Thursday, January 25, 2007

18

18vo viaje

15199 millas náuticas

Día 126

En la mañana tuve una conversación con mi compañero. Me dijo que me veía bajoneado hace tiempo. Es cierto. Le dije que andaba triste. Lo cierto es que hace un tiempo que lo ando y creo que no es sólo por estar acá. Me habló de cuando él estuvo con depresión y me acordé de cuando yo estuve y en varias dimensiones me sentía como me siento ahora. Creo que una de las cosas que voy a hacer cuando vuelva es ir a un psicólogo. De cuando en vez pensaba que cuando tuviera plata sería bueno que me pegaran una apretada de tornillos, ahora que la tengo creo que sería una buena oportunidad para enderezarme el mate. La lata es que eso sólo puede pasar una vez que termine esto. Otra razón para esperar mayo.
Durante el día erré por Natales. Es el primer día realmente lindo que hay por acá. Deben haber hecho unos 20 grados y apenas una brisa. Después dormí en la tarde. Desarrollé una habilidad para dormirme inmediatamente apenas me acuesto. No tenía sueño, ayer me había acostado como a las 10 de la noche, pero de todos modos dormí una siesta de dos horas. Me recuerdo a Mersault el protagonista de “El Extranjero”
En la noche cuando me iba a acostar me dijeron que mirara para afuera. Se podía ver la estela de un satélite ruso que se estaba quemando. Era precioso, notabas la huella del reingreso del metal en la atmósfera dejando una huella que seguía hasta lo profundo del océano pacífico.

Día 127

Ayer llegó el hijo de mi compañero y va a viajar con nosotros este crucero. Lo que significa que usarán una cabina de pasajeros y yo me quedaré con pieza solo esta semana. Eso significa que me puedo despertar media hora más tarde ya que no tengo que dejar espacio para la ducha. Es extraño, ya que yo nunca he tenido pieza solo, de todos modos es muy agradable. El otro día me daba vueltas pensando en que me sentía muy solo de un tiempo a esta parte, pero ayer llegué a una conclusión conslusiva: no es que me sienta solo, sino que objetivamente estoy más solo que un dedo.
Esta semana me ahuevoné y no me compré ningún libro, así que me aburrí harto en el camino al Paine. Las torres se pudieron ver completas, pero había una pésima luz que hacía que prácticamente no hubiera contraste ni definición.
Al llegar al barco traté de subir las imágenes, pero al abrir el programa de edición éste se cerraba sólo. ¡mierda! – pensé. Lo reinicié. Pasaba lo mismo, el Final Cut estaba muerto. Oh shit! Una de mis temores, quedarme en una pana tecnológica que no supiera reparar. Me acordé de lo que hacía Chamblas en la escuela en este caso: reinstalar el programa. Saqué el dvd del final cut y traté de instalarlo. Me pedía unos códigos, tuve que dar vuelta la oficina para encontrarlos. Después no me quería dejar instalar el programa. Empecé a sudar frío… se me ocurrían soluciones alternativas para sacar el video esta semana, pero ninguna era confiable. Al final en otro intento el programa abrió y todo funcionó como es debido. Nunca me enteré por qué… igual fue entretenido, al menos todo salió bien.

Día 128

Este es el primer día que me asusto por el calentamiento global. No es que haya hecho algo de calor, sino que en la hora y media que estuvimos frente al glaciar Amalia este se cayó casi entero. Es decir, todavía queda mucho hielo ahí, pero cada cinco minutos se caía un pedazo, me pude dar un festín intentando distintos tipos de plano según las caídas de hielo.
En la tarde me puse a editar lo que no había podido hacer el sábado por la pana del Final Cut. El resto del tiempo miré el calendario. Ahora tengo esa costumbre, me pongo a mirarlo visualizando cuando será el momento en el cual estaré volviendo a mi casa.
El paseo en el fiordo Antrim fue demasiado normal. Lo único extraordinario fue cuando llegamos. Se había ido la gente del bote cuando el acordionista (que sigue a bordo) empezó a tocar “El animalito”, canción que yo conocí el verano del 2005 en el valle del Huayco. De la nada llegó toda la tripulación y nos pusimos a cantar y a aplaudir. Fue muy gracioso, los pasajeros nos miraban desde las cubiertas y se reían mientras nosotros ensayábamos la letra que dice algo así como “yo tengo un animalito que es muy parecido al jote, tiene la cabeza pelada y un anillo en el cogote, yo tengo un animalito que es muy juguetón, no tiene patas pero se para y se vuelve a parar”.

Día 129

Hoy día hubo buen tiempo. En el Pío XI llovió un poco, pero para la tarde salió el sol en Puerto Edén y hubo calor. Si, no es que no haya hecho frío, sino que hacía calor, deben haber habido sus 17 grados, pero toda la lluvia que había caído se empezó a evaporar, empezaba a salir humo de las pasarelas. La luz estaba muy bonita, así que hice buenas tomas. Aunque encuentro que el espíritu de Edén se capta mejor con lluvia.
Esta semana no estamos en la mesa del capitán, lo cuál es muy bueno ya que no hay que escucharle sus mentiras durante cinco días a la semana. Por otro lado ahora apenas interactúo con los pasajeros, lo que ahora es bueno, ya que no tengo ganas de interactuar con nadie.
En la noche una pareja de gringos se consiguió una guitarra y se pusieron a cantar country en el bar de proa. Eran buenísimos, hacían tremendas armonías de voces y él tocaba muy bien guitarra. El Country me encanta, me emociona el vibrato que tiene y ellos lo hacían muy bien, fue muy agradable irse a al cama después de haber escuchado música para el alma.

