Leaving Natales
19eno viaje
16653 millas náuticas
Día 132
Cuando se fueron los pasajeros el jueves el barco tomó esa tranquilidad de cuando haces un carrete en tu casa y por fin de van los últimos invitados. Mi compañero fue a dejar a su hijo a Punta Arenas, así que yo tuve que cuadrar la caja. Lo hice con toda tranquilidad y al caminar los 100 metros que separan la oficina del barco sentí algo que no sentía hace tiempo: un sol abrasador que calentaba el ambiente. Deben haber habido unos 18 grados, pero se sentían como 25. Al salir de la oficina comenté con los cabros lo insólito del día y les di mi idea: “deberíamos bañarnos”. Óscar y Pinda prendieron al tiro, luego se sumaron otros más. El plan era ir al centro y ahí tirarnos en la playa. Eché toalla en la mochila y partí al correo porque tenía una encomienda y tenía que mandar otra. Justo me encuentro con Óscar y me dice que hay cambio de planes; nos vamos a tirar desde el barco. Al volver todavía estaba la señora rondando. Una vez que se fue nos pusimos traje de baño y nos dirigimos hacia el portalón de estribor. Ok, ustedes se pueden preguntar porque chucha eché un traje de baño a la mochila cuando me vine pa’ acá. Bueno… yo soy fanático del agua y me cuesta ver agua sin nadar en ella. Pensé que si había una remota posibilidad de bañarme no podía desaprovecharla. Además, durante las primeras semanas, en mis caminatas desde el barco a Natales varias veces me quedaba mirando el Fiordo de Última Esperanza y decía: “algún día me voy a bañar acá”. Ese día sólo podía ser hoy. Conseguimos alguien que nos tomara las fotos de rigor y nos dispusimos. Pinda fue el primero en tirarse. Dijo que el agua estaba bacán, fría, pero bacán. Luego fue mi turno, me puse en el borde del barco, aguante la respiración y me dejé caer. Para mi es un momento casi solemne la primera nadada de la temporada. Desde que vi “¿quieres ser John Malkovich? pienso en la escena final tratando de rememorar de la mejor manera lo que es estar debajo del agua. Al meterme eso cambia, ya que es un placer indescriptible. Centésimas de segundo después caía de pie sobre las aguas del fiordo de Última Esperanza y empezaba a nadar. Ok, eso es lo alucinante. Poder mezclar en una frase las palabras fiordo, nadar y no tener que usar hipotermia. El agua estaba heladísima, lejos la más fría que he sentido en mi vida. Pero no era una sensación distinta a cuando me metí al mar en Huasco en el verano del 2005 (otro muy buen cuento que tiene que ver con nadar), sólo que más intensa, mucho más intensa. Inmediatamente me puse a brasear hacia la proa y recorrí unos 20 metros hasta que me detuve y vi el barco desde un ángulo que nunca lo había visto. Luego se tiró al agua Alex. De ahí Anselmo quien sólo estuvo 20 segundos y se salió. Por lo mismo Óscar arrugó y no se quiso tirar. Los otros cabros salían y entraban del agua. A mi me carga hacer eso… si me meto al agua, estoy en el agua. Luego nadé hasta la popa y brasee un poquito en dirección a Puerto Natales y quedé flotando pensando en lo extraña que es mi vida. Así es… entre otras cosas nadando en el paralelo 52. Debo haber estado 20 minutos en el agua, cuando me empezó a doler la muñeca de la mano derecha (que es con la que grabo) me asusté y comencé a salir. Por suerte era sólo el frío. El otro show fue salir, ya que había que salir por una escalera del muelle que está bastante arriba y yo prácticamente no tengo fuerza en los brazos. Con una pequeña ayuda de mis amigos pude salir. Volvimos al barco, conseguimos toallas y nos echamos a secarnos en cubierta. Fue delirante, decíamos que era el nuevo resort. Es increíble como llega un punto que sientes que estás tan encerrado que una cosita súper chica te pone feliz. Anduve contento todo el día por haberme bañado en el mar.
Una vez que estaba casi seco, pensé que sería una buena idea ducharse, dado que no tenía completa seguridad de que podía haber en el mar. Cuando llegué a la ducha tuve una visión perturbadora. Prácticamente no existía, se había achicado a menos de su más mínima expresión. Es verdad, es un hecho científicamente comprobado que se achica con el agua fría, pero esto era ridículo. Hasta me asustó. Por suerte había agua caliente y cuando mi cuerpo recuperó temperatura volvió a su forma habitual.
