Like a Rolling Stone
Fotos en http://www.flickr.com/photos/63568587@N00/?saved=1
How does it feel?
To be on your own,
With no direction home,
Like a complete unknown,
Like a Rolling Stone.
Bob Dylan
Días 91 y 92 – Punta Arenas
Ya llevó 3 meses hueveando acá.
Logré colarme en el bus de los pasajeros y partir para Punta Arenas, en el camino me dediqué dormir, así que se me hizo sumamente rápido. A eso de las 11:30 estaba en la capital de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. Me bajé del bus y le pregunté al chofer ¿dónde estamos? Me dio un nombre de calles y la corroboré con un mapa que andaba trayendo y empecé a caminar. Al poco andar me encontré con la calle Colón, que parecía la calle más importante. Un poco más allá me topé con Hernando de Magallanes. Mi casa está a dos cuadras de esa intersección, prácticamente todos los días de mi vida pase por ahí. Era increíble encontrar exactamente el mismo letrero a miles de kilómetros. Tuve que sacarme una foto. Seguí vagando por el centro de Punta Arenas, a lo lejos se veía el Estrecho de Magallanes y la ciudad estaba metida en el tráfago navideño, me pareció como cualquier otra ciudad. Lo única particularidad es que los viejos pascueros no estaban cagados de calor. Me metí un cyber para publicar el blog y ver si habían novedades en mi vida; y si, las habían. La Carola me había dicho que Cristian Leighton se quería contactar conmigo y que había un correo de él en el mail del documental. Ese tipo (el director de los Patiperros, Apasionados y otros documentales bien buenos y que fue jurado del Fidocs) es para mi algo así como mi ídolo. En cierto modo el hace lo que a mi me gustaría hacer. Documentales de muy buena calidad, pero que están al acceso de todo el mundo. Así que le escribí de vuelta para ver que onda. Cuando eran como la 12:30 me dije a mi mismo: mejor anda a buscar un hostal, así alcanzas a ver un poco de SQP. Uno de mis objetivos en este viaje era el de poder estar en una cama viendo tele, ya que esa es una de las cosas que echo de menos, la otra era tratar de interactuar lo menos posible con gente. Me habían dado datos de hostales y empecé a buscar, pero casi todos estaban llenos. SQP ya había terminado, tenía hambre, pero no quería almorzar antes de dejar las cosas. Las calles de Punta Arenas me estaban pareciendo tediosas. Me puse a pensar que pasaba si no encontraba nada. Me sentí profundamente solo. Si bien eso era lo que buscaba, me resultó perturbador. Por suerte rato después pude dar con una pieza que estaba piola y que tenía televisión por cable. Me eché un rato a hacer zapping compulsivamente sin ver nada, solo por el placer de hacer algo que no puedo hacer cotidianamente. Al rato me ordené mentalmente decidí irme a almorzar algo y luego partir a la Zona Franca.
Tipo 3 de la tarde llegué al puerto libre. Este lugar queda como en las afueras y había mucha gente que venía llegando para hacer las compras navideñas. Fue rico entrar a la galería (no le llamaría mall) y ver tantos estímulos. La única gracia son los artículos electrónicos, el resto de las cosas no vale la pena. Bueno, salvo una tienda que era una verdadera joyita. Una tienda de importaciones hindúes que tenían de las cosas más feas que he visto en mi vida. Había un chanchito que me dejó impresionado. Era un palo de plástico rosado con un chanchito encima. En la nariz del puerco habían dos aspas. Al apretar un botón las aspas empezaban a girar haciendo las veces de ventilador. Además se prendían unas luces fosforescentes que causaba un efecto luminoso de un mal gusto infinito. Le pregunté al dependiente de la tienda cuanto costaba. Para mi sorpresa era hindú. Me empezó a contar de las propiedades del producto y al mostrarme la parte de abajo me dijo (piensen en Apu de los Simpsons): “Estos sirves para firmar cheques”. Notable. Entremedio salí y llamé a la Mari. Ella me había mandado un mensaje que venía en estos días a la Patagonia. Al hablar con ella me confirmó que llega la próxima semana. Me puse muy feliz, sentí una especie de alivio existencial de poder tener alguien querido por estos lados.
