Martini
3er viaje
24780 millas nauticas
1 semanas to go
Día 218
Una de las cosas que pedía antes de irme era tener una vez más el fiordo Calvo con sol (lo que lo pueden haber visto en las fotos de la semana pasada) y otra era vez las Torres del Paine despejadas. Tuvimos un día esplendido, sensacional. Había un solcito de invierno que apenas temperaba el ambiente, pero todos los cerros estaban nevados hasta abajo. Era muy bello. Me permitía decir “ok, Esteban, te puedes ir tranquilo de acá y volver en el verano a recorrer las Torres del Paine”. De vuelta en el barco estaba emocionado. Era el penúltimo barco. Haciendo juegos mentales me decía que en realidad este era el último viaje normal, ya que el crucero final iba a ser precisamente eso.
Resulta ser que hace un par de meses echaron al garzón que atendía la mesa del capitán y tienen a Mario (el barman) cubriendo la mesa. Una señora española le dijo en la cena: “pero como ez que tu eztaz acá zi rezién eztaba en el bar”. “No señora, resulta que tengo un hermano gemelo que atiende en el bar”. “Pero ez que zon igualitos”. “Bueno señora, somos gemelos”. Todos en la mesa nos aguantamos la risa. La señora se comió tan burda broma y nos dio pie para seguir hueveándola.
Día 219
Domingo… realmente no pasó nada interesante.
Día 220
La española todavía no cae. Sigue creyendo que son hermanos gemelos. Nosotros le decimos que se fije bien, que si pone atención se va a dar cuenta que las diferencias. Aparte, que tienen distinta personalidad. Somos muy jugosos, pero lo cierto es que a bordo son pocas las posibilidades de divertirse. El glaciar Pío XI estuvo frío, pero bien. En Puerto Edén casi no había luz, así que no fue mucho lo que se podía hacer. Mientras editaba llegó Pinda a hacerme unas preguntas sobre leyes laborales, le dije que yo no sabía bien la respuesta, pero que le averiguaba en la recalada. Ahí me contó su plan de demandar a la empresa por varias situaciones ilegales. El problema es que necesita saber que tan factible es hacerlo. Me fue contando varias cosas que dan cuenta de la forma en que el capitán logra influir en los poderes públicos que es muy turbio… bueno, de ahí me surgió la idea de engordar sus varios kilos (más de los que lo he hecho acá) y convertirme en el Michael Moore patagónico… porque al menos historias acá sobran.
Durante la cena el doctor pregunto: “Oye, y cuando pasa el video este chico”. Y a los cinco minutos la española pregunto “¿Y dónde va a moztrar el vídeo ezte niño?” me enojé, pero después me dio un poco de risa.
Día 221
Uffff, como agradezco que quede sólo un viaje. Hacía mucho, mucho frío. En general el día estaba bastante gris y se veían pocas cosas fuera del gris panorama. Además el asunto es que a esta altura la luz se va a las 17:30. Como me quedó harto tiempo libre me fui a mi cabina a ver “Antes del Atardecer” película que tenía hartas ganas de ver por varias razones:
1.- una vez me peleé muy heavymente con galleta por culpa de ese film. Es una de las pocas veces en la vida que me he enojado en serio.
2.- Una vez me cantaron la canción que la julie Delpy le canta a Ethan Hawke.
La película como película me pareció bastante pobre dado sus escasos recursos de representación audiovisual. Es decir, podría ser una obra de teatro o un libro y no pierdes o ganas nada, salvo ver locaciones de Paris y el departamento de la mina (cuando me vaya a vivir sólo – que espero que sea pronto- yo quiero uno decorado así). Sin embargo, tiene unos diálogos muy buenos y te hace reflexionar sobre el sentido del amor… aunque a esta altura cabe preguntarse que sentido tiene. Bueno, y un final curiosísimo ya que es completamente antitético. Ok, se que no me voy a dedicar a la crítica cinematográfica… demasiado pedante… Ahhhh, lo otro curioso que descubrí es que el director es el mismo que el de School of Rock, y esa película si que es grossa. Absolutamente inspiradora.
Día 222
¡wow! Doscientos veinte y dos. Son muchos días, muchos días. En la mañana estuve muy aburrido grabando, una luz fea, lluvia, viento. Mientras avanzábamos por el fiordo de las montañas yo sólo quería que llegáramos al final, hasta que ocurrió. Como todavía era temprano me arranqué al bar. Mario estaba con pega y le pregunté si me podía servir algo. Eso es como el sueño del pibe. Una pared llena de copetes ricos y uno puede elegir el que quiera. Me dieron ganas de tomarme un Martín Bianco. Lo hice y al sentir la textura aceitosa que se resbala por los hielos me retrotrajo al living de mi casa. Sentado en el sofá amarillo en el día domingo viendo una carrera de Formula 1. Cuando ya Schumacher estaba adelante y no había nada que pudiera cambiar el resultado y el andar de los bólidos se hacía monótono. Me ponía a hojear el Mercurio del domingo y tomar un Martini. Me sentí como en casa. Respiré hondo y sentí, quizás por primera vez desde que estoy acá, que estoy muy cerca de volver a sentir eso, estoy muy cerca.
Ahora pasa lo que ocurre en las carreras de auto, después de muchas y muchas vueltas en el partidor se empieza a hondear una bandera blanca que significa que viene la última vuelta. Todo el cansancio y el desgaste queda atrás. Tu confías en que todo puede aguantar una vuelta más al máximo esfuerzo, porque después no hay más, no hay más.
La próxima vez que postee todo habrá terminado.