Día 130

Anoche, dado el sol de la tarde, mi compañero me comentó que alguien le había dicho que en esta zona el verano empezaba a notarse a mediados de enero y duraba hasta principios de marzo. ¿quién te lo dijo?- le pregunté escéptico. “Un guía en Natales”, me contestó. Bueno, parece que ese guía está equivocado, ya que amaneció lloviendo. Una de las cosas buenas que puedo hacer porque estoy sólo en mi cabina es tener la cortina abierta. Mi compañero es mañoso con la luz, mientras yo encuentro que es imprescindible para que exista vida (en rigor, yo trabajo con la luz). Además cuando me despierto cacho al tiro como está el día. Estaba nublado y lloviendo. Otra vez mojándome en el fiordo Calvo. Al llegar al rompehielos, el jefe de máquinas me dice que hay poca gente, porque el resto de los marinos está en la maniobra de agua, así que tengo que soltar la espía… ok – pensé. Ojalá no me mandé una cagá. El paseo estuvo normal, algo de frío, pero nada especial. Al llegar tenía que amarrar el barco por la proa. Tomé el cabo verde y esperé que nos acercáramos. Cuando estaba al frente pasé el cabo y empecé a tirar. De arriba me gritaban: ¡Pásalo por la sajad, pásalo por la skjhasdkj! Cada vez más fuerte, me pareció entender que decía, pásalo por la viga, así que lo pasé por una viga que estaba cerca. Después bajó y me dijo que lo pasara por la “arpía”. Ok, super bien, tengo clarito lo que es una arpía. No me retó, pero me miro como diciendo “cómo chucha no sabes que es una arpía” y yo lo miré con cara de “mira chilote, mi casa no tiene palafitos y si quiero ir a cualquier parte no salgo en el bote, sino que tomo micro o voy en auto”. En todo caso fue entretenido.
En la tarde edité rápido y me puse a hacer abdominales. De repente me llaman que el capitán quiere que vaya al puente a grabar. Lo divertido es que jamás es el capitán el que me da órdenes, sino que me dice las cosas o a través del piloto o a través de mi compañero. Como sea, yo iba puteando y cuando llegó a la cubierta no hay nada interesante. Igual habían unas cascadas bonitas, pero nada fuera de serie.
Al llegar al glaciar el Brujo me fui a la parte alta para grabar los derrumbes. Había un pedazo a lo lejos que tenía muchas ganas de caerse. Cuando lo hizo se vino una tremenda ola. Me cagué de susto. Estuve a un par de metros de mojarme. Lo que no hubiera sido nada, pero en caso que hubiera sido un poquito más grande me hubiese arrastrado y en estos momentos la cámara y yo estaría desperdigado por el fiordo Asia. Lo que más susto me dio fue que a unos 50 metros de nosotros había una torre de cerca de 80 metros de alto de un azul intensísimo y varias muchas toneladas. De un momento le empezaron a caer hielitos. ¡wow!, pensé. Si se cae eso no hay para donde arrancar. Sería cosa de segundos. Se cae y hay que apagar las luces. ¡sería todo!
De vuelta al barco nos enteramos que hay una cuasi intoxicación. Hay 16 personas enfermas de la guata. Nada grabe, pero para ponerlo de otro modo “está la cagá”. Sospechamos que es la centolla, por suerte no comí centolla ayer.

Día 131

Abrí un ojo y había un sol precioso. Es increíble como le mejora el ánimo a todos cuando sale el sol. En el bote todos estábamos echando la talla diciendo que era CQC, ya que todos sacamos los lentes que no hemos usado durante toda la temporada. El día estuvo verdaderamente precioso, es la primera vez que hago buenas tomas en el fiordo de las montañas. Nada de viento, lo que hacía que el agua funcionara como un espejo.
En la tarde empezaron a llegar los pedidos de los dvds. Me genera un conflicto heavy las ventas. Fuera que no me gusta la plata, me da rabia que por estos videos pelotudos genere tanta plata y por mi documental que lo hice con mucho corazón y creo que me quedó bueno, sólo he gastado plata. Esta semana entraron 495.000 por venta de dvds. Grotesco.
Mientras trabajábamos mi compañero me dijo que este año se venden muchos más videos que la temporada pasada y que entonces el jefe de Santiago le preguntó porque pensaba que eso era así. Le dijo que los videos del grinch eran muy buenos técnicamente, pero que no tenían corazón. Hubiese sido mejor decir, “oye, encuentro que tus videos son buenos y que tienen alma”, pero bueno, no va a decir eso, de todos modos encuentro que es un muy buen piropo.
Una vez terneado llegué al comedor. La señora de nuevo me preguntó por la doctora. Luego el capitán me miró y me dijo: “Invítala el viernes para el asado”. ¡conchasumadre! No puede ser… y la señora insistía en que la invitara. Yo decía que le iba a preguntar, que no sabía si tenía turno, etc. etc. Partiendo que por ningún motivo la llevaría al barco, menos cuando me confesó que lo peor del crucero era tener que escuchar al capitán, segundo porque me van a huevear de lo lindo. ¿por qué no me dejan algo de vida privada? Incluso la señora dijo, pero invita a tu polola… ¡¡¡Ella no es mi polola!!! Insistí. Ufff, al menos con esto me disuadieron completaente para jotearme otra mina arriba del barco. Esta hueá es como el pico.
En la noche conversé con un loco que es muy buena onda que es el guía de los gringos que vinieron esta semana y que viene como una vez al mes. El tipo es DJ, andaba con su notebook y se puso a hacer mezclas. Le pregunté si sería el dj de mi carrete de vuelta y me dijo que si. Le conté a Óscar de mi idea: hacerlo un par de días después que llegue, arrendar un local, comprar mucho copete, invitar a todos los que quieran ir y hacer un tremendo reventón. “hueón, yo voy…” Jajaja, así que se sigue sumando gente al carrete. Ahhh, si leen esto, también están invitados