Traté de hacer lo más corta las compras navideñas y luego volví al centro. El colectivo se dio muchas vueltas y pensé que me iba a dejar botado en cualquier lugar, por suerte a la larga terminó en territorio conocido (moverse es barato en Punta Arenas, los colectivos valen $300) cuando llegué al centro vagué otro resto, me metí al cyber para saber si tenía noticias y luego me fui a las 8 al hostal. Me quedé viendo tele, puras tonteras. A las 9 me quedé pegado con las noticias del Mega. Hablaban de una barwoman que se había ido a trabajar a un crucero en el Caribe y uno de sus colegas la había matado. Inspirador. A las 10:30 me dio un ataque de sueño y no lo peleé. Era la primera vez en 3 meses que dormía en una cama.
Uno de mis objetivos de este viaje era poder dormir hasta tarde (algo que tampoco hacía hace 3 meses), sin embargo a las 7:30 fui despertado: “¿Aló, está Óscar?” Conchasdesumadre… una llamada equivocada. Después no me pude volver a dormir. Puse Buenos Días a todos y lo escuchaba mientras hacía paquetes de regalo. Partí al correo. Fue divertido, es la primera vez que digo mi segundo apellido (Cotorás) y no me preguntan como se deletrea. Después empecé a caminar rumbo al cementerio. A mi me encantan los cementerios y esté era precioso. Me dieron ganas que me enterraran ahí. Tiene unas avenidas de arbustos de cinco metros (vean las fotos pa’ que me cachen). Es bellísimo y debe ser impresionante cuando está nevado. Es una locación increíble, de hecho, se me ocurrió una película con una escena ahí. La película (basada en la cruel realidad) se trata de una pareja de recién casados que se van a vivir a Punta Arenas sin conocer a nadie hace que su relación se desgaste rápidamente al punto que pasan del enamoramiento a darse cuenta que son dos completos extraños viviendo cerca de la Antártica.
Había una sección de tumbas de guaguas, lo que de por si es muy triste, pero hubo una que me dio mucha, mucha pena. Estaba llena de juguetes. Bob Esponja, Rutgrats, Bob el Constructor. Cuando me fijo en las fechas veo que nació y falleció en mayo de 1978. Pensé en sus papás que 28 años después le seguían llevando juguetes. Tanto tiempo y lo siguen recordando… fue desolador. Después me puse a pensar si es que ese recuerdo en las penumbras era o no más triste que el olvido.
Después me fui al cyber y habían más novedades, Leighton me decía que era por una pega y tenía que saber si podía estar en Santiago en enero o febrero. Tomé el teléfono y lo llamé. Resulta que le habían ofrecido un documental, pero no lo puede hacer porque tiene mucha pega y me recomendó. Al rato me contacté con esta persona y quiere partir ahora ya. Le dije que ahora ya no podía, pero que si la oferta era interesante me podía largar. El proyecto es entretenido, en la tarde me dediqué a hacer un presupuesto y un plan de trabajo en un cyber… hay que ver que resulta de eso, en una de esas mi aventura termina antes para empezar otra. Caminé a una plata y bordeé el Estrecho de Magallanes. Llegó un punto en el que no me aguanté más, me saqué el bototo izquierdo y metí mi pata a las aguas. Luego vagué de vuelta al centro esperando que partiera el bus. Tuve la sensación de que estaba en la playa en el último día de febrero y hay que volver a Santiago a comprar el uniforme y volver al colegio. No quería volver al barco. En el bus de vuelta me senté junto a unos israelitas (quizás Andrea Paredes von Roth tenga razón, Natales se está llenando con judíos) y me puse a leer el Clinic especial de la muerte de Pinocho. Esos fueron mis dos primeros días libres después de 90 trabajando. 90 a 2, no es mal régimen.