Ha sido, definitivamente, uno de mis 5 mejores momentos desde que estoy hueveando en el sur.
ver el registro historico
http://www.flickr.com/photos/63568587@N00/?saved=1
Día 133
Leaving Natales
González jugaba la semifinal de Australia. TVN iba a dar el partido en diferido, pero dado que estoy viviendo en un universo clausurado al no saber el resultado iba a sentir la misma emoción. Sólo tenía que evitar ver el 13 hasta las que empezaran a darse de raquetazos. ¡¡¡¡Error!!!! Al despertarme alguien tenía la tele a todo chancho en el 13 y decían que González estaba en la final. Me dio mucha rabia, pero por suerte lo supe de esa manera. Igual tenía la intención de ver el partido. La transmisión ya había empezado cuando llaman por el sistema de intercomunicación y el piloto dice: “González ganó 6-1, 6-3 y 6-1 a Tommy Hass, ahora todo el mundo a trabajar.” Me dio una rabia, una pena… fue horrible, horrible, horrible. Ni siquiera te dan un espacio chiquitito para pensar fuera del barco, para disfrutar uno de los partidos más importantes de la historia del tenis chileno. Me daban ganas de pegarle al piloto, pero tampoco es culpa de él, es el fucking sistema, es este fucking sistema en el que estoy encerrado.
Tenía la mejor de las intenciones de juntarme con la doctora. Lo cierto es que eso no pasó la semana pasada porque andaba muy bajoneado y no quería verla para darle pena. Esta semana quise juntarme el jueves, pero tenía turno y ayer la llamé para que saliéramos en la noche, pero dijo que no sabía si se iba a Punta Arenas, que si se quedaba me llamaba. No me llamó. Es divertido, cuando estoy en tierra lo único que quiero hacer es arrancarme a Puerto Natales, ella, en cambio, apenas puede se arranca de Puerto Natales. Parece que eso fue mi historia con la doctora. Estoy muy vulnerable para tener una decepción, y por lo poco que la pude conocer creo haberme dado cuenta que es una persona muy, pero muy linda y me da lata que sienta que se tiene que juntar conmigo porque estoy solo (que fue un poco lo que sentí la última vez que fui pa’ su casa).
Estaba chato. Pasó el asado, me tomé un par de mango sour, luego conseguí un whisky. Cuando volví al barco no tenía ganas de dormir. Normalmente meto al banco toda la plata el viernes, pero como tenía chances de salir con la doc, dejé 25 lucas afuera. Tenía ganas de mandar todo a la chucha y enmierdarme, así que llamé a un taxi y cuando llegó le dije: “Al casino”. La primera vez que fui a un casino el verano del 2002 en Coquimbo llegué a la conclusión de que en ese lugar no entraba Dios. Por lo cual lo se convertía en el lugar perfecto para evadirme de todo. Además, en cierto modo quería comprobar si era cierto eso de que no me gusta la plata. Fui a la barra y tomé un vodka tónica. Luego compré 10 lucas en fichas y empecé metiéndolas compulsivamente a las máquinas. No tenía ninguna intención de ganar. Apretaba botones sin pensar en lo que hacía y al poco rato volvía a la barra a pedirme otro vodka tónica. Al volver me di cuenta que el capitán y la señora también estaban en el casino… y yo cada vez más enmierdao. Me daba risa. Seguí metiendo fichas en las máquinas dejándome llevar compleamente por el azar. No había posibilidad de ganar, la casa siempre gana y yo estoy tan lejos de casa. Volví a la barra y me tomé un tercer vodka tónica y fui a meter las últimas fichas que me quedaban en el vaso plástico La situación era profundamente bukowskiana. Sin fichas y sin copete, decidí que era hora de partir, todavía me quedaban dos lucas, pero no tenía ganas de volver en taxi, así que empecé a caminar de vuelta. La hora tope de llegada al barco el viernes es a la 1 de la mañana. Para entonces eran las 1:30 am. El horizonte se movía bastante y me fui caminando por la costanera. Creo que no hacía frío, al menos no sentía frío. De algún modo (no se muy bien como) terminé hablando por teléfono con la Carola y después con la Meli. De lo que retengo de la conversación fue que me decía que no era una derrota si me volvía a Santiago ahora, que no tenía que demostrarle nada a nadie. Luego me fui caminando, hubo estrellas un rato, luego se nubló. No pasaba ningún auto por el camino. Llegué al barco más allá de las 3. En cierto modo esperaba que me retaran, que me encontraran curado y que me echaran. Nada de eso pasó. De hecho, probablemente como no llegué en taxi, el marino de guardia no cachó que llegué, me fui derechito a mi cabina sin que nadie se enterara. Esa fue mi versión de Leaving las Vegas versión Natales.