Thursday, January 18, 2007

Acorazado Potemkin

17mo viaje

15199 millas náuticas

Día 120

Las Torres del Paine estuvieron preciosas. Se pudieron ver enteritas, además tomé imágenes para uno de mis posibles nuevos proyectos, aunque este si es que delirante y no creo que lo haga. “Painemount Pictures”. En el fondo es la productora que reemplazaría a Papaya Films, pero en Puerto Natales y no en La Serena y la presentación sería igual que la de Paramount, solo que con las Torres del Paine. En el bus me fui muy entretenido porque me compré un libro que se llama “Historia del Movimiento Obrero en la Provincia de Última Esperanza 1911 – 1973”. No tenía idea que Natales tenía una historia roja. De hecho, desde su fundación hasta antes del golpe 11 de sus 12 alcaldes fueron socialistas, es el distrito donde Allende sacó mayor votación y, ha sido la única ciudad chilena que en algún momento de la historia echó por la fuerza a los representantes del Estado y estableció un poder autónomo. Estaban pensando en el primer documental de Painemount. Cuando llegué al barco me encontré con Pinda y le dije que luego le iba a prestar el libro para que sacara ideas. Resulta que el jueves (día de la recalada) los camareros decidieron ir al centro durante el almuerzo. Pidieron un taxi a eso de las 12:30 (el horario de descanso empieza a las 12); sin embargo cuando los pasaron a buscar la señora no los quería dejar ir porque tenían que seguir trabajando. Recapitulemos. El zarpe es el sábado a las 17:00hrs, es decir llevaban 5 días seguidos trabjando y ella quería que se quedaran 30 minutos más. Pinda, que necesitaba ir al banco, le dijo a la señora que estaba en su hora de descanso y podía hacer lo que quisiera y le dijo a los cabros que el taxi les estaba esperando. Ella le dijo que era un sindicalista que era el líder que quería, poco menos revolucionar el barco y que andaba con la ley en la mano para sacar ventaja. Remato esto diciendo que lo iba a echar. El capitán andaba en una reunión de directorio por lo que la situación quedó en stand bye. Después de grabar unas tomas del zarpe fui a mi oficina y dejé andando el computador, Pinda llegó hasta acá y nos pusimos a conversar. Al rato llegó la señora, se miraron con odio y Pinda se fue. Al rato me llamó urgido y me preguntó que me había dicho la señora. “No te preocupís, no fue nada sobre ti”. “¿y qué te fue a hablar”. “Me preguntó si había salido con mi doctorcita…” La conchadesumadre, ni siquiera me puedo jotear a una mina tranquilo. Esto si que es un feudo, hasta los jefes me tienen que aprobar a la mina. Estoy chato de la vida en Potemkin, chato.
En la noche nuevamente vino Pinda a pasarme unos dvds pa’ copiar. Nos quedamos conversando. Dije que ya estaba apestado de todo, pero que necesitaba la plata pa’ pagarle la universidad a su hermana. Pero que si lo querían echar había que irse no más, que por un lado iba a ser un alivio. Me dijo que fue a conversar con el capitán sobre su situación y este le dijo que cuando llegaran a tierra arreglaban el asunto. Los otros camareros habían dicho que en caso que lo echaran iban a renunciar todos. Le dije que si eso pasaba yo también renunciaba. Es que me contó cuestiones que te dan mucha rabia, arbitrariedades heavies. Es cierto que yo reclamo y rabio, pero en términos objetivos a mi me huevean re’ poco. Como tengo educación y no es tan fácil reemplazarme no se meten tanto por mi pega. En otras funciones eso es así, como pagan bien sienten que tienen el derecho a ser dueños de tu persona. Y ya tienen más de 70 años (capitán y señora) por lo cuál es imposible que cambien su manera de ser. No sé… si lo llegaran a echar espero tener los cojones para decir: “me voy” y no quedarme sólo porque pagan bien.

Día 121

Ya llevo 4 meses hueveando acá. Los sucesos en Potemkin siguen acaeciendo. Resulta ser que la señora se enfrascó en una discusión con Felipe. Él es una de las personas más inofensivas que he conocido en mi vida. El trascendental asunto se refería a una toalla. Llegó un punto en que Felipe le dijo que una vez que llegaran a tierra se iba a desembarcar porque ya no la aguantaba más. Durante la mañana los camareros fueron a hablar con el capitán para contarle lo que les estaba pasando. Para sorpresa de todos éste retó a la señora e incluso le pidió disculpas a Felipe. En la tarde vino a mi oficina con un paquete de galletas y me lo regaló. ¡increíble! Bueno, también me preguntó nuevamente por la doctora.
En la tarde salió el sol y debe haber sido uno de los días más lindos que me han tocado acá. Como el fomingo es fome subí a la cubierta de más arriba. Era impresionante ni siquiera había viento y el agua y el cielo se veían tan azules. El paseo por el fiordo fue hermoso, lamentablemente cuando respiro profundo y disfruto los paisajes ya no puedo decir: “en este momento soy feliz”. Trato de hacerlo, pero simplemente no lo siento.

Día 122

Pensé en mayo todo el día. Es como cuando estás enamorado y aunque no lo quieras te aparece en tus ideas la persona que te gusta. Nada más que esta vez era con el viaje de vuelta a Puerto Montt, el viaje en bus a Santiago, el carrete de retorno, echarme en mi cama a ver los playoffs de la Nba echando la talla con mis hermanos, yendo a la escuela a saludar a la gente. El bote estuvo helado, pero nada más de la cuenta. Pensaba en que sería excelente si me cayera y me lesionará el pie o el brazo, algo que necesite como un mes de licencia y que me tenga que ir a mi casa, pero que quedé sin secuelas. Bueno lo de las secuelas es relativo, porque cuando hace frío y me siento todavía me duele el porrazo que me pegué en las escaleras.
El resto del día no pasó mucho más.