12734 millas náuticas
Día 93 – 13er viaje
Me desperté más descansado, aún cuando no había dormido tanto. Definitivamente me recuperé mentalmente. El Paine partió con lluvia, pero luego salió el sol y estuve con mucho más ánimo, con ganas de hacer las tomas y de encontrar cosas distintas. Además, el saber que me vienen a ver me da una meta de corto plazo. Al volver al barco me puse a subir el material y llamaron por el citófono. Un tipo me dice que tiene un problema con la tele con un marcado acento neoyorquino. Parto pa’ allá. Si ustedes ven Seinfeld es el típico viejo judío. Un calco de “uncle Martin”. “What’s the problem?” (¿cuál es el problema?) “Pruobably I am the proublem” (probablemente yo soy el problema). Resulta que la tele no sonaba y era re’ fácil de solucionar, cosa se prender el parlante. Veo que su señora está leyendo un libro en hebreo y en vez de despedirme con good bye!, les digo Shalom! Quedaron vueltos locos, de seguro que ahí vendí un video. Me sigue sorprendiendo mi desarrollo del sentido de supervivencia.
Día 94
Estoy interactuando harto con la gente. Se supone que es parte del trabajo, pero desde hace un par de viajes prácticamente no lo hacía. Incluso traté de hablar francés con unos pasajeros que vienen de Tahiti, pero lo cierto es que di “le jugó”.
El glaciar Amalia estuvo tranquilo, terminamos temprano, para no dejarme toda la tarde libre subí el material y me fui a leer. Alcancé a leer muy poco y me quedé dormido. En la tarde Óscar llegó a la sala y me preguntó si me sentía bien. “Si, ¿por?” “No, es que como estabas calado en la mañana pensaba que estabas enfermo”. Tierno de su parte, pero me empelotó. El concepto de privacidad no existe en el bote. No me puedo dormir una siesta tranquilo sin que alguien sepa. El encierro ya empieza a estresar, porque suerte fui a Punta Arenas, sino con cualquier chispa exploto… bueno, ya se empieza a notar la tensión en el ambiente, los niveles de tolerancia y paciencia van bajando progresivamente y el advenimiento de fin de año no hace más que aumentar esta sensación.
En la tarde me entretuve haciendo unos mapas animados. Después salimos al Antrim, si bien llovía un poco fue agradable y lo pasé bien grabando. No hubo mucho más en este fomingo.
Día 95
Después de un par de semanas el Pío XI estuvo sin lluvia. Lo cuál es muy bueno para grabar. No sólo es molestoso limpiar el lente de las gotitas, sino que es muy molestoso grabar con el condón para que no se moje la cámara. Aparte el profiláctico disminuye las posiciones y agarres de la cámara. Hoy que no estaba lloviendo podía hacer tomas a ras de agua y apretar los botones con mayor facilidad. Llegué a la lógica conclusión de que es mucho mejor sin condón. De todos modos este es necesario cuando llueve.
