Thursday, March 29, 2007

El principio del comunismo (o más bien el final)

27mo viaje
20461 millas nauticas
5 semanas to go

Día 190

Creo que la semana pasada les comenté que a medida que la temporada avanza todos los recursos humanos y técnicos se van desgastando llegando a un momento en que estamos con las últimas energías. Bueno, el viernes prendí un par de veces el computador para tratar de guardar las mejores tomas para el material de archivo cuando se me quedó pegado. Intenté de nuevo y pasó lo mismo. Intenté 5 veces con el mismo resultado. ¡maldición! Esto si que colapsó. El peor de mis temores. Mi conocimiento computacional se remite a saber usar el final cut, escuchar mp3 y escribir en Word (cosa que hago a una velocidad rapidísima). Pero así para “entrar a picar” no sé absolutamente nada. Traté de instalar de nuevo el sistema operativo. Todo bien, hasta que al reinicar me pide un password. Hace un tiempo tuve un atado menos e ingresando “natales” no tuvo ningún problema. Ahora no, insistía con mayúsculas, minúsculas, errores de tipeo, pero una y otra vez me rechazaba. Se acercaba la hora del asado. Mi compañero me recomendó que lo dejara en caso que se tratara de una maña del programa y lo viera después de la cena. No era un maña. Sólo había espacio para la solución radical, formatear el computador. Pude respaldar mis archivos (me hubiese muerto en caso de que mi vida acá se hubiese borrado) y me fui a dormir, ya que los dos whiskeys hacían efecto en mi (cuando el capitán dice que hay que tomar, se toma).
El computador seguía muerto en la mañana. Me fui a las Torres del Paine. El día estuvo muy relajado, ya andan menos pasajeros, así que todo es más fácil. Incluso pude dormir un resto de vuelta. Al llegar dijeron que faltaba que llegara gente, así que zarpábamos en una hora más. Fue excelente. Esos momentos de nada son muy placenteros, desenfundé el celular y disfruté mis últimas horas atracando hablando con Santiago. Otro zarpe, ya estaba atardeciendo, así que pude hacer unas tomas de lo más bueno. Seguí hablando por teléfono hasta que bajé y enfrenté mi destino. Prendí el computador con el disco de arranque y le puse: “formatear disco”. Nunca lo había hecho. Es algo que conceptualmente me parece horrible. Yo nunca he formateado a nadie, hay recuerdos que querría borrar, pero no lo he hecho. Sin embargo, hay alguna gente que si me ha borrado. El asunto era tan gondriano. Como sea, todo iba fluidamente bien hasta que el computador me pide que inserte el disco 2. Lo meto y no me funciona. Pienso que me equivoqué de disco, pero no, es ese. No está rayado, simplemente no quiere andar. Era horrible. Cené con la pana y después volví intentando nuevamente y pensando como había otra forma de solucionarlo. El computador de 2 millones de pesos parado. Ponía mi cuarzo sobre la torre para tratar de espantar la mala energía y decía “Santa virgen de la aceleración, no me falles ahora.” No entendía por qué el colapso y, peor aún, porque el asunto no se solucionaba. Habían malas energías, me pregunté que día era: 24 de marzo, como tratando de buscar una explicación mística pensé que había pasado el 24 de marzo. Haciendo un repaso en el calendario me doy cuenta que… ese fue el día que mi primera polola me pateó. Shit! Fue un sábado también, y aunque fue hace 6 años, la verdad, verdad, verdad es que recién el año pasado puedo decir que estoy 100% recuperado de ese incidente.
Se me ocurrió hacer una instalación mínima, quizás ahí no me pediría el segundo disco. Crucé los dedos y cuando empezó el computador no pude estar más feliz. Luego empecé a instalarle los programas y me quedé hueveando hasta como las 2 de la mañana. Por suerte salí de este entuerto.