Día 134
Una de las cosas que odio es grabar con caña… Bueno, hoy no sólo me desperté con caña, sino que todavía curado, con un rico dolor de cabeza y con ganas de vomitar. Me tomé un par de jugos de naranja y un café cargado tratando de pasar piola frente a los pasajeros. Salí tarde a grabar y se me movía el horizonte. Sin embargo, me sentía bien, al menos mejor que ayer, fue una especie de catarsis. Es decir, mi situación objetiva no ha variado y es muy difícil que estando acá varíe, pero con la enmierdada de anoche como que lo asumí.
Me fui el camino leyendo un libro de Paul Auster que me mandaron de Santiago. “Brooklyn Follies”. Me encanta ese tipo, a veces uno puedo cuestionarse sobre los temas que escribe, pero es un tremendo narrador. Al menos es mi escritor vivo favorito (lo que no es gran cosa dado lo poco que he leído en los últimos años… podemos decir que mi segundo escritor vivo favorito soy yo…). Viendo la biografía que sale en la contra tapa supe que este trabajó un año en un barco antes de dedicarse a ser escritor. Eso como que me animó. Puede que uno aprenda a contar mejores historias después de estar un tiempo en el mar.
Al volver al barco me estaba aprestando para hacer unas tomas del zarpe cuando Óscar se me acerca y me dice que cuando pasemos frente a la Iglesia de Natales le haga un zoom. En talla le digo “acaso yo te digo como hacer tu pega”. El me dice que su ex se va a casar. “¿¡Qué!?” exclamo. “Sip, se va a casar ahora mismo… imagínate lo bueno que es este zarpe para mi”. Resulta ser que Óscar pololeó el año pasado con una mina natalina de la cual sigue enamorado. A finales de la temporada pasada terminaron. Al volver a Natales en septiembre se enteró que estaba pololeando, se habían encontrado en la calle, pero se habían evitado. Y ahora se había enterado que estaba a punto de entrar a la iglesia con otro tipo… uffff, que fuerte debe ser eso.
Después del zarpe llegó Pinda a pedir que le grabara un dvd de Bob Marley. Me quedé pegado viéndolo. Uffff, que bien hace escuchar esa música, me relajó mucho. “We’ re jammin!”
Día 135
Me desperté más temprano para ir al puente para saber si habían noticias del partido de González. Se escuchaba levemente la radio. Había perdido el primer set por 7 a 6 e iba 4 a 4 en el segundo. Escuché el quiebre de servicio y después tuve que ir a trabajar.
En la tarde llegó Pinda a conversar diciendo que se quiere puro ir del barco. El motivo por el que está trabajando es porque le paga la universidad a su hermana. Me contó que había tenido atados y que su hermana no iba a seguir estudiando. Todo mal, me dio mucha pena, él tenía caletas de expectativas en que eso saliera bien y, de hecho, era su motivación para poder aguantar a la señora. Me da la sensación que esta semana a todos nos esta yendo mal. Se siente la temporada, se siente como va pasando el tiempo. También me enteré que echaron a Jorge, uno de los garzones. Era re’ buena onda. Un tripulante de máquina pidió cambio de barco, ya que encontraba que era mucho tiempo sin ver a la familia. De a poco van cayendo…
Cuando volvimos del fiordo Antrim el cuncunero (dícese de quien toca la cuncuna, dícese del acordeonista) empezó con los sones del animalito, pero ya no es lo mismo que la primera vez.
Día 136
Lluvia y viento frente al glaciar Pío XI. Yo no sé si mi pega es muy difícil (estoy hablando en cuanto a hacer los videos), pero lo que es cierto es que cuando me llega el sueldo tengo todo el derecho a decir “me cagué de frío por estas lucas”. Bueno, hoy me debieron dar un bono, porque termine con las manos azules.