24780 millas nauticas
1 semanas to go
Día 218
Una de las cosas que pedía antes de irme era tener una vez más el fiordo Calvo con sol (lo que lo pueden haber visto en las fotos de la semana pasada) y otra era vez las Torres del Paine despejadas. Tuvimos un día esplendido, sensacional. Había un solcito de invierno que apenas temperaba el ambiente, pero todos los cerros estaban nevados hasta abajo. Era muy bello. Me permitía decir “ok, Esteban, te puedes ir tranquilo de acá y volver en el verano a recorrer las Torres del Paine”. De vuelta en el barco estaba emocionado. Era el penúltimo barco. Haciendo juegos mentales me decía que en realidad este era el último viaje normal, ya que el crucero final iba a ser precisamente eso.
Resulta ser que hace un par de meses echaron al garzón que atendía la mesa del capitán y tienen a Mario (el barman) cubriendo la mesa. Una señora española le dijo en la cena: “pero como ez que tu eztaz acá zi rezién eztaba en el bar”. “No señora, resulta que tengo un hermano gemelo que atiende en el bar”. “Pero ez que zon igualitos”. “Bueno señora, somos gemelos”. Todos en la mesa nos aguantamos la risa. La señora se comió tan burda broma y nos dio pie para seguir hueveándola.
Día 219
Domingo… realmente no pasó nada interesante.
Día 220
La española todavía no cae. Sigue creyendo que son hermanos gemelos. Nosotros le decimos que se fije bien, que si pone atención se va a dar cuenta que las diferencias. Aparte, que tienen distinta personalidad. Somos muy jugosos, pero lo cierto es que a bordo son pocas las posibilidades de divertirse. El glaciar Pío XI estuvo frío, pero bien. En Puerto Edén casi no había luz, así que no fue mucho lo que se podía hacer. Mientras editaba llegó Pinda a hacerme unas preguntas sobre leyes laborales, le dije que yo no sabía bien la respuesta, pero que le averiguaba en la recalada. Ahí me contó su plan de demandar a la empresa por varias situaciones ilegales. El problema es que necesita saber que tan factible es hacerlo. Me fue contando varias cosas que dan cuenta de la forma en que el capitán logra influir en los poderes públicos que es muy turbio… bueno, de ahí me surgió la idea de engordar sus varios kilos (más de los que lo he hecho acá) y convertirme en el Michael Moore patagónico… porque al menos historias acá sobran.
Durante la cena el doctor pregunto: “Oye, y cuando pasa el video este chico”. Y a los cinco minutos la española pregunto “¿Y dónde va a moztrar el vídeo ezte niño?” me enojé, pero después me dio un poco de risa.
Día 221
Uffff, como agradezco que quede sólo un viaje. Hacía mucho, mucho frío. En general el día estaba bastante gris y se veían pocas cosas fuera del gris panorama. Además el asunto es que a esta altura la luz se va a las 17:30. Como me quedó harto tiempo libre me fui a mi cabina a ver “Antes del Atardecer” película que tenía hartas ganas de ver por varias razones:
1.- una vez me peleé muy heavymente con galleta por culpa de ese film. Es una de las pocas veces en la vida que me he enojado en serio.
2.- Una vez me cantaron la canción que la julie Delpy le canta a Ethan Hawke.
La película como película me pareció bastante pobre dado sus escasos recursos de representación audiovisual. Es decir, podría ser una obra de teatro o un libro y no pierdes o ganas nada, salvo ver locaciones de Paris y el departamento de la mina (cuando me vaya a vivir sólo – que espero que sea pronto- yo quiero uno decorado así). Sin embargo, tiene unos diálogos muy buenos y te hace reflexionar sobre el sentido del amor… aunque a esta altura cabe preguntarse que sentido tiene. Bueno, y un final curiosísimo ya que es completamente antitético. Ok, se que no me voy a dedicar a la crítica cinematográfica… demasiado pedante… Ahhhh, lo otro curioso que descubrí es que el director es el mismo que el de School of Rock, y esa película si que es grossa. Absolutamente inspiradora.
Día 222
¡wow! Doscientos veinte y dos. Son muchos días, muchos días. En la mañana estuve muy aburrido grabando, una luz fea, lluvia, viento. Mientras avanzábamos por el fiordo de las montañas yo sólo quería que llegáramos al final, hasta que ocurrió. Como todavía era temprano me arranqué al bar. Mario estaba con pega y le pregunté si me podía servir algo. Eso es como el sueño del pibe. Una pared llena de copetes ricos y uno puede elegir el que quiera. Me dieron ganas de tomarme un Martín Bianco. Lo hice y al sentir la textura aceitosa que se resbala por los hielos me retrotrajo al living de mi casa. Sentado en el sofá amarillo en el día domingo viendo una carrera de Formula 1. Cuando ya Schumacher estaba adelante y no había nada que pudiera cambiar el resultado y el andar de los bólidos se hacía monótono. Me ponía a hojear el Mercurio del domingo y tomar un Martini. Me sentí como en casa. Respiré hondo y sentí, quizás por primera vez desde que estoy acá, que estoy muy cerca de volver a sentir eso, estoy muy cerca.
Ahora pasa lo que ocurre en las carreras de auto, después de muchas y muchas vueltas en el partidor se empieza a hondear una bandera blanca que significa que viene la última vuelta. Todo el cansancio y el desgaste queda atrás. Tu confías en que todo puede aguantar una vuelta más al máximo esfuerzo, porque después no hay más, no hay más.
La próxima vez que postee todo habrá terminado.