Día 191
Hoy amaneció nublado y con lluvia como casi todos los días acá. No pasó nada muy emocionante durante el glaciar Amalia. El resto de la mañana me dediqué a meter de vuelta la información al computador y echar a andar los programas. Nada muy excitante. En realidad algo muy poco excitante. La mesa del capitán es horrible. En realidad es el doctor y su señora los que son horriblemente desagradables, pero como los otros panameños que están ahí no aportan mucho, en promedio es una lata. Empezaron a hablar del gobierno, esto y el gobierno lo otro y mi compañero como es de derecha prendió con agua. De repente sale el tema del transantiago. La verdad es que yo no puedo dar una opinión concluyente al respecto, principalmente porque por Puerto Natales no pasa ningún troncal, no he leído lo suficiente al respecto y he escuchado de gente cercana opiniones disímiles. El asunto es que la vieja dijo que alcanzó a escuchar en las noticias que habían metido a la cárcel a los dueños de las empresas. No sé si será verdad. Ella estaba indignada y dijo con convicción: “Esto puede ser el comienzo del comunismo”. No sé por qué, pero automáticamente me brillaron los ojitos y una especie de felicidad salía desde mi alma que me hizo sonreír profusamente, me dieron ganas de decir ojalá llegue pronto, pero no fue necesario porque todos en la mesa me miraron con cara de: “¿y qué le pasa a este hueón?”. Me acordé del final de Pollitos en Fuga (una película absolutamente marxista) en donde los pollitos se arrancan del sistema capitalista que los oprime y se van a una isla donde son felices y sentí una paz inmensa. Eso es lo que dice el manifiesto, el socialismo es sólo un paso. Una vez superado se llegará al comunismo, un estadio sin clases sociales, sin necesidades materiales en donde el hombre puede lograr la felicidad. Andaba filosófico hoy, después se pusieron a hablar de Bolivia y mi compañero dijo que había que encontrar la forma de aislarnos de nuestros vecinos y no tener que depender de nadie. Yo irrumpí en la conversación y lancé uno de mis postulados existenciales fundamentales: “Nadie es independiente, todos somos partes de un todo”. Obviamente fue retrucado vehementemente. Pero si de algo tengo certeza es que todas las personas en este mundo están conectadas y todos nos necesitamos a todos. Que sólo convergiendo nuestras energías podemos lograr la felicidad.
(Hoy me bajó el hippismo más recalcitrante).