Al llegar a Puerto Edén uno de los cabros me dice que necesitan conversar con alguien del barco que hable en inglés. Me encuentro con un gringo que trata de hablarme en español. “En realidad no sé lo que necesito”. Me cuenta que es un estudiante de periodismo que está haciendo su tesis sobre los kaweskars. Le digo que yo también soy periodista y me empieza a contar su drama. No ha podido entrevistar a ninguno de los habitantes de la etnia porque le quieren cobrar plata y el no anda con nada y necesita volver a Natales a buscar money. Quería saber si lo podíamos llevar de vuelta. Obviamente cuando mi compañero llamó por radio para preguntar se escucho una tapa del porte de la isla Wellington. Me puse a hacer las tomas y me volví a encontrar con Ted y le pregunté sobre su tesis. Resulta que hace un par de años vino a hacer kayak por esos canales y ahí se empezó a interesar en los kaweskar siendo que ellos remaban por esos lugares como forma de subsistencia. Había hecho entrevistas en Punta Arenas, Puerto Natales y sólo le faltaban los puros kaweskars de Puerto Edén. Le dije que lo del cobro se debía a que estaban muy reticentes a entregar cualquier cosa, ya que se los habían cagado sistemáticamente. Le pregunté dónde se estaba quedando y ahí me contó su posmoderna paradoja kafkiana. “Me estoy quedando en esa casa con una familia de kaweskars. Han sido muy amables conmigo, me dejaron alojar en mi casa, me dan comida y hace poco uno de los hermanos volvió de Santiago así que trajo dvds y vemos películas. Pero si les hago alguna pregunta de mi investigación me quieren cobrar. ¿y cuánto te cobran? 30 mil pesos la hora. “¡Eso es más que un doctor!”, le comenté. Le dije que ojalá le fuera bien e intercambiamos mails, porque me pareció super interesante el rescate de historias de vida que estaba haciendo. Aparte no es un mal contacto un periodista graduado de la universidad de Columbia.
Después de editar y mostrar el video (aprovechando que no está la señora) había un grupo de gente de la tripulación tomándose un schop en el comedor. Me serví uno (directo de la máquina) y nos quedamos conversando de la vida como hasta la una.
Día 96
Al mirar por la ventana luego de saltar del camarote (la expresión “saltar del camarote” no la digo porque me levante particularmente contento, sino porque necesito saltar para salir de la cama o pieles, como se dice por acá) vi por la ventana que estaba lloviendo. ¡Mierda!. Salí a mirar y al respirar empezaba a salir humo de mi boca. Hacía mucho frío. 4 grados centígrados. Había nevado hace poco. Era el día más frío que he tenido, y eso que estamos a un par de días del verano. Es increíble, el tiempo está cada vez peor, ni quiero pensar como irá a ser febrero. La grabación fue difícil, no usé la parka corporativa porque se pasa al toque, sino que me puse la Columbia que compré en Santiago y me garantizaban que soportaba 10 grados bajo cero y que se podía estar horas y horas bajo el agua sin que pasara nada. Terminé estilando y con las manos azules. Cuatro horas hueveando con ese frío eran mucho.
En el almuerzo un español re buena onda le dijo al capitán delante de todos “tengo que dezirle que el vídeo que haze Ezteban ez muy bueno”. ¡Que bacán!, pensé yo. El capitán, al considerar inconcebible que alguien que no sea el reciba felicitaciones dijo que él empezó grabando los videos en el barco el ’78. Que fueron los primeros que tuvieron equipos en color, que un ingeniero de TVN le enseñó como se filmaba (él filma con video). Que era igual que leer un libro, los paneos se hacen de izquierda a derecha, las imágenes no pueden durar más de cuatro segundos, que hay que hacer un zoom despacito para acercar un cerro y luego cortar, que él hacía edición en cámara… las mismas patrañas que he escuchado mucho tiempo. Bueno, esta vez no aguanté más y me largué a reir. Traté de disimularlo, pero me causó mucha, mucha risa. Todos me cacharon, incluso el capitán. Mi compañero me pegó una patada y me dijo “watch your attitude”, pero no pude. Acá me echan, pensé… pero no pasó nada. Además, con cada semana que pasa me importa menos que me vayan. Ya tengo algo de plata ahorrada y ya tengo menos dudas en que puedo hacer bien mi pega. De todos modos no pasó nada, en la cena tiré una talla que yo la encontré muy fome (estaban hablando de la conservación de los lobos marinos y que el territorio de los parques nacionales no incluyen el mar, ya que esto es de la armada. Alguien preguntó quien protegía a los lobos de los cazadores, la armada o CONAF y yo dije depende si están en las rocas o en el agua), pero todos se rieron.
Día 97
Eso es… otro viaje abajo. Van 13, el capitán dice que quedan 18. Será… mañana me voy encontrar con mi gente… tendré algo de alivio existencial.