Día 123

Salté del camarote para ver como estaba el día; había una densa, muy densa neblina. El capitán retraso el paseo en media hora, pero las nubes no se disipaban mucho, además llovía fuerte, fuerte. Fue un día difícil, por suerte no hacía tanto frío. Pero quedé empapado. Tanto así que cuando volví al barco me tuve que pegar una ducha, porque sino de seguro me resfriaba.
Quiero irme a mi casa. Quiero ordenar mi vida y cachar que quiero hacer con ella. Siento que estos meses acá me han confundido el rumbo, que tengo menos cosas claras que cuando me vine. Yo creo que volviendo se me van a aclarar. Al menos me he dado cuenta de algo importante: no me gusta la plata. Esta es la primera vez en mi vida que h juntado una cantidad buena de dinero y ya no me motiva. Los primeros meses era entretenido recibir el sobre con billetes y me sentía motivado de seguir trabajando con eso, ahora no. Si me ofrecen una pega que me motive por un tercio de lo que gano acá me voy al tiro. La lata es que el viernes supe que el proyecto que me habían ofrecido para mayo se quedó sin plata, así que a partir de ese mes estaré cesante.
En la tarde llegamos al glaciar el brujo. Estaba lloviendo mucho, empero el capitán igual dijo a la gente que bajara. Estaba bonito, porque como se había derretido pudimos caminar a una parte que antes no llegábamos. A la vuelta cuando intenté subirme al bote me resbalé en una roca y caí. Puse el codo para no golpear la cámara, pero igual alcanzó a pegar un poco en la parte de atrás, desde donde saltó la batería que por milagro de quedó chantada y cayó en el agua. No me quebré nada. Me quedé sentado ahí un rato con muchas ganas de llorar.
Durante el último tiempo me he acoplado a la mafia del barco. Resulta ser que como les copio dvds a los cabros (yo respetaba el derecho autoral, pero actualmente estoy en una situación en que las leyes, en la práctica, no existen) y ellos me están consiguiendo chocolates que les debieran dejar a los pasajeros. Antes del mostrar el video Pinda me dijo que después se iban a juntar en la cabina a bailar y me invitó. Ok, el asunto de bailar es que Felipe tiene un playstation y una de esas alfombras en las que tienes que bailar según lo que indica la pantalla. Estuvimos ahí un buen rato, yo di jugo, pero este cabro es impresionante como saltaba y hacía las secuencias que le ordenaba el play al ritmo de unas melodías chinocas.

Día 124

All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy
All work and no play make Jack a dull boy

Thursday, January 11, 2007

Aburricion

Décimo sexto viaje

14386 Millas Náuticas

Día 112

mid season

Ya van 15 viajes, se supone que son 30. Van 112 días, he calculado que son cerca de 225. Así que eso significa que sobreviví a la mitad de mi aventura patagónica. Espero que de aquí en más las cosas vayan cuesta abajo y no me de cuenta cuando ya esté avisando el muelle de Puerto Montt y me apresté a tomar el bus para mi casa.
Lo cierto es que, cansado y a veces un poco apestado, lo que he vivido acá no lo podría haber experimentado en otra parte. He visto cosas bellísimas y aprendido mucho, por lo cuál viendo el saldo este viaje es, a la mitad del camino, súper bueno. Ojalá que sea aún mucho mejor.


De la doctora no diré nada más. Lo que pase en tierra se quedará en tierra. Esta bitácora trata sobre la navegación. Sólo un par de cosas: todavía no pasa nada y creo que me va a costar, pero algo me hace pensar que vale la pena intentarlo. Lo que fue muy rico es que me invitó a su casa y pude estar echado un rato viendo tele. Fue bacán. Eso si, cuando salimos la situación era un poco extraña porque en cualquier momento le podía sonar el celular y si era la directora del hospital llamando por una emergencia tenía que partir inmediatamente. E.R. Natales… por suerte no pasó eso. Lo otro, es que a pesar que fuimos a un lugar re’ bonito y piola que no conocía, igual me encontré con gente de la tripulación, así que me han hueveado poquito. Un garzón hizo como que lo llamaban por celular y dijo: “Esteban, me llaman de Puerto Montt que mañana te desembarcan para cambiarte de ruta”. Yo les dije muy seriamente: “No, no me voy...” y cuál Kennedy durante su visita a Berlín dije: “Yo soy natalino”.
El capitán se volvió loco. En la tarde de ayer se fue a cortar el pelo y el peluquero le contó que tocaba acordeón y le dijo que conocía un amigo que se dedicaba profesionalmente al acordeón. No encontró nada mejor que ir a buscarlo y llevarlo al quincho para el asado del viernes y lo puso a tocar mientras los pasajeros tomaban aperitivo. Era extraño. Luego de la cena el capitán llamó al acordeonista y le dijo que estaba fascinado y que lo iba a llevar en este viaje y que si iba bien lo iba a contratar y hacer parte estable de la tripulación. La idea es que se ponga a tocar en las cubiertas y en los bares. Mi capi está delirando.

Día 113

Estuvo bonito el día en el Paine. No dormí mucho así que aproveche para leer parte importante de una biografía a Fellini que me regaló mi hermano para Navidad. El libro son básicamente transcripciones de entrevistas en donde el gran director italiano cuenta de su vida. Sin embargo, esta intercalado por capítulos en los que el autos cuenta como fueron realmente los sucesos. Cada vez entiendo más el por qué de 8 ½ y cada vez la encuentro mejor película. Las Torres se vieron en su más completo esplendor. Cuando estábamos zarpando llamé a mi casa y supe que habíamos quedado en el festival de Caldera en febrero. Mmmm, que ganas de ir. Me acuerdo cuando estuve con Ich bin Andrea hace un par de años. Más bien ahora me acuerdo que en ese lugar hace calor, mucho calor en el verano y añoro sentir eso un poco. Así, salí en otro viaje… la verdad es que partí con harto más ánimo que en los viajes anteriores, pero también con ganas de volver rápido para saber que pasa con mi historia.

Día 114

Amalia estuvo muy fome, lloviendo como siempre. No pasó nada entretenido. La mesa también está fome, por un lado unos viejos sordos que han viajado como 5 veces en el barco (ella es desesperante hay que ponerle subtítulos a las conversaciones y eso que usa audífonos), el doctor con su esposa que son medios hueas. También andan dos nietas del capitán que tienen 18 y 20 y son re’ buena onda e invitaron a una secretaria de Natales. La tarde fue muy fome me estaba quedando dormido cuando hubo que salir a grabar. Me tuve que tomar una Coca cola para revivir. Por suerte el día estaba lindo, lo cuál salvó. Sino hubiese sido una verdadera lata.
En la noche fue el debut del acordeonista. No lo pude ver, pero parece que le fue bien. Luego entré a editar y me metió conversa una de las nietas del capi. Ella estudia en Conce, así que nos quedamos hablando de nuestras aventuras en la capital del Bio Bio. Le pregunté por algún lugar y ella me dijo que era cerca del Kamadi, luego me preguntó ¿tu sabes dónde queda el Kamadi? “Obvio - le contesté. Te fije que había ido a Conce”. Es increíble como todo el mundo conoce esa botillería. Es la plaza Italia de Concepción. Lo único malo de la conversa es que me atrasé en la pega, pero es bueno interactuar con la gente de vez en cuando.