16653 millas náuticas
Día 132
Cuando se fueron los pasajeros el jueves el barco tomó esa tranquilidad de cuando haces un carrete en tu casa y por fin de van los últimos invitados. Mi compañero fue a dejar a su hijo a Punta Arenas, así que yo tuve que cuadrar la caja. Lo hice con toda tranquilidad y al caminar los 100 metros que separan la oficina del barco sentí algo que no sentía hace tiempo: un sol abrasador que calentaba el ambiente. Deben haber habido unos 18 grados, pero se sentían como 25. Al salir de la oficina comenté con los cabros lo insólito del día y les di mi idea: “deberíamos bañarnos”. Óscar y Pinda prendieron al tiro, luego se sumaron otros más. El plan era ir al centro y ahí tirarnos en la playa. Eché toalla en la mochila y partí al correo porque tenía una encomienda y tenía que mandar otra. Justo me encuentro con Óscar y me dice que hay cambio de planes; nos vamos a tirar desde el barco. Al volver todavía estaba la señora rondando. Una vez que se fue nos pusimos traje de baño y nos dirigimos hacia el portalón de estribor. Ok, ustedes se pueden preguntar porque chucha eché un traje de baño a la mochila cuando me vine pa’ acá. Bueno… yo soy fanático del agua y me cuesta ver agua sin nadar en ella. Pensé que si había una remota posibilidad de bañarme no podía desaprovecharla. Además, durante las primeras semanas, en mis caminatas desde el barco a Natales varias veces me quedaba mirando el Fiordo de Última Esperanza y decía: “algún día me voy a bañar acá”. Ese día sólo podía ser hoy. Conseguimos alguien que nos tomara las fotos de rigor y nos dispusimos. Pinda fue el primero en tirarse. Dijo que el agua estaba bacán, fría, pero bacán. Luego fue mi turno, me puse en el borde del barco, aguante la respiración y me dejé caer. Para mi es un momento casi solemne la primera nadada de la temporada. Desde que vi “¿quieres ser John Malkovich? pienso en la escena final tratando de rememorar de la mejor manera lo que es estar debajo del agua. Al meterme eso cambia, ya que es un placer indescriptible. Centésimas de segundo después caía de pie sobre las aguas del fiordo de Última Esperanza y empezaba a nadar. Ok, eso es lo alucinante. Poder mezclar en una frase las palabras fiordo, nadar y no tener que usar hipotermia. El agua estaba heladísima, lejos la más fría que he sentido en mi vida. Pero no era una sensación distinta a cuando me metí al mar en Huasco en el verano del 2005 (otro muy buen cuento que tiene que ver con nadar), sólo que más intensa, mucho más intensa. Inmediatamente me puse a brasear hacia la proa y recorrí unos 20 metros hasta que me detuve y vi el barco desde un ángulo que nunca lo había visto. Luego se tiró al agua Alex. De ahí Anselmo quien sólo estuvo 20 segundos y se salió. Por lo mismo Óscar arrugó y no se quiso tirar. Los otros cabros salían y entraban del agua. A mi me carga hacer eso… si me meto al agua, estoy en el agua. Luego nadé hasta la popa y brasee un poquito en dirección a Puerto Natales y quedé flotando pensando en lo extraña que es mi vida. Así es… entre otras cosas nadando en el paralelo 52. Debo haber estado 20 minutos en el agua, cuando me empezó a doler la muñeca de la mano derecha (que es con la que grabo) me asusté y comencé a salir. Por suerte era sólo el frío. El otro show fue salir, ya que había que salir por una escalera del muelle que está bastante arriba y yo prácticamente no tengo fuerza en los brazos. Con una pequeña ayuda de mis amigos pude salir. Volvimos al barco, conseguimos toallas y nos echamos a secarnos en cubierta. Fue delirante, decíamos que era el nuevo resort. Es increíble como llega un punto que sientes que estás tan encerrado que una cosita súper chica te pone feliz. Anduve contento todo el día por haberme bañado en el mar.
Una vez que estaba casi seco, pensé que sería una buena idea ducharse, dado que no tenía completa seguridad de que podía haber en el mar. Cuando llegué a la ducha tuve una visión perturbadora. Prácticamente no existía, se había achicado a menos de su más mínima expresión. Es verdad, es un hecho científicamente comprobado que se achica con el agua fría, pero esto era ridículo. Hasta me asustó. Por suerte había agua caliente y cuando mi cuerpo recuperó temperatura volvió a su forma habitual.