How does it feel?
To be on your own,
With no direction home,
Like a complete unknown,
Like a Rolling Stone.
Bob Dylan
Días 91 y 92 – Punta Arenas
Ya llevó 3 meses hueveando acá.
Logré colarme en el bus de los pasajeros y partir para Punta Arenas, en el camino me dediqué dormir, así que se me hizo sumamente rápido. A eso de las 11:30 estaba en la capital de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. Me bajé del bus y le pregunté al chofer ¿dónde estamos? Me dio un nombre de calles y la corroboré con un mapa que andaba trayendo y empecé a caminar. Al poco andar me encontré con la calle Colón, que parecía la calle más importante. Un poco más allá me topé con Hernando de Magallanes. Mi casa está a dos cuadras de esa intersección, prácticamente todos los días de mi vida pase por ahí. Era increíble encontrar exactamente el mismo letrero a miles de kilómetros. Tuve que sacarme una foto. Seguí vagando por el centro de Punta Arenas, a lo lejos se veía el Estrecho de Magallanes y la ciudad estaba metida en el tráfago navideño, me pareció como cualquier otra ciudad. Lo única particularidad es que los viejos pascueros no estaban cagados de calor. Me metí un cyber para publicar el blog y ver si habían novedades en mi vida; y si, las habían. La Carola me había dicho que Cristian Leighton se quería contactar conmigo y que había un correo de él en el mail del documental. Ese tipo (el director de los Patiperros, Apasionados y otros documentales bien buenos y que fue jurado del Fidocs) es para mi algo así como mi ídolo. En cierto modo el hace lo que a mi me gustaría hacer. Documentales de muy buena calidad, pero que están al acceso de todo el mundo. Así que le escribí de vuelta para ver que onda. Cuando eran como la 12:30 me dije a mi mismo: mejor anda a buscar un hostal, así alcanzas a ver un poco de SQP. Uno de mis objetivos en este viaje era el de poder estar en una cama viendo tele, ya que esa es una de las cosas que echo de menos, la otra era tratar de interactuar lo menos posible con gente. Me habían dado datos de hostales y empecé a buscar, pero casi todos estaban llenos. SQP ya había terminado, tenía hambre, pero no quería almorzar antes de dejar las cosas. Las calles de Punta Arenas me estaban pareciendo tediosas. Me puse a pensar que pasaba si no encontraba nada. Me sentí profundamente solo. Si bien eso era lo que buscaba, me resultó perturbador. Por suerte rato después pude dar con una pieza que estaba piola y que tenía televisión por cable. Me eché un rato a hacer zapping compulsivamente sin ver nada, solo por el placer de hacer algo que no puedo hacer cotidianamente. Al rato me ordené mentalmente decidí irme a almorzar algo y luego partir a la Zona Franca.
Tipo 3 de la tarde llegué al puerto libre. Este lugar queda como en las afueras y había mucha gente que venía llegando para hacer las compras navideñas. Fue rico entrar a la galería (no le llamaría mall) y ver tantos estímulos. La única gracia son los artículos electrónicos, el resto de las cosas no vale la pena. Bueno, salvo una tienda que era una verdadera joyita. Una tienda de importaciones hindúes que tenían de las cosas más feas que he visto en mi vida. Había un chanchito que me dejó impresionado. Era un palo de plástico rosado con un chanchito encima. En la nariz del puerco habían dos aspas. Al apretar un botón las aspas empezaban a girar haciendo las veces de ventilador. Además se prendían unas luces fosforescentes que causaba un efecto luminoso de un mal gusto infinito. Le pregunté al dependiente de la tienda cuanto costaba. Para mi sorpresa era hindú. Me empezó a contar de las propiedades del producto y al mostrarme la parte de abajo me dijo (piensen en Apu de los Simpsons): “Estos sirves para firmar cheques”. Notable. Entremedio salí y llamé a la Mari. Ella me había mandado un mensaje que venía en estos días a la Patagonia. Al hablar con ella me confirmó que llega la próxima semana. Me puse muy feliz, sentí una especie de alivio existencial de poder tener alguien querido por estos lados.