Día 115

Si de algo sirvió el viaje pasado fue para darme cuenta que no estaba deprimido, sin embargo ahora me he dado cuenta que estoy profundamente desmotivado. Es lunes y sólo quiero que sea jueves para ver si es que mi historia continua. Además este viaje está particularmente fome. El Pío XI no tuvo ningún derrumbe. Hay poca gente y la poca gente que hay no sale a ningún lado. En la tarde Edén estuvo lloviendo, no pasó nada especialmente importante y casi me tuve que obligar para subir al mirador porque no tenía ganas de moverme.
El doctor me había preguntado cuanto tiempo llevaba haciendo esto y le dije que era mi primer año. Íbamos en el bote y justo llegamos al barco e interrumpimos la conversación. Durante la cena le comenta a su señora de que llegué en septiembre y ella me pregunta: “¿saliste este año?” “Sí” – contesté, para luego preguntar ¿del colegio? Ok, puede que no lo crean, pero sí, hay gente muy estúpida. Me dejó helado la pregunta. Sólo atiné a decirle seriamente “no, de la universidad.” Veo que las nietas del capitán están cagadas de la risa y yo tengo que desviar la mirada y reirme para mis adentros. Después mostraron el video, es uno de los peores que he hecho, pero gustó.

Día 116

Tuve un sueño entretenido. Estaba trabajando en Santiago haciendo un reportaje. Creo que estaba sólo o el resto del equipo con el que estaba no llegaban. El punto es que las grabaciones eran un desastre y de repente me enfrascaba en una discusión y me salió una frase muy buena sobre el desarrollo de un proyecto audiovisual que espero usar si es que vuelvo a hacer clases. La gracia de este sueño es que fue en Santiago y haciendo lo que me gusta hacer, era una aventura audiovisual de las que hace un buen tiempo no tengo y me pican las manos por tener.
Al abrir las cortinas el día estaba horrible. Lluvia y neblina. Luego abrió un poquito, pero seguía lloviendo. Las cosas iban bien, hasta que de un momento a otro el rompehielos se quedó nuevamente en pana. Yo no había grabado tanto, así que me tuve que decir para mis adentros: “obligado a tener que alargar la edición”. En eso me pongo a conversar con unos gringos que les había gustado el video, me preguntaron que hicieron antes y les conté de Rebotes, resulta que eran fanáticos del basketball y quedaron con ganas de verlo, así que una copia se va para Baltimore, aparte me dijeron que ubican a gente del festival de cine de esa ciudad. Aparte fue bacán porque me pusieron al día con la actualidad de la NBA. Ahí fue funcional el acordeonista que se puso a tocar mientras el barco llegaba a rescatarnos
En la tarde, ya que el paseo quedó abortado a la mitad, me demoré poco y me puse a ver un video del tributo a Queen que me prestó una nieta del capitán. Cuando tocaron “I want to break free” me emocioné. Tocó una fibra sensible en mi en estos momentos. Me acuerdo que la primera vez que escuché esa canción era en un comercial de Shell por el 86 o el 87 que daban durante las carreras de Formula 1 en el canal 11. Un tipo estaba metido en un taco, paraba a una Shell le echaba bencina, ponía un cassette y mientras se escuchaba I want to break free aceleraba solo en una carretera. Bueno… no sé al caso de que viene este recuerdo, el punto es que quiero ¡¡¡¡libertad!!!!! Poder disponer de mi tiempo, de mis espacios, de mi trabajo, poder crear, pensar, sentir lo que yo quiera en el momento que quiera.
Antes de la cena fui a instalar el video en el bar y mientras la gente bajaba a comer Mario me pregunto si me servía algo. Bueno, convídame una caipiriña. Le dije para probarle la mano. Estaba buena, muy buena. El único problema es que como tenía que estar en la cena pronto me la tomé muy rápido. Ergo, se me fue inmediatamente a la cabeza. El resto del día fue confuso. Por suerte atiné a ponerme en modo de defensa y sólo hablar cuando me preguntaran algo. Parece que pasó piola. ¡¡¡¡Estoy aburrido!!!!

Día 117

En la mañana el paseo al glaciar Bernal fue perturbador. Hace dos semanas que no bajábamos ahí, sin embargo se derritieron varios metros de hielo. La topografía varío dramáticamente en sólo dos semanas. Luego empezó el paseo en el barco y mientras grababa unas tomas en el puente me pongo a escuchar que el capi está pelando el cable firme. Resulta ser que dice que en la antigüedad la Tierra tenía dos lunas y una de estas chocó contra la tierra y prueba de eso es que se separaron América de África. Además dice que antes había menos gravedad. Es divertido como los pasajeros se compran todo lo que dice, o al menos asienten como si así fuese o fuere. Los gringos buena onda me regalaron una revista Sports Illustrated, con lo que pude tener harta entretención en la tarde. Eso fue lo más entretenido. Así fue como se me fue mi viaje. Ahora quedan sólo 14.