Día 192

El desayuno empezó muy lindo. El doctor empezó a hablar de no sé que hueá y de repente habla de Valdivia y la planta de Celco que (cito textual) “Los ecologistas tienen parada”. Salto de mi asiento y de modo muy poco protocolar le digo: “Perdón, no son los ecologistas los que tienen la planta parada, sino el hecho de que es altamente contaminante”. Según él, todo eso eran patrañas y que habían informes científicos que decían que no había relación entre la muerte de los cisnes y el verter químicos al agua (obvio, si esos informes lo hizo la empresa). ¡puta que rico empezar el día con esta gente).
Antes me había despertado y ví algo de sol en la ventana, así que en mi dvd puse el video de U2 y me levanté con Beutiful Day. El Pío XI estuvo bueno, el sol me ayuda a hacer fotosíntesis. Además hubo un derrumbe gigantesco. Muy, muy grande, pero esta vez no me dio tanto miedo (eso que estábamos bastante más cerca de lo que yo consideraría prudente) y pude hacer una toma decente. En el almuerzo la señora del doc le pregunta a mi compañero (a los dos nos tiene las pelotas un tanto hinchadas) si se acuerda de su sobrina . Él la mira con cara de: “¿y quién chucha es tu sobrina?”. “Ella es la esposa de Longueira… ¿se acuerdan?” “Ahhhh, la esposa de Longueira”, contestamos. Eso explicó muchas cosas.
Cuando volví a la editora me encontré con una pésima sorpresa. No se grabaron los últimos 5 minutos. Es decir, la cinta corrió, pero grabó en negro. Simplemente no había imagen. ¡Maldición! Ahora si que está fallando todo. Por suerte había otro derrumbe y ese me podía servir para cerrar el segmento sin tener que usar un plano conclusivo clásico (como que nos alejamos del glaciar). El asunto es que después me di cuenta que el computador había capturado entrecortado el derrumbe. Después de mucha pelea lo pude salvar justo antes de llegar a Puerto Edén. Estaba enojado. Con la sensación de que mi trabajo es como ese acto del chino que trata de equilibrar los platos sobre unas varillas y cada vez tiene más platos, yo siento que en este momento no puedo más con los platos y se están empezando a caer de a uno.
Subí a grabar la llegada a Puerto Edén. Me decía: “Esteban, deja lo que pasó atrás, concéntrate. Concéntrate. Pero no podía, no podía sacarme los problemas de encima. De repente se pone a llover. Hago un repaso mental y me acuerdo que la cubierta de la cámara se quedó en el bote. Y el bote en ese momento estaba en una maniobra. Me empiezo a recriminar mi negligencia, darme cuenta que me van a retar, pensar en cubrir la cámara con bolsas de basura como en los primeros viajes. Estaba seguro que no la había bajado y enojado por mi error. Como última esperanza bajé a ver si por alguno de esos milagros la funda estaba. Y estaba. Mi cerebro me convenció que estaba perdida, y nunca fue así, estaba donde debería estar.
En Puerto Edén me extravié completamente. Es increíble la capacidad que uno puede tener para estar en otro lugar. Hoy no estuve en Puerto Edén, sino que en los recuerdos de mi vida. Especialmente en los que me dolían. Estaba con rabia, mucha rabia. Rabia en contra de mi colegio, rabia por las veces que me patearon, rabia en contra del capitán y especialmente rabia conmigo mismo. Me carga sentir eso, creo que cuando el corazón tiene rabia nada bueno puede salir. Pero no podía dejar de sentir eso.
Al volver al muelle veo que el Óscar esta haciendo unas movidas con una lugareña. Me cuenta que le está encargando pan amasado para la próxima semana. Lo miro con cara de “paren de gozar, si comida no falta a bordo”. Ahí Pinda me explica que hace un par de semanas la señora les dejó de dar pan fresco a los camareros. Que sólo pueden comer pan añejo. Lo encontré increíble. Increíble. ¿cómo?. Ni siquiera es un asunto de plata, es un asunto de hacer sentir a cierta gente que es inferior. Me acordé del Acorazado Potemkin, cuando la tripulación inicia la revuelta porque les dan carne agusanada a los tripulantes.
En la noche estaba apestado, después de pasar el video me fui a la cabina de los camareros a jugar playstation con Pinda y Felipe. Quería jugar worms para recordar mis largas veladas de “estudio” en la vieja escuela de periodismo, pero no corrió, así que le dimos al “Mortal Kombat”. Para no jugar en 5 años (además nunca me gustó mucho) creo que estuve decente, incluso gané un par de peleas con Sub Zero.

Día 193

Pensé que iba a ser un buen día. No se veía mal desde la cabina. Pero según el piloto, es el peor día en los 4 años que estuvo acá. Niebla. No se vio casi nada. Fue horrible. Yo iba en la proa tratando de inventar algo que grabar, mientras echaba puteadas. Sigo enojado, muy enojado y eso no me gusta. Para eso colaboró la vieja haciendo comentarios estúpidos en el almuerzo. La verdad es que no aguanto más. No aguanto más el encierro, que la ropa nunca se seque completamente, que toda tenga un olor a humedad. Mi paciencia que creía infinita se está agotando.
La primera vez que fui a la micro (el comedor de tripulantes) vi un papel que me dejó perplejo. Tenía por título “Cuando tome un cargo…” y es un decálogo de recomendaciones. Las dos primeras me parecen muy bien:
“1.- No empieces a destruir lo que hizo tu antecesor
2.- No comentes que el fue inútil y que todo lo hizo mal”
El problema son la tercera, séptima y octava
“3.- Tu no inventarás nada nuevo, ya todo está inventado.
7.- No te consideres genio, nadie lo es, confórmate con ser normal
8.- Trabaja con ahínco, pero silenciosamente. El bien nacido no hace ruido.”
Me parece terrible, una especie de propaganda de un régimen autoritario para alentar el conformismo y la mediocridad, de modo de que nadie se levante. Un tiempo después le saqué una foto, porque sabía que en algún momento iba a escribir sobre esto en la bitácora. Me mata estar en un medio que desincentive la creatividad, que te diga que no trates de ser mejor, ser normal es suficiente; confórmate con eso. Y para rematar te dice: “trabaja calladito, hablaría mal de ti si reclamas, además, ya sabemos quien eres y tu sabes que te puede pasar”. Le tenía ganas a ese papelito. Le tenía ganas. En la noche entre al comedor de tripulantes como un plumón y rayé las tres frases citadas. Fue mi acto subversivo del día.
Luego me junté con Pinda. Resulta que tuvimos un atado por un cobro de unas tarjetas de crédito y ni mi compañero ni él querían dar su brazo a torcer. Yo le exponía que era mejor que aceptara la solución, porque mi compañero estaba enojado con él y le iba a llevar esto directamente al capitán. “¿y tu encontrai que eso es justo”.- me preguntó. Yo honestamente le dije: “mira, lamentablemente acá lo que es justo da lo mismo… él tiene más poder que tu y si esto llega al capitán te van a cagar”. Ahí puteamos pa’l mundo. Me dijo que él era pobre, que en su casa no tenían casi nada, pero nunca, nunca comían pan duro y, por último, lo tostaban. Al final, me encontró razón, con mucha rabia aceptó que está vez era mejor agachar el moño, ya que en un choque de fuerzas el iba a perder. Pero tiene razón, esto es injusto, es muy injusto.