Ha sido, definitivamente, uno de mis 5 mejores momentos desde que estoy hueveando en el sur.
ver el registro historico
http://www.flickr.com/photos/63568587@N00/?saved=1
Día 133
Leaving Natales
González jugaba la semifinal de Australia. TVN iba a dar el partido en diferido, pero dado que estoy viviendo en un universo clausurado al no saber el resultado iba a sentir la misma emoción. Sólo tenía que evitar ver el 13 hasta las que empezaran a darse de raquetazos. ¡¡¡¡Error!!!! Al despertarme alguien tenía la tele a todo chancho en el 13 y decían que González estaba en la final. Me dio mucha rabia, pero por suerte lo supe de esa manera. Igual tenía la intención de ver el partido. La transmisión ya había empezado cuando llaman por el sistema de intercomunicación y el piloto dice: “González ganó 6-1, 6-3 y 6-1 a Tommy Hass, ahora todo el mundo a trabajar.” Me dio una rabia, una pena… fue horrible, horrible, horrible. Ni siquiera te dan un espacio chiquitito para pensar fuera del barco, para disfrutar uno de los partidos más importantes de la historia del tenis chileno. Me daban ganas de pegarle al piloto, pero tampoco es culpa de él, es el fucking sistema, es este fucking sistema en el que estoy encerrado.
Tenía la mejor de las intenciones de juntarme con la doctora. Lo cierto es que eso no pasó la semana pasada porque andaba muy bajoneado y no quería verla para darle pena. Esta semana quise juntarme el jueves, pero tenía turno y ayer la llamé para que saliéramos en la noche, pero dijo que no sabía si se iba a Punta Arenas, que si se quedaba me llamaba. No me llamó. Es divertido, cuando estoy en tierra lo único que quiero hacer es arrancarme a Puerto Natales, ella, en cambio, apenas puede se arranca de Puerto Natales. Parece que eso fue mi historia con la doctora. Estoy muy vulnerable para tener una decepción, y por lo poco que la pude conocer creo haberme dado cuenta que es una persona muy, pero muy linda y me da lata que sienta que se tiene que juntar conmigo porque estoy solo (que fue un poco lo que sentí la última vez que fui pa’ su casa).
Estaba chato. Pasó el asado, me tomé un par de mango sour, luego conseguí un whisky. Cuando volví al barco no tenía ganas de dormir. Normalmente meto al banco toda la plata el viernes, pero como tenía chances de salir con la doc, dejé 25 lucas afuera. Tenía ganas de mandar todo a la chucha y enmierdarme, así que llamé a un taxi y cuando llegó le dije: “Al casino”. La primera vez que fui a un casino el verano del 2002 en Coquimbo llegué a la conclusión de que en ese lugar no entraba Dios. Por lo cual lo se convertía en el lugar perfecto para evadirme de todo. Además, en cierto modo quería comprobar si era cierto eso de que no me gusta la plata. Fui a la barra y tomé un vodka tónica. Luego compré 10 lucas en fichas y empecé metiéndolas compulsivamente a las máquinas. No tenía ninguna intención de ganar. Apretaba botones sin pensar en lo que hacía y al poco rato volvía a la barra a pedirme otro vodka tónica. Al volver me di cuenta que el capitán y la señora también estaban en el casino… y yo cada vez más enmierdao. Me daba risa. Seguí metiendo fichas en las máquinas dejándome llevar compleamente por el azar. No había posibilidad de ganar, la casa siempre gana y yo estoy tan lejos de casa. Volví a la barra y me tomé un tercer vodka tónica y fui a meter las últimas fichas que me quedaban en el vaso plástico La situación era profundamente bukowskiana. Sin fichas y sin copete, decidí que era hora de partir, todavía me quedaban dos lucas, pero no tenía ganas de volver en taxi, así que empecé a caminar de vuelta. La hora tope de llegada al barco el viernes es a la 1 de la mañana. Para entonces eran las 1:30 am. El horizonte se movía bastante y me fui caminando por la costanera. Creo que no hacía frío, al menos no sentía frío. De algún modo (no se muy bien como) terminé hablando por teléfono con la Carola y después con la Meli. De lo que retengo de la conversación fue que me decía que no era una derrota si me volvía a Santiago ahora, que no tenía que demostrarle nada a nadie. Luego me fui caminando, hubo estrellas un rato, luego se nubló. No pasaba ningún auto por el camino. Llegué al barco más allá de las 3. En cierto modo esperaba que me retaran, que me encontraran curado y que me echaran. Nada de eso pasó. De hecho, probablemente como no llegué en taxi, el marino de guardia no cachó que llegué, me fui derechito a mi cabina sin que nadie se enterara. Esa fue mi versión de Leaving las Vegas versión Natales.