Thursday, January 04, 2007

2007: Partimos bien

13754 millas náuticas

Fotos http://www.flickr.com/photos/63568587@N00/?saved=1

Día 107 – 31 de diciembre

Un año más… así se va otro año. Nunca pensé que mi año se iba a ir así. Nunca pensé que iban a pasar las cosas que me pasaron en este año. Jamás pensé que para este día iba a estar navegando rumbo a la isla Wellington. Tampoco pensé que iba a conseguir uno de mis sueños de adolescencia dos veces. Fue un año largo, un año con intensas emociones, con recuerdos imborrables, cerrando capítulos y empezando a escribir otros. El 2006 ha sido por lejos, pero por lejos el mejor año de mi vida.
Empezó en mi casa, sin muchas ganas de celebrar como suelen ocurrir los años nuevos en mi vida. De un punto a esta parte me da la impresión que los años no los marca el calendario, sino que hitos. Algo así como Hobsbawn establece al definir que el siglo XX transcurrió desde 1914 a 1989; celebrar el 1 de enero me da un poco lo mismo. Sin embargo, había llegado a la conclusión que el 2005 había sido mi año de siembra. Por lo que esperaba que este fuese mi año de cosecha, sabía que lo iba a ser, sin embargo no tenía idea de cómo serían los frutos.
Enero fue un mes de pasar calor en las editoras. Ir de lunes a viernes a la escuela con la Carola, cortar y recortar el documental y de repente pegarnos unas escapadas a su piscina a hacer remolinos. Me acuerdo el último día de enero, justo antes que cerraran la escuela. Teníamos que hacer unos renders larguísimos y sacar un par de copias en vhs a la versión de 100 minutos de Rebotes. En medio de la mañana la Carola me dice que tiene un super nintendo en su casa, tomé la bicicleta y partí a buscarlo. A los 20 minutos estabamos jugando Mario Kart en la editora cuatro.
Febrero fue sumamente fome. Habiéndome gastado toda la plata en el documental mis vacaciones a Brasil quedaban postergadas por un año. Sin muchas ganas de estar con mi familia en la playa me dediqué a ir al gimnasio y recargar energías sin mucho más que hacer. Marzo comenzaba con puras incertidumbres. Por segundo año consecutivo no tenía clases, no tenía trabajo y mi proyecto estaba ahí, sin fecha de término. Estaba con pocas ganas de seguir haciendo ayudantías. Ya habían pasado dos años y todas las cosas que me ofrecían no se habían cumplido. Sin embargo, ahí entró uno de las personas que fue clave en este año: Hans, el profesor de tele. En términos profesionales aprendí mucho de él y, además, me tuve ene confianza y me dio un rol muchísimo más activo en el ramo. Me di cuenta que me encantaba hacer clases. Justo ese semestre hubo un curso buenísimo con el que hicimos muy buenas migas. Era un placer ir los viernes a la U. Tenía la sensación que, en muchas dimensiones, me estaban explotando, pero por otro lado me encantaba que me explotaran porque estaba súper motivado.
Paralelamente seguíamos trabajando en Rebotes. Llegó un punto que estaba todo enredado. Horas y horas en las editoras nos tenían completamente confundidos. En una de las revisiones Carlitos (nuestro profesor guía) nos dijo que no le gustaba la estructura, que teníamos que armarlo de nuevo, que estaba muy largo, que sacáramos a uno de los protagonistas. Fue una sensación devastadora. Darte cuenta que por lo que has estado peleando por más de un año no vale la pena. Simplemente había sido una apuesta muy alta que estaba perdiendo. Creo que fue un jueves. Le dije a la Carola que no nos juntáramos hasta el lunes para tener la mente más fría y viéramos que se nos ocurría. En el fin de semana conocí la canción Atrévete – te (para mi vida, la canción del año, junto con Life is a Struggle) y la puse en mi mp3. También escribí el manifiesto de Rebotes que decía que tenía que ser para mi esto. Creo que es la primera vez en mi vida que digo: “ok, esto es lo que yo quiero hacer, yo estuve trabajando en esto y esto está bien porque yo creo que es así aunque al resto no le guste.” El lunes afuera del casino de la escuela le puse a la Carola Atrévete – te, discutimos tres o cuatro ajustes y nos convencimos que teníamos razón y, en caso que no la tuviéramos, preferíamos morir en la nuestra.
El año avanzo en la incertidumbre de estar sin pega fuera de las ayudantías, sin saber muy bien que quería hacer en el futuro y sin saber si mi apuesta de dedicarle un año al documental iba a funcionar.
Así los plazos se fueron cumpliendo y llegó junio.
Junio, el mes que pasé de 24 a 25.
El mes en que esos 25 años de vida convergieron hacia donde yo quería.
Fue mágico, de los mejores momentos que he pasado en mi vida fueron en ese mes. Incluso hubo mundial de fútbol…fue demasiado.
Fueron los días que demostraron que la fruta de la cosecha era dulce, muy dulce y que la mayoría de las cosas con las que sueño están ahí, al alcance de mi mano.
Si hablamos en términos hobsbawnianos, ahí se cerró el año que empezó el 27 de julio del 2005 cuando empezamos a grabar. Era otra persona o, quizás, era la misma solo que empezaba a creer en él.
Otro de los hilights del año ocurrió el 8 de agosto cuando mostramos nuestro documental en el cine Hoyts de la Reina. Me acuerdo haber ido allá con la mina que gustaba en el colegio (que obviamente no me pescó) y decirme para mi mismo: “algún día van a dar una película mía acá” con la misma ingenuidad que cuando iba al Estadio Nacional y decía que algún día iba a meter un gol en esa cancha. Bueno, el festival de Cine de Santiago me cumplió ese sueño. Fue perturbador. La pantalla era tan, pero tan grande que me asustó. Siempre pensamos el documental para un televisor de 14 pulgadas y proyectado en 5 metros de altura fue como mucho. Sin embargo, fue genial.
Mientras se iba pasando el invierno me entretenía con las ayudantías (ahora eran cuatro) y trataba de trazar proyectos para el futuro. No había nada concreto. Un lunes de septiembre estaba en la editora joteandome a una alumna cuando Cristian me dice: “oye, como te verías un año arriba de un barco” y me explicó lo que es mi pega actual. Después de dar la entrevista y que me dijeran que bueno me quedó una semana para despedirme de mi gente. Fue una decisión que no la pensé, por suerte que no la pensé, porque si lo hubiera hecho probablemente no la hubiese tomado.
Me acuerdo de haber ido a la casa de Hans para decirle que me iba. El estaba apurado por salir, pero sin embargo nos quedamos conversando hasta las y tantas tomando té. Creo que fue mi primera conversación de adulto, aún cuando hablamos casi solamente de los sueños de nuestros dos caminos que se bifurcaban.
Yo siempre había creído que la vida es una secuencia una continuación de eventos que, por lógica o ilógica a veces saltan y le dan sentido a lo que está atrás. Ahora creo que son una mezcla, una especie de espiral. Continuidad que de vez en cuando tienen saltos cualitativos y saltas a otro nivel y sigues dando vueltas. Una de las cosas que me ha desconcertado estando en el sur es que mi vida en Santiago siguió tal como yo la había planeado. En todas las dimensiones, el problema es que no estaba ahí para poder cosechar, sino que sembrando en medio de los fiordos.
Me acuerdo del 12 de septiembre cuando mis ayudanteados me organizaron una despedida y terminamos tomando arriba del cerro San Cristóbal. Eso fue lo máximo. Al otro día tuve la despedida con mis amigos en un local de karaoke en Bellavista. Me dedicaron “Un beso y una flor” de Nino Bravo y a las pocas horas estaba en el aeropuerto cambiando de vida.
Los últimos cuatro meses han sido los más extraños de mi vida. Los he pasado viviendo en un barco con gente que no conocía. Las primeras semanas fueron difíciles en el sentido de tener que adaptarme a este mundo, aprender a ser humilde, darme cuenta que todo lo que sabía acá no sirve de mucho y aprender a sobrevivir en Potemkin. Esa fue la primera parte del posgrado que creo ya pasé, ahora se viene la más dura; aguantar los 8 meses. Si de algo ha servido este tiempo acá es darme cuenta de lo importante que son los afectos. A todo nivel. Que para vivir es imprescindible querer y que te quieran. Me acuerdo que la primera vez que me patearon quise pasar la pena arrendando películas (para la segunda fui más inteligente y me dediqué al playstation y el gimnasio) y me puse a ver Magnolia. ¡Error! No me acuerdo mucho de la película, pero hubo una frase que me mató de un personaje que se quedaba sólo: “tengo tanto amor que dar, el problema es que no sé dónde ponerlo”. Cuando la Mari se fue en el bus la semana pasada y tomé conciencia que no iba a estar con mi gente hasta mediados de mayo sentí eso, que no iba a tener a quien querer. Es verdad, está el teléfono e internet, pero no es lo mismo. Quizás ese ha sido el aprendizaje más importante, porque por primera vez en mi vida he ganado harta plata, pero estoy absolutamente seguro que estar con mi gente valen mucho más que los 5 mil dólares que tengo ahorrados. Pero hay que seguir, algo me dice que si salgo de esta voy a ser mejor persona. Y eso es lo que busco… eso y que me quieran. Así que mientras sigo sembrando en terrenos inhóspitos de la Patagonia espero que la cosecha para el 2007 pueda ser aún mejor que la del grandioso 2006.

