo mismo, yo sé como es el trabajo que hago. Pésimo, horrible, siento que los videos son cada vez más pelotudos, algunos son bonitos, pero son mongólicos. Piensan que soy modesto porque no me tiro muchas flores por mis videos, pero lo cierto es que me dan una importante dosis de vergüenza.
Día 102
Cuando desperté abrí la ventana de mi cabina para ver otro día de lluvia, pero para mi sorpresa había sol. Después de un mes de días grises y lluviosos pasaba el milagro de Navidad atrasado. Bajé a la oficina, prendí el computador y puse a todo chancho “Here Comes the Sun”, canción que nunca antes me gustó, pero ahora estoy entendiendo su sentido. Probablemente la presencia del sol en Liverpool es similar a la que hay en estos canales y fiordos. Tomé la cámara y me fui a grabar un poco a cubierta. El día estaba precioso, cielo azul con algunas nubes que funcionaban como filtros que suavizaban la luz. Me puse a hacer unas tomas Koyanisqatsi cuando llega el capi y me dice: “No, está muy feo el día, no va a haber paseo en bote… ¡al fin un día bueno por la puta!” Sigo grabando y vuelve a salir del puente. “¿Tú sabes dónde queda Vitacura?”. “En Santiago”, respondo. “lo sé, pero ¿en qué parte”. “Cerca de Las Condes”. “Ahhh, es que me quiero comprar un departamento por ahí”. Acto seguido llega con una revista de Vivienda y Decoración y me muestra un aviso de una inmobiliaria. “¿Qué te parece?” – me pregunta. Mish, mi pega hasta le incluye ser asesor inmobiliario.
Grabar hoy fue un placer. Era tan fácil a dónde apuntara tenía un encuadre bonito. Salieron toninas, un lobo marino, hartos pájaros, incluso no me importó que el jefe se Santiago invitara a todos sus amigos a la proa que es donde yo grabo. Daba lo mismo, era un día para respirar profundo y disfrutar.
Durante el almuerzo el capitán llamó a Mario y le pidió una Coca Light. Al rato este llegó con la lata y un vaso, el capitán le hizo el gesto que dejara el vaso al lado y apunto con uno de sus cuatro dedos una copa de vino a medio llenar. No me acuerdo específicamente que vino era, pero doy fe que todos los vinos que hay en el barco son muy buenos. Golpee a Marcelo y le dije impactado: “¡se está haciendo un licor de ave!”. Increíble. Un jote. Ese es mi jefecito.
Como los milagros no son eternos, ya a las tres de la tarde estaba nublado y lloviendo. El glaciar brujo estuvo mojado, pero bien. Como ya sabía que tenía buen materia de la mañana la pude hacer corta. Una vez terminada la edición me puse a hablar con uno de los nietos del capitán. El cabro es re’ piola. Super buena onda, aunque en el primer día hubo una situación que me dio mucha pena. Su mamá (gerenta de la empresa) me comentó que me veía mejor con el pelo corto, su hija mayor (que debe tener como 22) me dijo: “Uhhh, que bacán tenías el pelo largo”. Probablemente se lo contó a su hermano y durante la cena me preguntó: “¿por qué te cortaste el pelo?”. Tuve una tentación de decirle: “pregúntale a tu viejo”, pero me contuve y le dije que había sido para trabajar acá. En eso miró a su papá con algo de susto y pena y le preguntó ¿me voy a tener que cortar el pelo también?. Me dieron unas ganas de preguntarle ¿y tu quieres trabajar acá?, pero también me contuve. Me dio mucha lástima estar en un entorno que ya tiene tu futuro pre configurado y que el ya tenga asumido a los 15 años lo que va a ser el resto de su vida.
Día 103
La fgiesta sigue, son las 12:18. Sólo quiero que esto termine, que de una vez por todas el viaje 14 se acabe y que rápidamente pasen los 16 que quedan.
2 Comments:
no me golpees, pero algo de lo que puedes rescatar es eso mismo que dijiste. que no quieres alejarte de los tuyos. y eso es un descubrimiento que otras gentes no valoran.
saludos del país penquista
y abrazos de mi madre
ahhh no me saques pica con las centollas. las adorooooo
¿En alguna parte aparece el nombre del barco?
Buenos relatos.-
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