Traté de hacer lo más corta las compras navideñas y luego volví al centro. El colectivo se dio muchas vueltas y pensé que me iba a dejar botado en cualquier lugar, por suerte a la larga terminó en territorio conocido (moverse es barato en Punta Arenas, los colectivos valen $300) cuando llegué al centro vagué otro resto, me metí al cyber para saber si tenía noticias y luego me fui a las 8 al hostal. Me quedé viendo tele, puras tonteras. A las 9 me quedé pegado con las noticias del Mega. Hablaban de una barwoman que se había ido a trabajar a un crucero en el Caribe y uno de sus colegas la había matado. Inspirador. A las 10:30 me dio un ataque de sueño y no lo peleé. Era la primera vez en 3 meses que dormía en una cama.
Uno de mis objetivos de este viaje era poder dormir hasta tarde (algo que tampoco hacía hace 3 meses), sin embargo a las 7:30 fui despertado: “¿Aló, está Óscar?” Conchasdesumadre… una llamada equivocada. Después no me pude volver a dormir. Puse Buenos Días a todos y lo escuchaba mientras hacía paquetes de regalo. Partí al correo. Fue divertido, es la primera vez que digo mi segundo apellido (Cotorás) y no me preguntan como se deletrea. Después empecé a caminar rumbo al cementerio. A mi me encantan los cementerios y esté era precioso. Me dieron ganas que me enterraran ahí. Tiene unas avenidas de arbustos de cinco metros (vean las fotos pa’ que me cachen). Es bellísimo y debe ser impresionante cuando está nevado. Es una locación increíble, de hecho, se me ocurrió una película con una escena ahí. La película (basada en la cruel realidad) se trata de una pareja de recién casados que se van a vivir a Punta Arenas sin conocer a nadie hace que su relación se desgaste rápidamente al punto que pasan del enamoramiento a darse cuenta que son dos completos extraños viviendo cerca de la Antártica.
Había una sección de tumbas de guaguas, lo que de por si es muy triste, pero hubo una que me dio mucha, mucha pena. Estaba llena de juguetes. Bob Esponja, Rutgrats, Bob el Constructor. Cuando me fijo en las fechas veo que nació y falleció en mayo de 1978. Pensé en sus papás que 28 años después le seguían llevando juguetes. Tanto tiempo y lo siguen recordando… fue desolador. Después me puse a pensar si es que ese recuerdo en las penumbras era o no más triste que el olvido.
Después me fui al cyber y habían más novedades, Leighton me decía que era por una pega y tenía que saber si podía estar en Santiago en enero o febrero. Tomé el teléfono y lo llamé. Resulta que le habían ofrecido un documental, pero no lo puede hacer porque tiene mucha pega y me recomendó. Al rato me contacté con esta persona y quiere partir ahora ya. Le dije que ahora ya no podía, pero que si la oferta era interesante me podía largar. El proyecto es entretenido, en la tarde me dediqué a hacer un presupuesto y un plan de trabajo en un cyber… hay que ver que resulta de eso, en una de esas mi aventura termina antes para empezar otra. Caminé a una plata y bordeé el Estrecho de Magallanes. Llegó un punto en el que no me aguanté más, me saqué el bototo izquierdo y metí mi pata a las aguas. Luego vagué de vuelta al centro esperando que partiera el bus. Tuve la sensación de que estaba en la playa en el último día de febrero y hay que volver a Santiago a comprar el uniforme y volver al colegio. No quería volver al barco. En el bus de vuelta me senté junto a unos israelitas (quizás Andrea Paredes von Roth tenga razón, Natales se está llenando con judíos) y me puse a leer el Clinic especial de la muerte de Pinocho. Esos fueron mis dos primeros días libres después de 90 trabajando. 90 a 2, no es mal régimen.