Día 134
Una de las cosas que odio es grabar con caña… Bueno, hoy no sólo me desperté con caña, sino que todavía curado, con un rico dolor de cabeza y con ganas de vomitar. Me tomé un par de jugos de naranja y un café cargado tratando de pasar piola frente a los pasajeros. Salí tarde a grabar y se me movía el horizonte. Sin embargo, me sentía bien, al menos mejor que ayer, fue una especie de catarsis. Es decir, mi situación objetiva no ha variado y es muy difícil que estando acá varíe, pero con la enmierdada de anoche como que lo asumí.
Me fui el camino leyendo un libro de Paul Auster que me mandaron de Santiago. “Brooklyn Follies”. Me encanta ese tipo, a veces uno puedo cuestionarse sobre los temas que escribe, pero es un tremendo narrador. Al menos es mi escritor vivo favorito (lo que no es gran cosa dado lo poco que he leído en los últimos años… podemos decir que mi segundo escritor vivo favorito soy yo…). Viendo la biografía que sale en la contra tapa supe que este trabajó un año en un barco antes de dedicarse a ser escritor. Eso como que me animó. Puede que uno aprenda a contar mejores historias después de estar un tiempo en el mar.
Al volver al barco me estaba aprestando para hacer unas tomas del zarpe cuando Óscar se me acerca y me dice que cuando pasemos frente a la Iglesia de Natales le haga un zoom. En talla le digo “acaso yo te digo como hacer tu pega”. El me dice que su ex se va a casar. “¿¡Qué!?” exclamo. “Sip, se va a casar ahora mismo… imagínate lo bueno que es este zarpe para mi”. Resulta ser que Óscar pololeó el año pasado con una mina natalina de la cual sigue enamorado. A finales de la temporada pasada terminaron. Al volver a Natales en septiembre se enteró que estaba pololeando, se habían encontrado en la calle, pero se habían evitado. Y ahora se había enterado que estaba a punto de entrar a la iglesia con otro tipo… uffff, que fuerte debe ser eso.
Después del zarpe llegó Pinda a pedir que le grabara un dvd de Bob Marley. Me quedé pegado viéndolo. Uffff, que bien hace escuchar esa música, me relajó mucho. “We’ re jammin!”
Día 135
Me desperté más temprano para ir al puente para saber si habían noticias del partido de González. Se escuchaba levemente la radio. Había perdido el primer set por 7 a 6 e iba 4 a 4 en el segundo. Escuché el quiebre de servicio y después tuve que ir a trabajar.
En la tarde llegó Pinda a conversar diciendo que se quiere puro ir del barco. El motivo por el que está trabajando es porque le paga la universidad a su hermana. Me contó que había tenido atados y que su hermana no iba a seguir estudiando. Todo mal, me dio mucha pena, él tenía caletas de expectativas en que eso saliera bien y, de hecho, era su motivación para poder aguantar a la señora. Me da la sensación que esta semana a todos nos esta yendo mal. Se siente la temporada, se siente como va pasando el tiempo. También me enteré que echaron a Jorge, uno de los garzones. Era re’ buena onda. Un tripulante de máquina pidió cambio de barco, ya que encontraba que era mucho tiempo sin ver a la familia. De a poco van cayendo…
Cuando volvimos del fiordo Antrim el cuncunero (dícese de quien toca la cuncuna, dícese del acordeonista) empezó con los sones del animalito, pero ya no es lo mismo que la primera vez.
Día 136
Lluvia y viento frente al glaciar Pío XI. Yo no sé si mi pega es muy difícil (estoy hablando en cuanto a hacer los videos), pero lo que es cierto es que cuando me llega el sueldo tengo todo el derecho a decir “me cagué de frío por estas lucas”. Bueno, hoy me debieron dar un bono, porque termine con las manos azules.
Dado que el barco está lleno no tenemos espacio en el comedor, así que tuve que almorzar en “la micro” que es el comedor de tripulantes. Eso es mucho más relajado, ya que no hay que cumplir con el tedioso protocolo del comedor. Me senté, eché la talla un rato, comí y apenas terminé pude calarme un rato y editar relajado.
En Puerto Edén estaba lloviendo. Me di cuenta que la lluvia ya me es indiferente. Camino como si nada.