Día 194

Había un viento de mierda por lo que no pudimos bajar y el paseo se hizo shorty. Estaba editando cuando llega un marino muy enojado con la hoja que yo había rayado rota. Me dice: “compadre, usted que es buena onda, puede pasar esto al limpio, mire que alguien la rayó y después la rompió. La encontramos en el basurero.” La tomé, le dije que cuando tuviera tiempo lo hacía, que ahora estaba trabajando. Luego, cuando se fue, me dio una pena profunda. Una pena pensar que es parte de la doctrina y no un papel que quedó por ahí que la gente no trate de ser más, que se tengan que conformar con lo que son para así seguir siendo explotados y tener que seguir soportando las injusticias y arbitrariedades calladitos. Esta es una de las razones por las que no volveré, ni volvería. Es una mierda. Una verdadera mierda. “confórmate con ser normal”… ¿cómo le puedes pedir a alguien y casi hacerlo como una exigencia que no trate de superarse?

Día 195 (epílogo)

Cuando la esposa del doctor vino a buscar el video me despido de ella diciéndole: “mándale saludos a su sobrina”.
(jajajajaj, la venganza será dulce)

4 Comments:

Blogger Lúmina said...

Lo del decálogo me pareció nefasto...
Triste también...
Porque al final la gente termina sometiendose y aceptando que es así como deben ser en la vida...
"EL bien nacido no hace ruido"
Eso es muy desesperanzador...
Velo del lado positivo cuando logres tener tu propia empresa y tengas gente a tu cargo serás un buen mpleador y no un desgraciado explotador... jajjaja
Quedan solo 5 viajes!!!
dale que queda poco!
Traete los recuerdos lindos...
EL aprendizaje...
El resto de las cosas dejalas allá...
Aqui vienen cosas mejores!
Abrazototes...

3:55 PM  
Blogger Lúmina said...

Tu escribiendo la realidad del que trabaja y yo narrando la realidad del turista...
El lado positivo y el lado MUY negativo...
Es como lado A y lado B del crucero.
Yo me vine con una imagen totalmente distinta, de la que leo en tus posts.
Y logico me quedo con la mía!...
Fuerza!!!!

3:58 PM  
Blogger Boo! said...

Ando corto de tiempo y solo lei el 1º. Animo, los computadores son asi, y concuerdo contigo que el alivio que un siente cuando el computador, despues de quedarse pegado mucho rato, empieza a vivir de nuevo.

ANIMO!!!

9:10 AM  
Anonymous Anonymous said...

Parece increíble la historia de un tipo que pasa por Puerto Natales y no ve nada de nada, solo una planicie de la nada misma, siendo que en Natales hay millones de historias para narrar y que están en busca de autor. Luchas obreras, el día que natales fue tomado por los trabajadores y la policía huyó de allí, huelgas, sindicalismo, la historia de Antonio Soto que tuvo un cine allí, se publicaban 5 periódicos simultáneamente, había tres cines, escritores, grupos de teatro. Y no solo antes sino ahora hay muchos buenos blogs que se hacen allí, basta ir a google y aparecerán. Historias y más historias. Mientras tanto el autor de este blogs lo único que quiere es irse de acá. Es bueno que lo haga, mientras menos santiaguinos en natales, mejor.

5:32 PM  

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