12734 millas náuticas
Día 93 – 13er viaje
Me desperté más descansado, aún cuando no había dormido tanto. Definitivamente me recuperé mentalmente. El Paine partió con lluvia, pero luego salió el sol y estuve con mucho más ánimo, con ganas de hacer las tomas y de encontrar cosas distintas. Además, el saber que me vienen a ver me da una meta de corto plazo. Al volver al barco me puse a subir el material y llamaron por el citófono. Un tipo me dice que tiene un problema con la tele con un marcado acento neoyorquino. Parto pa’ allá. Si ustedes ven Seinfeld es el típico viejo judío. Un calco de “uncle Martin”. “What’s the problem?” (¿cuál es el problema?) “Pruobably I am the proublem” (probablemente yo soy el problema). Resulta que la tele no sonaba y era re’ fácil de solucionar, cosa se prender el parlante. Veo que su señora está leyendo un libro en hebreo y en vez de despedirme con good bye!, les digo Shalom! Quedaron vueltos locos, de seguro que ahí vendí un video. Me sigue sorprendiendo mi desarrollo del sentido de supervivencia.
Día 94
Estoy interactuando harto con la gente. Se supone que es parte del trabajo, pero desde hace un par de viajes prácticamente no lo hacía. Incluso traté de hablar francés con unos pasajeros que vienen de Tahiti, pero lo cierto es que di “le jugó”.
El glaciar Amalia estuvo tranquilo, terminamos temprano, para no dejarme toda la tarde libre subí el material y me fui a leer. Alcancé a leer muy poco y me quedé dormido. En la tarde Óscar llegó a la sala y me preguntó si me sentía bien. “Si, ¿por?” “No, es que como estabas calado en la mañana pensaba que estabas enfermo”. Tierno de su parte, pero me empelotó. El concepto de privacidad no existe en el bote. No me puedo dormir una siesta tranquilo sin que alguien sepa. El encierro ya empieza a estresar, porque suerte fui a Punta Arenas, sino con cualquier chispa exploto… bueno, ya se empieza a notar la tensión en el ambiente, los niveles de tolerancia y paciencia van bajando progresivamente y el advenimiento de fin de año no hace más que aumentar esta sensación.
En la tarde me entretuve haciendo unos mapas animados. Después salimos al Antrim, si bien llovía un poco fue agradable y lo pasé bien grabando. No hubo mucho más en este fomingo.
Día 95
Después de un par de semanas el Pío XI estuvo sin lluvia. Lo cuál es muy bueno para grabar. No sólo es molestoso limpiar el lente de las gotitas, sino que es muy molestoso grabar con el condón para que no se moje la cámara. Aparte el profiláctico disminuye las posiciones y agarres de la cámara. Hoy que no estaba lloviendo podía hacer tomas a ras de agua y apretar los botones con mayor facilidad. Llegué a la lógica conclusión de que es mucho mejor sin condón. De todos modos este es necesario cuando llueve.