El jefe de máquinas me dijo que el capitán finalmente se había vuelto loco. Estaba en el Puente cuando Aarón le había ido a pedir un permiso para hacer un curso y este le dijo que se tenía que aprender un pasaje de la Biblia para ahuyentar al fantasma… ¿fantasma? Luego lo comenté con tres fuentes independientes (que es lo que la BBC exige a sus periodistas antes de emitir una noticia) y todos me hablaron de que en el barco hay un fantasma… Suele estar en la sala de máquinas. Áaron me cuenta que de repente se siente pasar alguien, pero no hay nadie. Otras veces lo han visto con overol azul en la micro. Me parece curioso, la guinda para la torta en mi extraña vida, estar navegando en un barco donde penan. Después me puse a reflexionar y me di cuenta que el fantasma es muy pillo. En algún momento de su errar por la tierra tiene que haber llegado a la siguiente conclusión ¿Pa’ que chucha voy a vivir en una casa abandonada? Mejor me voy a un crucero…
Día 137
Tuve una pesadilla horrible que no me dejó dormir mucho. No me acuerdo de que se trataba. Frío, mucho frío hizo en el fiordo Calvo. Llegando al glaciar el Brujo salieron muchas toninas. La gracia es que yo andaba en el bote chico y se estaban cruzando. En un momento estaba grabando el agua esperando que salieran (esos pescados son impredecibles) cuando emergen a cerca de un metro mío 5 toninas. Fue bacán. En el glaciar me dio susto. Había otro pedazo que estaba a punto de caerse cerca de la roca. Pensé… si esto se cae apaguen las luces, se termina todo. Por suerte eso no sucedió.
Invitaron en este viaje a la directora de política del Mercurio, a la directora de la revista Caras y a una pintora que es media conocida. Bueno, el asunto es que estas viejas han pasado todo el viaje arriba de la pelota. Me pregunto si me interesaba estas cosas de los pajaritos y la naturaleza. Yo le dije con una profunda honestidad, para nada, pero prefiero eso a grabar turistas.
Día 138
Otra vez tuve una pesadilla, otra vez no me acuerdo de que se trataba. Cuando navegábamos por el fiordo de las montañas me acerqué a una niña de Chuqui (bueno, niña no es tiene 26, en realidad ahora estudia an stgo y es bastante bonita). Ella me preguntó si me habían reclamado que ella salía varias veces en el video y otra gente casi ni salía. Le contesté “entre grabar a viejos feos y grabarte a ti, no hay donde perderse”. Nos quedamos conversando un buen rato. Es demasiado amorosa.
En la tarde mientras hacía los dvds vino Álvaro a sacar la vuelta a la oficina. El venía llegando de 2 semanas de vacaciones. Le pregunté si había sido muy difícil volver a la pega. Me dijo que estaba chato que cuando salió se dio cuenta que había un mundo allá afuera que seguía su curso independiente de lo que pasaba con nosotros. Fue perturbador. Es decir, yo tengo eso claro, pero cuando las palabras se hablan son mucho más fuerte que cuando se piensan, leen o escriben. Y tiene tanta razón. Una de mis mayores temores es que el mundo que tenía no esté cuando vuelva… pero lo cierto es que mejor no espero eso, ya que ese mundo dejó de existir. De cierto modo, al irme tenía una pierna, tenía un trabajo que me daba poca plata, pero que me apasionaba y lo más importante tenía sueños… honestamente no sé cuantos sueños me queden ahora.
A la noche fue la fiesta. La niña de chuqui se acercó a mi antes de la cena y dijo que me veía muy lindo que se quería sacar una foto conmigo. Después se armó el bailoteo, yo me quedé terminando la pega y una vez que estuve desocupado la ví sola y aburrida viendo como sus viejos bailaban. Iba a empezar el revoloteo del jote patagónico cuando veo que el capitán y su señora siguen en el comedor. Fuck! No quiero que me hueveen de nuevo por jotearme a una mina… mejor espero que se vayan y me acerco a ella. Para cuando el capitán se había ido, la niña de Chuqui estaba hace un rato durmiendo.
En Puerto Edén estaba lloviendo. Me di cuenta que la lluvia ya me es indiferente. Camino como si nada.