Día 108

Antes de las 12 estaba editando. Cuando faltaban pocos minutos para que llegue el año le muestro a mi compañero que ponía la música para la fiesta como setear el reloj del computador con segundos. Ya se estaba preparando para dar el año nuevo cuando entra el capitán y dice que según su reloj faltan 3 minutos. Así, a las 12:03 empezó el año nuevo. Toda la gente en el barco (que va lleno) se abrazaba en la pista de baile y empezaban a repartir champagne. No atinaba a hacer nada, no quería salir de mi oficina porque no estaba ni ahí con darme abrazos con hueones que no conocía. En eso entra el capitán y al verme me abraza. Que ironías de la vida, el primer abrazo de 2007 me lo dio mi capi. Había embarcado un paquete de skittles y em dije que mejor que comer 12 uvas era comerme 12 dulces a las 12. En eso estaba y, como no quedaba nada que hacer, me volví a sentar y seguí editando.
Al rato escuché el rumor que la tripulación estaba en el bar de popa. Subí y estaba el capitán con su señora y todos los cabros brindando. Ahí si que pude repartir abrazos. Al rato llegaron los cocineros con un par de bandejas de pichanga (como se conoce en el sur a las chorrillanas). Nos quedamos hueveando un rato mientras yo le daba al champagne (nota de enología: con la plata que se gastan en el crucero no entiendo como dan un vino espumante tan malo. Es un demi sec asquerosamente dulzón. ¡¡¡Brut, ahora!!!).
Cuando terminé de editar la fiesta seguía. En eso veo que la doctora esta sentada sola. Ella tiene 27 años, es de Puerto Varas, pero vive en Puerto Natales. Pensaba que había venido con el pololo, pero averigüé que era un amigo. Y si, es muy bonita. Hasta ahora lo mejor que he visto en Natales. El capitán ya no estaba, entonces le pedí un whiskey a Mario y me fui a sentar con ella. Conversamos harto rato. A las 2 cortaron la fiesta y antes que cerraran el bar fui a pedir otro whiskey. Le dije a Mario que le pusiera poco, pero no me hizo caso y me llenó el vaso con Johnnie Walker negro. Terminó la música, ordenaron las mesas, mi compañero me hizo el gesto que dejara cerrada la oficina y seguía conversando con la doctorcita. Eso debe haber sido como hasta las 3. Fue un buen año nuevo, creo que de los mejores que he pasado.
El otro día me desperté con una caña horrible. Si hay una cosa desagradable es grabar con caña. Ahora era más malo, porque tenía que hacerlo arriba de un bote y, más encima con frío. De todos modos fue entretenido, de hecho nos tocó el derrumbe más grande que hemos visto hasta ahora. Estábamos bastante cerca, así que cuando cayó el hielo tuvimos que salir cagando.
Después en la cubierta me puse a grabar una que otra toma y, mish, me encuentro conversando con la doctorcita. Mi compañero que sacaba fotos tomó unas muy graciosas. Y después me dijo: “sos un gurú”. Es divertida la fama que me estoy haciendo dentro del barco. Fama completamente injustificada. Ojalá que en esta pueda justificarla.
Estaba con mucho sueño después del almuerzo me arranqué a dormir 15 minutos y luego le di al editaje. De ahí bajamos a Puerto Edén. Los 98 pasajeros, más parte de la tripulación que bajó iguala prácticamente la población del pueblo. Me puse a hacer unas tomas y al rato llegó la doctora con su amigo y me dijeron: “vamos a ir al mirador, nos acompañas”. Resulta que ella había estado el año pasado en la ronda médica ahí y me mostró lugares que no conocía. El tiempo pasó y los tres íbamos caminando muy relajados hasta que cachamos la hora y nos damos cuenta que estamos atrasados. Llegamos 15 minutos tarde, pero por suerte otros pasajeros estaban más atrasados, así que pasó piola. Cuando voy volviendo en el último bote miro que en la cubierta de arriba esta ella junto a Óscar que se la está joteando en mala. Al rato él me dice que la doctora es muy rica y me da a entender, poco menos, que la tiene loca. Luego me cuenta que vinieron unos pasajeros (en este crucero hay caleta de gente joven) a preguntarle si vendían condones, les dijo que él tenía y que se los vendía a 15 dólares cada uno. El tipo le compró 3. Me mostró el billete de 50 dólares. ¡Ufff, la cacha cara! – pensé.