Al llegar a Puerto Edén uno de los cabros me dice que necesitan conversar con alguien del barco que hable en inglés. Me encuentro con un gringo que trata de hablarme en español. “En realidad no sé lo que necesito”. Me cuenta que es un estudiante de periodismo que está haciendo su tesis sobre los kaweskars. Le digo que yo también soy periodista y me empieza a contar su drama. No ha podido entrevistar a ninguno de los habitantes de la etnia porque le quieren cobrar plata y el no anda con nada y necesita volver a Natales a buscar money. Quería saber si lo podíamos llevar de vuelta. Obviamente cuando mi compañero llamó por radio para preguntar se escucho una tapa del porte de la isla Wellington. Me puse a hacer las tomas y me volví a encontrar con Ted y le pregunté sobre su tesis. Resulta que hace un par de años vino a hacer kayak por esos canales y ahí se empezó a interesar en los kaweskar siendo que ellos remaban por esos lugares como forma de subsistencia. Había hecho entrevistas en Punta Arenas, Puerto Natales y sólo le faltaban los puros kaweskars de Puerto Edén. Le dije que lo del cobro se debía a que estaban muy reticentes a entregar cualquier cosa, ya que se los habían cagado sistemáticamente. Le pregunté dónde se estaba quedando y ahí me contó su posmoderna paradoja kafkiana. “Me estoy quedando en esa casa con una familia de kaweskars. Han sido muy amables conmigo, me dejaron alojar en mi casa, me dan comida y hace poco uno de los hermanos volvió de Santiago así que trajo dvds y vemos películas. Pero si les hago alguna pregunta de mi investigación me quieren cobrar. ¿y cuánto te cobran? 30 mil pesos la hora. “¡Eso es más que un doctor!”, le comenté. Le dije que ojalá le fuera bien e intercambiamos mails, porque me pareció super interesante el rescate de historias de vida que estaba haciendo. Aparte no es un mal contacto un periodista graduado de la universidad de Columbia.
Después de editar y mostrar el video (aprovechando que no está la señora) había un grupo de gente de la tripulación tomándose un schop en el comedor. Me serví uno (directo de la máquina) y nos quedamos conversando de la vida como hasta la una.
Día 96
Al mirar por la ventana luego de saltar del camarote (la expresión “saltar del camarote” no la digo porque me levante particularmente contento, sino porque necesito saltar para salir de la cama o pieles, como se dice por acá) vi por la ventana que estaba lloviendo. ¡Mierda!. Salí a mirar y al respirar empezaba a salir humo de mi boca. Hacía mucho frío. 4 grados centígrados. Había nevado hace poco. Era el día más frío que he tenido, y eso que estamos a un par de días del verano. Es increíble, el tiempo está cada vez peor, ni quiero pensar como irá a ser febrero. La grabación fue difícil, no usé la parka corporativa porque se pasa al toque, sino que me puse la Columbia que compré en Santiago y me garantizaban que soportaba 10 grados bajo cero y que se podía estar horas y horas bajo el agua sin que pasara nada. Terminé estilando y con las manos azules. Cuatro horas hueveando con ese frío eran mucho.
En el almuerzo un español re buena onda le dijo al capitán delante de todos “tengo que dezirle que el vídeo que haze Ezteban ez muy bueno”. ¡Que bacán!, pensé yo. El capitán, al considerar inconcebible que alguien que no sea el reciba felicitaciones dijo que él empezó grabando los videos en el barco el ’78. Que fueron los primeros que tuvieron equipos en color, que un ingeniero de TVN le enseñó como se filmaba (él filma con video). Que era igual que leer un libro, los paneos se hacen de izquierda a derecha, las imágenes no pueden durar más de cuatro segundos, que hay que hacer un zoom despacito para acercar un cerro y luego cortar, que él hacía edición en cámara… las mismas patrañas que he escuchado mucho tiempo. Bueno, esta vez no aguanté más y me largué a reir. Traté de disimularlo, pero me causó mucha, mucha risa. Todos me cacharon, incluso el capitán. Mi compañero me pegó una patada y me dijo “watch your attitude”, pero no pude. Acá me echan, pensé… pero no pasó nada. Además, con cada semana que pasa me importa menos que me vayan. Ya tengo algo de plata ahorrada y ya tengo menos dudas en que puedo hacer bien mi pega. De todos modos no pasó nada, en la cena tiré una talla que yo la encontré muy fome (estaban hablando de la conservación de los lobos marinos y que el territorio de los parques nacionales no incluyen el mar, ya que esto es de la armada. Alguien preguntó quien protegía a los lobos de los cazadores, la armada o CONAF y yo dije depende si están en las rocas o en el agua), pero todos se rieron.
Día 97
Eso es… otro viaje abajo. Van 13, el capitán dice que quedan 18. Será… mañana me voy encontrar con mi gente… tendré algo de alivio existencial.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home