El jefe de máquinas me dijo que el capitán finalmente se había vuelto loco. Estaba en el Puente cuando Aarón le había ido a pedir un permiso para hacer un curso y este le dijo que se tenía que aprender un pasaje de la Biblia para ahuyentar al fantasma… ¿fantasma? Luego lo comenté con tres fuentes independientes (que es lo que la BBC exige a sus periodistas antes de emitir una noticia) y todos me hablaron de que en el barco hay un fantasma… Suele estar en la sala de máquinas. Áaron me cuenta que de repente se siente pasar alguien, pero no hay nadie. Otras veces lo han visto con overol azul en la micro. Me parece curioso, la guinda para la torta en mi extraña vida, estar navegando en un barco donde penan. Después me puse a reflexionar y me di cuenta que el fantasma es muy pillo. En algún momento de su errar por la tierra tiene que haber llegado a la siguiente conclusión ¿Pa’ que chucha voy a vivir en una casa abandonada? Mejor me voy a un crucero…
Día 137
Tuve una pesadilla horrible que no me dejó dormir mucho. No me acuerdo de que se trataba. Frío, mucho frío hizo en el fiordo Calvo. Llegando al glaciar el Brujo salieron muchas toninas. La gracia es que yo andaba en el bote chico y se estaban cruzando. En un momento estaba grabando el agua esperando que salieran (esos pescados son impredecibles) cuando emergen a cerca de un metro mío 5 toninas. Fue bacán. En el glaciar me dio susto. Había otro pedazo que estaba a punto de caerse cerca de la roca. Pensé… si esto se cae apaguen las luces, se termina todo. Por suerte eso no sucedió.
Invitaron en este viaje a la directora de política del Mercurio, a la directora de la revista Caras y a una pintora que es media conocida. Bueno, el asunto es que estas viejas han pasado todo el viaje arriba de la pelota. Me pregunto si me interesaba estas cosas de los pajaritos y la naturaleza. Yo le dije con una profunda honestidad, para nada, pero prefiero eso a grabar turistas.
Día 138
Otra vez tuve una pesadilla, otra vez no me acuerdo de que se trataba. Cuando navegábamos por el fiordo de las montañas me acerqué a una niña de Chuqui (bueno, niña no es tiene 26, en realidad ahora estudia an stgo y es bastante bonita). Ella me preguntó si me habían reclamado que ella salía varias veces en el video y otra gente casi ni salía. Le contesté “entre grabar a viejos feos y grabarte a ti, no hay donde perderse”. Nos quedamos conversando un buen rato. Es demasiado amorosa.
En la tarde mientras hacía los dvds vino Álvaro a sacar la vuelta a la oficina. El venía llegando de 2 semanas de vacaciones. Le pregunté si había sido muy difícil volver a la pega. Me dijo que estaba chato que cuando salió se dio cuenta que había un mundo allá afuera que seguía su curso independiente de lo que pasaba con nosotros. Fue perturbador. Es decir, yo tengo eso claro, pero cuando las palabras se hablan son mucho más fuerte que cuando se piensan, leen o escriben. Y tiene tanta razón. Una de mis mayores temores es que el mundo que tenía no esté cuando vuelva… pero lo cierto es que mejor no espero eso, ya que ese mundo dejó de existir. De cierto modo, al irme tenía una pierna, tenía un trabajo que me daba poca plata, pero que me apasionaba y lo más importante tenía sueños… honestamente no sé cuantos sueños me queden ahora.
A la noche fue la fiesta. La niña de chuqui se acercó a mi antes de la cena y dijo que me veía muy lindo que se quería sacar una foto conmigo. Después se armó el bailoteo, yo me quedé terminando la pega y una vez que estuve desocupado la ví sola y aburrida viendo como sus viejos bailaban. Iba a empezar el revoloteo del jote patagónico cuando veo que el capitán y su señora siguen en el comedor. Fuck! No quiero que me hueveen de nuevo por jotearme a una mina… mejor espero que se vayan y me acerco a ella. Para cuando el capitán se había ido, la niña de Chuqui estaba hace un rato durmiendo.
Día 139 (epílogo)
(Llegó febrero, tiene sólo 28 días, una vez que se acabe son solo dos meses… queda cada vez menos.)
2 Comments:
Hola
Aqui estoy!
Me queda mucho por leer aún!
Pero Tengo tiempo :)
Me reí mucho con la historia del agua!
Pero te aseguro que ni aunque me pagarán me metería al agua en ese muelle!
Estas Loco!
Que friooooooooooo
Estare atenta a la bitacora...
Pd: ;) De las cosas que uno se va enterando!
Abrazos apretados Jotecito!
Cumpipa, no se pase rollos con esa mina "la doctorcita", esa pertenece a otro jote.
chau
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