Día 109

Está entretenida esta historia. Me hace sentir vivo. Tiene ese feeling de trabajos voluntarios en Oñoico. Como que somos dos personas que estamos un poco en las mismas. Solos lejos de nuestro hábitat. Ojalá funcione, sino ya me hizo dar cuenta que mis temores de depresión son infundados. Es algo completamente externo. Cuando las condiciones objetivas mejoran, mi ánimo también. El fiordo Calvo estaba terriblemente nublado, a ratos llovía. Estaba haciendo mis tomillas en la proa, de repente bajaba a grabar pasajeros y, por coincidencia, me ponía a conversar con la doctorcita. Ella me pregunta si un ruido en el motor es usual. Le digo que siempre suena harto, pero no tanto. Al rato subo al puente y veo que están tratando de arreglar el asunto. Sigo ahí y de repente se les hecha a perder el joystick con el que manejan el rompehielos. Cuando eso pasa hay que bajar y activar el timón común y corriente. Cuando lo hicieron se dieron cuenta que estaba sin aceite y que a bordo no había aceite. Sin embargo, el cuidador del barco tenía una botella grande aceite para comer, así que llenaron el timón con aceite para comer. Lamentablemente hubo otro problema, el timón sólo respondía cuando se le giraba hacia estribor. Marcelo tuvo que llamar y pedir al barco que viniera en rescate. “ya me eché un ancla y ahora el rompehielos…” Se lamentaba. Como no pasaba nada bajé y seguí mi interesante conversación. Tan interesante estaba que no me di cuenta cuando llegó el barco y me perdí una toma importantísima para el montaje…
En el glaciar Brujo se dio un juego de proxemias. Ella estaba a unos metros, yo estaba en otro lado. De repente yo me alejaba para hacer una toma y luego volvía al lugar donde estaba. Ella se movía para sacar una foto y luego volvía a donde estaba. En eso nos encontramos y seguimos conversando cualquier tontera hasta que se cayó un pedazo muy grande de hielo que pude grabar. Estaba empezando bien el año.
En la editora mi compañero me empezó a tirar tallas. Esta chueco el horizonte, esa toma esta toda movida… y tenía razón, las tomas estaban pésimas. Para peor no reparé en sacarle el sonido. Entonces casi todas las tomas de hielo azul majestuoso tienen como banda de sonido mi joteo. Es tan patético como cuando cualquier hombre se engrupe a una mina. Todo esto está muy entretenido, aparte lo bueno es que vive en Natales, por lo que no hay ningún apuro. Hay tiempo. Para usar términos basquetbolísticos no hay razón de tomar un tiro apresurado, puedo usar los 24 segundos de la posesión hasta tener un buen tiro.

Día 110

El bote se movió mucho en la noche. De hecho me desperté y me costó volverme a quedar dormido. El tiempo estaba muy malo, lluvia y viento por lo que no hubo bajada. Me quedé conversando en la cubierta con la doctora y su amigo. Me contó que en el hospital de Natales todos los doctores son fanáticos de E.R. Incluso que hace unas semanas llegó un paciente muy mal, deberían haberle hecho una tratectomía (o cómo se diga), pero para eso había que llevarlo a Punta Arenas y no alcanzaba a llegar. El doctor hizo un procedimiento curioso, pero que permitió salvar al paciente. Cuando lo trasladaron a Punta Arenas los doctores estaban vueltos locos con la solución, lo llamaron para felicitarlo y le preguntaron como se le ocurrió: “lo vi en E.R. la semana pasada”.
La tarde fue eminentemente fome. No pasó mucho. En la noche venía la cena de despedida. Empieza a llegar la gente cuando llega la doctora con un vestido strapless que le quedaba muuuuy bien. Me corté entero. Mi compañero me pegaba y me decía: “dile algo, dile algo”. Yo, probablemente rojo, le digo “que guapa que te ves”. Ella, casi automáticamente me dice: “si poh, hay que parecer humano de vez en cuando”. Me cagó en una forma tan rica… tan inteligente. Mientras conversaba llegó la señora y nos dijo: “mire que se ven juntos, ahora usted mijito va a tener una amiga acá en Natales… ¿qué edad tiene señorita?” ¡Horrible! Capitán y señora enterados de mis intenciones. Ahí si que estaba rojo, rojo, rojo.
Después de la cena me fui a sentar al lado de ella. No le gusta bailar y, como a mi tampoco, era una compañía muy agradable. De todos modos en un momento terminamos bailando en la pista. Y yo veía como la tripulación que estaba sapeando nos mira… ahora si que me convertí en el cabrón. Como había gente joven la fiesta duró hasta bastante más tarde que lo que suele durar. Cuando terminó la gente se fue al bar de popa. Pusieron un I pod en el equipo, no sé de donde sacaron más copete y se armó un tremendo carrete latinoamericano. Conversé como 2 horas más, nos pusimos hablar de la vida de nuestras respectivas vidas en la patagonia. No creo que le guste, pero le agrada estar conmigo. Es un comienzo. Además le pedí el teléfono y quedamos de salir algún día a comer ceviche, ya que es la comida favorita de ambos. Fue bacán. Como a las 3:15 se fue. Unos mexicanos que seguían muy prendidos me dijo: “guey, porque no la seguiste hasta la cabina…” Ni que fuera una película. Una española me dijo: “que se veía que estabas entusiasmado con la doctora”. Bueno, paciencia no más. Me tomé un último trago rogando que no pasara la guardia, ya que si me veían en medio del carrete me podrían cagar y me fui a dormir. Así se acababa el viaje número 15. ¿qué irá a pasar? Lean el próximo capítulo.

ver fotos que incluyen una especie de rápida reproducción, el jote patagónico